Síntomas que alarman
Días pasados, un grupo comando tomó por asalto una comisaría bonaerense, liberando a varios detenidos y llevándose a una importante cantidad de hermanos. Como dato anecdótico, cabe consignar que uno solo de los presos volvió al encierro por propia decisión personal y no a consecuencia de ningún procedimiento efectuado por las fuerzas del orden.
Extrañamente, el Gobierno no le concedió trascendencia alguna al episodio, como si se tratara algo normal. Más curiosa aún fue la casi indeferencia de los medios al ocuparse del caso mientras trascendía que desde el poder político se habían ?bajado líneas? para evitar que el asalto llegara a ser alarmante.
El último fin de semana se registró otro hecho de características parecidas, con la única diferencia que en esta ocasión fue asaltada la guardia de uno de los puestos de vigilancia de Campo de Mayo, de donde los asaltantes sustrajeron fusiles FAL y otras armas de guerra. El ministerio de Defensa, entre tanto, ha mantenido silencio de radio pese a tratarse de un caso de extrema gravedad que da muchas cosas que pensar pero de las que, por ahora, no deseamos hacernos eco para no engendrar preocupaciones que pudieran ser injustificadas.
En las últimas horas también agregó un motivo de sensible inquietud el saber que la Jefatura Militar había ordenado que los centinelas tuvieran sus armas cargadas.
Ocurre que lo sucedido en Campo de Mayo sirvió para que la opinión pública tomara conocimiento que por ?orden superior?, los soldados que hacían guardias en los cuarteles no debían tener proyectiles en las recámaras de su armamento. Ello y dejarlos indefensos ante cualquier agresor era lo mismo.
Esto quiere decir que cualquiera hubiera podido tomar por asalto una unidad militar por cuanto los custodios de los mismos, estaban impedidos ?por orden de arriba? de usar las armas de la Patria para defenderla.
Creemos a la luz de lo que acaba de ocurrir en Campo de Mayo, que desde el poder político se le debe brindar una inmediata explicación al país, incluso informando si el robo de armas estuvo a cargo de delincuentes comunes o si se trató de un episodio extraordinario al estilo setenta.
En cualquiera de los dos casos, la República reclama y merece una explicación que permita poner las cosas en su lugar. La propia salud del país así lo exige.
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