Un consumo que aumenta
El consumo de alcohol, especialmente entre los adolescentes y jóvenes, va en aumento año tras año. Los padres deberían saber y tomar conciencia de que el alcohol es una droga dura porque destruye vidas.
El problema afecta a miles y miles de familias en Gualeguaychú como en cualquier localidad del país. Se trata de un problema generalizado, casi cultural.
Las autoridades deberían saber que no hay nada más fácil para un adolescente o un joven que acceder al alcohol.
Los factores alarmantes están presentes, a la vista de todos. Pero, pareciera que nadie los quiere observar en su real magnitud. Uno de estos factores está vinculado con la edad de iniciación. Cada año son más jóvenes, casi niños. En la actualidad la iniciación en el alcohol ronda en los 12-13 años. Otro dato, no es casual que las conductas problemáticas también se expresen de manera más temprana.
En materia de salud el alcoholismo es un concepto de una adicción. Se trata de una enfermedad y no solamente de una conducta reprobable. Por eso de vez en cuando, desde salud pública se realizan campañas de prevención, identificando los riesgos que corren los jóvenes. Pero siempre estas iniciativas resultan insuficientes porque los padres, los adultos responsables no acompañan el mensaje.
La problemática del alcohol hay que enfocarla como un problema cultural y decir las cosas tal como son: en la mayoría de las familias no se está observando colaboración con esta enfermedad. Es más, muchas familias son proveedoras de alcohol a menores. En la época actual se la denomina “previas”, son reuniones que se realizan en un hogar antes de ir al boliche y ya salen alcoholizados.
La otra cuestión que es necesario tener presente es que no alcanza con señalar que el alcohol se expande entre los adolescentes y los jóvenes, sino que esto ocurre porque los controles familiares e incluso sociales son demasiados laxos… a veces inexistentes.
Nunca fue inocente el consumo de alcohol. Y está claro que no alcanza para prevenir que en las etiquetas de las botellas se recomiende “consumir con moderación”. Los trabajadores y profesionales de la Salud, los de la Justicia, los de Tránsito, de la Educación y otros ámbitos, saben que muchas conductas de los alcoholizados ha generado situaciones… a veces irreparables.
Pareciera que la educación, la formación, las enseñanzas vinculadas con la modelación del carácter estuvieran ausentes frente a esta problemática que es individual, familiar y colectiva.
El silencio y la negación son los peores efectos del alcohol. Por eso hay que volver al diálogo. Y hay que tomar conciencia que todas las campañas de prevención están fallando. Hay dos pruebas: los consumos anuales por personas van en aumento y la edad de iniciación es cada vez más temprana.
Se insiste: la edad de iniciación en el consumo de alcohol disminuye todos los años. Es necesario que los adultos responsables comiencen a hacer algo, porque el alcoholismo destruye.
Las autoridades deberían saber que no hay nada más fácil para un adolescente o un joven que acceder al alcohol.
Los factores alarmantes están presentes, a la vista de todos. Pero, pareciera que nadie los quiere observar en su real magnitud. Uno de estos factores está vinculado con la edad de iniciación. Cada año son más jóvenes, casi niños. En la actualidad la iniciación en el alcohol ronda en los 12-13 años. Otro dato, no es casual que las conductas problemáticas también se expresen de manera más temprana.
En materia de salud el alcoholismo es un concepto de una adicción. Se trata de una enfermedad y no solamente de una conducta reprobable. Por eso de vez en cuando, desde salud pública se realizan campañas de prevención, identificando los riesgos que corren los jóvenes. Pero siempre estas iniciativas resultan insuficientes porque los padres, los adultos responsables no acompañan el mensaje.
La problemática del alcohol hay que enfocarla como un problema cultural y decir las cosas tal como son: en la mayoría de las familias no se está observando colaboración con esta enfermedad. Es más, muchas familias son proveedoras de alcohol a menores. En la época actual se la denomina “previas”, son reuniones que se realizan en un hogar antes de ir al boliche y ya salen alcoholizados.
La otra cuestión que es necesario tener presente es que no alcanza con señalar que el alcohol se expande entre los adolescentes y los jóvenes, sino que esto ocurre porque los controles familiares e incluso sociales son demasiados laxos… a veces inexistentes.
Nunca fue inocente el consumo de alcohol. Y está claro que no alcanza para prevenir que en las etiquetas de las botellas se recomiende “consumir con moderación”. Los trabajadores y profesionales de la Salud, los de la Justicia, los de Tránsito, de la Educación y otros ámbitos, saben que muchas conductas de los alcoholizados ha generado situaciones… a veces irreparables.
Pareciera que la educación, la formación, las enseñanzas vinculadas con la modelación del carácter estuvieran ausentes frente a esta problemática que es individual, familiar y colectiva.
El silencio y la negación son los peores efectos del alcohol. Por eso hay que volver al diálogo. Y hay que tomar conciencia que todas las campañas de prevención están fallando. Hay dos pruebas: los consumos anuales por personas van en aumento y la edad de iniciación es cada vez más temprana.
Se insiste: la edad de iniciación en el consumo de alcohol disminuye todos los años. Es necesario que los adultos responsables comiencen a hacer algo, porque el alcoholismo destruye.
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