Son más los desafíos que los avances
América Latina ha de ser una de las regiones del planeta donde se están desarrollando grandes avances en materia social y al mismo tiempo el territorio social donde los desafíos están inconclusos.
Si algo caracteriza a la región tomando como referencia los últimos treinta años es la estabilidad democrática y el crecimiento económico. Este año se realizan cinco elecciones presidenciales clave (sin contar la del año pasado del Brasil): Haití, Perú, Guatemala, Argentina y Nicaragua. Excepto el golpe de Estado en Honduras de 2009 y el intento de alteración del orden en Ecuador del año pasado, la región tiene democracia estable y ha crecido la conciencia institucional de que es el único sistema legítimo para acceder al poder.
En materia económica se puede decir que no es la región más pobre del mundo, pero sí que tiene la mayor desigualdad económica del planeta. A pesar de que se vive un importante crecimiento en lo macro y se está reduciendo la pobreza, la desigualdad es la gran materia pendiente en todos los países sin excepción. Y otro dato que lo aporta el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: América Latina y el Caribe fue la región donde más creció el porcentaje de recepción de inversión extranjera directa a nivel mundial.
¿Por qué la desigualdad es el gran desafío, la gran tarea pendiente? Porque la desigualdad impacta de manera negativa en las personas, en la economía, en la política, en la sociedad y afecta la calidad de vida y la libertad y constituye un obstáculo para el desarrollo humano.
Si se comprende este concepto, entonces se debería sensibilizar aún más a la dirigencia en general para hacer algo ante esta realidad: diez de los quince países más desiguales del mundo se encuentran en América Latina, tal como lo revela el primer informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Se insiste, América Latina no es la región más pobre del mundo, es la más desigual.
Es un urgente –especialmente en Argentina y en Entre Ríos- generar un pacto político responsable y sincero para reformar la estructura tributaria, mejorar las técnicas de recaudación fiscal y transparentar y tornar más eficiente el uso de los recursos públicos.
Al Estado tiene que tener ingresos estables, pero generados de manera justa. Argentina y Entre Ríos tienen una baja capacidad fiscal y una estructura tributaria regresiva, basada en la recaudación de impuestos al consumo e impuestos indirectos y la mayoría distorsivos. Los ejemplos sobran, pero se citan dos: todo el mundo paga el 21 por ciento del IVA cuando compra leche y pan; y menos del diez por ciento del IVA cuando compra un paquete de cigarrillos. El segundo ejemplo es la pesada carga social que implica tener un empleado en blanco y que genera inestabilidad y precarización laboral. ¡Hasta el propio Estado paga códigos en negro!
El camino a recorrer debe transitarse con políticas públicas que no distorsionen las prioridades reales de la población, tener el apoyo a las mismas por parte de empresas socialmente responsables y una comunidad movilizada por la solidaridad. Todavía queda un largo camino por recorrer.
En materia económica se puede decir que no es la región más pobre del mundo, pero sí que tiene la mayor desigualdad económica del planeta. A pesar de que se vive un importante crecimiento en lo macro y se está reduciendo la pobreza, la desigualdad es la gran materia pendiente en todos los países sin excepción. Y otro dato que lo aporta el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo: América Latina y el Caribe fue la región donde más creció el porcentaje de recepción de inversión extranjera directa a nivel mundial.
¿Por qué la desigualdad es el gran desafío, la gran tarea pendiente? Porque la desigualdad impacta de manera negativa en las personas, en la economía, en la política, en la sociedad y afecta la calidad de vida y la libertad y constituye un obstáculo para el desarrollo humano.
Si se comprende este concepto, entonces se debería sensibilizar aún más a la dirigencia en general para hacer algo ante esta realidad: diez de los quince países más desiguales del mundo se encuentran en América Latina, tal como lo revela el primer informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Se insiste, América Latina no es la región más pobre del mundo, es la más desigual.
Es un urgente –especialmente en Argentina y en Entre Ríos- generar un pacto político responsable y sincero para reformar la estructura tributaria, mejorar las técnicas de recaudación fiscal y transparentar y tornar más eficiente el uso de los recursos públicos.
Al Estado tiene que tener ingresos estables, pero generados de manera justa. Argentina y Entre Ríos tienen una baja capacidad fiscal y una estructura tributaria regresiva, basada en la recaudación de impuestos al consumo e impuestos indirectos y la mayoría distorsivos. Los ejemplos sobran, pero se citan dos: todo el mundo paga el 21 por ciento del IVA cuando compra leche y pan; y menos del diez por ciento del IVA cuando compra un paquete de cigarrillos. El segundo ejemplo es la pesada carga social que implica tener un empleado en blanco y que genera inestabilidad y precarización laboral. ¡Hasta el propio Estado paga códigos en negro!
El camino a recorrer debe transitarse con políticas públicas que no distorsionen las prioridades reales de la población, tener el apoyo a las mismas por parte de empresas socialmente responsables y una comunidad movilizada por la solidaridad. Todavía queda un largo camino por recorrer.
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