Somos únicos en el mundo
A horas de haber arribado a la Casa Rosada, Néstor Kirchner anunció aparatosamente, entre otras lindezas, que ?por fin vamos a tener una línea aérea federal, que será manejada por nosotros, los argentinos, para reponer la venta apátrida de Aerolíneas Argentinas.
Fue cuando nació Líneas Aéreas Federales S.A. (LAFSA), empresa que fue creada por el decreto 1238/2003, y que tiene la insólita particularidad que nunca voló por la insólita razón que no tiene aviones, y con este otro dato que nunca sonrojó a los actuales gobernantes: lleva gastados LAFSA la suma de 125,7 millones de pesos (cerca de 50 millones de dólares), tiene un plantel de 99 empleados, de los cuales se destacan cinco gerentes que perciben un sueldo de bolsillo de $l0.500.
Las oficinas de Líneas Aéreas Federales ocupan dos pisos en unas de las zonas más caras? de la ciudad de Buenos Aires, Ramos Mejía y Libertador, a escasa distancia de Estación Retiro, con un detalle más: con los 125,7 millones de pesos en personal representan un importe similar al que Cristina Fernández de Kirchner asignó este año para la Cuenca Matanza-Riachuelo, o la mitad del programa ?Más escuelas, mejor educación?.
Habría que agregar que en el 2006 se contemplaron gastos por un millón de pesos en concepto de ?asesoramiento? no especificado, al menos hasta el día de hoy.
Para más datos, habría que agregar que el presidente de LAFSA es el ing. José A. Bidart, señalado desde siempre como ?operador? del ministro Julio De Vido, y que uno de los primeros integrantes del directorio de la compañía aérea sin aviones fue Nicolás Scioli, hermano del ex vicepresidente de la Nación y actual gobernador de Buenos Aires, en tanto que el Gerente General de la empresa con personal, pero sin productor y sin clientes, es Guillermo Ballesteros.
En la empresa fantasma, un verdadero nicho de corrupción que permanece sin ser investigado, se cuenta, además, con diez gerentes, catorce pilotos y copilotos, dos tripulantes de cabina, diez supervisores Jefe, veinte técnicos aeronáuticos, diez administrativos y treinta operadores de rampa.
Un hecho que no deja de llamar la atención es que el diputado Basteiro, de vasta actuación en el ámbito aeronáutico, no esté informado del escándalo de LAFSA y que, en cambio, se haya transformado en uno de los adalides a favor del traspaso de Aerolíneas al poder kirchnerista.
Este contenido no está abierto a comentarios