Un cambio revolucionario
Los sistemas de comunicaciones vienen experimentando desde hace dos décadas para fijar un punto en la coordenada del tiempo, cambios tan notables como vertiginosos. No se alcanza con la adaptación de un esquema, que aparece otro nuevo.
Ya los sistemas de microondas terrestres han alcanzado su máxima capacidad e incluso los satélites deben expandirse debido a un constante aumento de la demanda. Por eso las fibras ópticas, además de ser sistemas de comunicación económicos y mucho más seguros, permiten proporcionar un servicio cuya calidad por el momento es inigualable.
La Red Federal de Fibra Óptica en Entre Ríos ubica a la provincia en un lugar preponderante en el concierto nacional, puesto que se están muy cerca de unir a todo el territorio entre sí en materia de comunicación digital. Se trata de una infraestructura de dimensiones casi colosales, dado que atraviesa más de 1.700 kilómetros y beneficiará a más de 150 pueblos y ciudades entrerrianas.
Hace poco más de una década, estas comunicaciones -que son definidas no sólo como instantáneas sino que reducen el tamaño del mundo-, no hubiesen sido posibles. Hay que recordar que en 1988 se instaló el primer cable de fibra óptica transatlántico, y con ese acto se empezó a consolidar lo que se denomina como la “superautopista de la información”.
En la actualidad no hay telecomunicaciones globales sin fibras ópticas. ¿Pero qué es la fibra óptica? No es otra cosa que filamentos de cristal, cuyo grosor es inferior al de un cabello humano, pero con una resistencia superior a la del acero.
Es una fibra que está diseñada para transportar grandes cantidades de datos a través de una forma de luz relativamente nueva: los rayos láser concentrados.
Los expertos ponen un ejemplo pedagógico: la fibra óptica -cable estándar de 200 fibras- es capaz de soportar seis millones de conversaciones, mientras que un cable de cobre de tamaño similar sólo puede llevar diez mil conversaciones. La otra ventaja es su estabilidad, dado que la fibra óptica no es un conductor, y esto implica que no se afecta por los cambios ambientales ni por corrientes eléctricas, lo que ofrece también mayor seguridad.
Se trata de un salto de calidad que está viviendo la provincia.
Con esta tecnología, Entre Ríos superará el déficit de sus distancias, además de ampliar las aplicaciones de su demanda. Y en la provincia se instalan “tres caños” en un mismo conducto o “tritubo” como se lo denomina. Uno de ellos tiene “48 pelos” para transmitir datos, y de acuerdo al actual flujo comunicacional en la provincia solo se requieren como mucho cinco. Es decir, está preparado para varias generaciones y encima quedan todavía otros dos tubos para completar.
Se trata del desarrollo de una infraestructura que es muy costosa para que la asuma una ciudad, pero cuyos costos de uso la ubican como la más adecuada y finalmente la más accesible para los ciudadanos. Por eso hay que destacar esta inversión del Estado en esta materia, dado que es prácticamente el único sector que puede asumir los costos de su instalación.
La Red Federal de Fibra Óptica en Entre Ríos ubica a la provincia en un lugar preponderante en el concierto nacional, puesto que se están muy cerca de unir a todo el territorio entre sí en materia de comunicación digital. Se trata de una infraestructura de dimensiones casi colosales, dado que atraviesa más de 1.700 kilómetros y beneficiará a más de 150 pueblos y ciudades entrerrianas.
Hace poco más de una década, estas comunicaciones -que son definidas no sólo como instantáneas sino que reducen el tamaño del mundo-, no hubiesen sido posibles. Hay que recordar que en 1988 se instaló el primer cable de fibra óptica transatlántico, y con ese acto se empezó a consolidar lo que se denomina como la “superautopista de la información”.
En la actualidad no hay telecomunicaciones globales sin fibras ópticas. ¿Pero qué es la fibra óptica? No es otra cosa que filamentos de cristal, cuyo grosor es inferior al de un cabello humano, pero con una resistencia superior a la del acero.
Es una fibra que está diseñada para transportar grandes cantidades de datos a través de una forma de luz relativamente nueva: los rayos láser concentrados.
Los expertos ponen un ejemplo pedagógico: la fibra óptica -cable estándar de 200 fibras- es capaz de soportar seis millones de conversaciones, mientras que un cable de cobre de tamaño similar sólo puede llevar diez mil conversaciones. La otra ventaja es su estabilidad, dado que la fibra óptica no es un conductor, y esto implica que no se afecta por los cambios ambientales ni por corrientes eléctricas, lo que ofrece también mayor seguridad.
Se trata de un salto de calidad que está viviendo la provincia.
Con esta tecnología, Entre Ríos superará el déficit de sus distancias, además de ampliar las aplicaciones de su demanda. Y en la provincia se instalan “tres caños” en un mismo conducto o “tritubo” como se lo denomina. Uno de ellos tiene “48 pelos” para transmitir datos, y de acuerdo al actual flujo comunicacional en la provincia solo se requieren como mucho cinco. Es decir, está preparado para varias generaciones y encima quedan todavía otros dos tubos para completar.
Se trata del desarrollo de una infraestructura que es muy costosa para que la asuma una ciudad, pero cuyos costos de uso la ubican como la más adecuada y finalmente la más accesible para los ciudadanos. Por eso hay que destacar esta inversión del Estado en esta materia, dado que es prácticamente el único sector que puede asumir los costos de su instalación.
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