Argentina tiene menos variedad de agrotóxicos pero más concentración que Europa, según un estudio
Por Natalia Concina - Télam
La investigadora Violette Geissen, coordinadora del proyecto Sprint -un trabajo internacional que relevó presencia de plaguicidas en el ambiente, animales y personas- indicó en diálogo desde Holanda que "las muestras de Argentina presentaron menos variedad de agrotóxicos que las de Europa, pero las concentraciones en el polvo de casas de campesinos y en materia fecal fueron más elevadas" al adelantar los resultados del estudio que serán publicados en una revista científica.
"Lo que observamos es que en Argentina aparecen menos variedad de plaguicidas que en Europa, aunque hay que tener en cuenta que en este país se relevó sólo una zona con pocos tipos de cultivo; mientras que en Europa se contemplaron 10 cultivos (vino, olivas, trigo, etc.)", indicó Geissen, profesora de la Universidad de Wageningen e integrante del Grupo de Física del Suelo y Gestión de la Tierra de esta casa de estudios.
Respecto de las concentraciones, la investigadora informó: "encontramos que en los suelos el promedio de Argentina era más alto que el de Europa; en las plantas eran iguales, y en el aire interior y en el agua también eran más altos; en cuanto a los valores en las personas, los plaguicidas en la materia fecal de las muestras de Argentina fueron muchos más altos".
Sprint (Transición Sostenible de Protección Vegetal: Un Enfoque de Salud Global) es el primer esfuerzo a nivel europeo para monitorear patrones reales de aplicación de pesticidas en forma conjunta y está financiado por el programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea (UE) del que también participa la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Del proyecto participan 10 países europeos (Holanda, Dinamarca, Croacia, Eslovenia, Francia, Portugal, España, Italia, Suiza y República Checa) y Argentina.
"Nos interesó este país por fuera de Europa porque es uno de los exportadores importantes de soja y otros cultivos de los que se alimentan animales aquí", dijo Geissen.
Para el trabajo de Europa se tomaron en septiembre de 2021 alrededor de 600 muestras de matrices ambientales: suelo, plantas, aguas superficiales, sedimentos, aire y polvo interior, y muestras de sangre, orina y heces de 670 personas.
En Argentina el relevamiento se hizo en noviembre de ese año y abarcó sudeste de la provincia de Buenos Aires (desde Dorrego a Mar del Plata y desde Necochea hasta Tandil); se tomaron 75 muestras ambientales; 180 muestras en 36 animales y 365 muestras en 73 personas.
Parte de los resultados de Sprint, que tiene varias líneas de investigación que se irán publicando en diferentes artículos en revistas científicas a partir de las próximas semanas, fueron presentados públicamente a fines de septiembre en la novena edición de la Cumbre Científica en torno a la 78° Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU78).
Allí se mostró que, por ejemplo, el 100% de las muestras de materia fecal de Argentina tenían glifosato, mientras que este agrotóxico estuvo presente en el 70,5% de las de Europa; también se encontró mucho fipronil sulfone (en el 97,1% de las muestras contra 23,8% de las de Europa) y el lambda-Cyhalothrin (en el 87% contra 15,9% de las muestras europeas).
"En las muestras de orina también se encontraron mayores concentraciones pero la diferencia no fue tan marcada. Esto tiene que ver con que no se metaboliza lo mismo a través de la orina que de la materia fecal, y probablemente las altas concentraciones en este último tengan que ver con una alta exposición", señaló Geissen.
La investigadora explicó que más allá de las concentraciones de cada agrotóxico, "el principal problema es que tanto en Europa como en Argentina se encontraron varios químicos a la vez, y no hay todavía estudios que muestren qué pasa con esas mixturas".
En la presentación se informó que, por ejemplo, en algunas muestras de orina de Holanda se hallaron hasta 16 plaguicidas, mientras que en Argentina se encontraron hasta 11.
En este sentido, una de las investigaciones que está llevando adelante Sprint es ver qué pasa con las mixturas de agroquímicos en lombrices.
Los resultados de Sprint llegan a días de que Europa deba decidir si renueva la licencia del glifosato, que se definirá el próximo 13.
"Ya hay mucha evidencia sobre el impacto de este agroquímico en la salud. Uno de los más recientes fue el que comprobó sus efectos en la microbiota intestinal. Normalmente el intestino tiene una protección para que las sustancias tóxicas no entren en sangre (barrera intestinal); lo que se observó es que esa barrera se debilita si entra en contacto con el glifosato", describió.
La investigadora expondrá en los próximos días los resultados en el parlamento de Holanda y de la Unión Europea.
"Sería importante que los políticos pudieran comprender la gravedad del tema; de nuestra parte, lo que estamos haciendo es investigar e informarles para que ellos no puedan decir luego que no lo sabían", sostuvo.
Y continuó: "La narrativa de que se necesita aumentar la producción de cultivos fue hecha después de la Segunda Guerra Mundial cuando muchas personas tenían hambre realmente; estos recuerdos de inviernos donde se perdían todas las cosechas son a los que se apela para decir que hay necesidad de aumentar cada vez más el rendimiento de los cultivos con químicos".
Sin embargo, Geissen informó que "hoy a nivel global producimos 4.000 calorías por persona; esto significa que el problema no es la cantidad, sino la distribución".
"No hay ninguna razón para pensar que tenemos que producir más; además, el 30% de lo que producimos va a la basura. Con la agroecología lo que apuntamos es a producir lo necesario, de mejor calidad y en un ambiente sano", concluyó.