Crecen los pedidos de argentinos para quedarse a vivir en Uruguay
Cada vez más argentinos eligen Uruguay para vivir. Así lo confirma un informe de la Cancillería uruguaya que destaca que entre 2014 y enero de este año los pedidos de residencia permanente, sobre todo de ciudadanos del Mercosur, se vienen incrementando a tal punto que hay casi seis mil trámites pendientes y dan turnos para 2018.
Y que de las casi 16 mil solicitudes aprobadas en los últimos tres años, el 42 por ciento fue para argentinos, seguidos por brasileños (18 por ciento) y venezolanos (13 por ciento), las tres nacionalidades que más trámites iniciaron desde 2015. Incluso en 2013, los pedidos de argentinos ya venían creciendo un 16 por ciento respecto del año anterior.
Según detalla el documento, en 2014 se otorgaron 613 permisos, en 2015 ya fueron 6.919 y en 2016, 8.098. Y en enero de este año se entregaron 305. La seguridad, la educación gratuita, el sistema de salud y la estabilidad laboral son los motivos que esgrimen quienes buscan instalarse allí. Los postulantes a la residencia tienen perfiles profesionales –la mayoría está en edad económicamente activa, sobre todo las franjas de 25 a 34 años y de 35 a 44–, y según la Cancillería uruguaya en el último tiempo “se modificó la tendencia habiendo un aumento de familias con niños menores”. La mayoría elige instalarse en Montevideo.
Ese fue el caso de Georgina Cricco (31), una sanjuanina que vive allí desde 2013, con su marido Guillermo y su hija de un año. Ambos ingenieros, se fueron de Buenos Aires, donde vivían, por un traslado de la empresa donde él trabaja, y la posibilidad de convertirse en propietarios en el corto plazo fue lo que terminó de convencerlos de instalarse definitivamente en Uruguay. “Lo más lindo que tenés es la cercanía con el río y la playa, y que al estar todo más cerca ganás tiempo de tu día; nosotros vivimos a cinco minutos de la oficina, y mi esposo, que hace kitesurf, sale a las 6 de la tarde y a la media hora está en el agua. Son cosas impensables en Buenos Aires”, cuenta.
Y si bien al principio le costó conseguir trabajo, ahora que es mamá encuentra más beneficios, como la ley que estipula que las mujeres trabajan hasta los seis meses part time una vez terminada su licencia de tres meses. “La adaptación acá es fácil porque no tenés un choque cultural como en otros países; las diferencias son mínimas, como que nosotros decimos zapatillas y ellos championes, o que andan todo el día con el mate, hasta en el supermercado”.
Según detalla el documento, en 2014 se otorgaron 613 permisos, en 2015 ya fueron 6.919 y en 2016, 8.098. Y en enero de este año se entregaron 305. La seguridad, la educación gratuita, el sistema de salud y la estabilidad laboral son los motivos que esgrimen quienes buscan instalarse allí. Los postulantes a la residencia tienen perfiles profesionales –la mayoría está en edad económicamente activa, sobre todo las franjas de 25 a 34 años y de 35 a 44–, y según la Cancillería uruguaya en el último tiempo “se modificó la tendencia habiendo un aumento de familias con niños menores”. La mayoría elige instalarse en Montevideo.
Ese fue el caso de Georgina Cricco (31), una sanjuanina que vive allí desde 2013, con su marido Guillermo y su hija de un año. Ambos ingenieros, se fueron de Buenos Aires, donde vivían, por un traslado de la empresa donde él trabaja, y la posibilidad de convertirse en propietarios en el corto plazo fue lo que terminó de convencerlos de instalarse definitivamente en Uruguay. “Lo más lindo que tenés es la cercanía con el río y la playa, y que al estar todo más cerca ganás tiempo de tu día; nosotros vivimos a cinco minutos de la oficina, y mi esposo, que hace kitesurf, sale a las 6 de la tarde y a la media hora está en el agua. Son cosas impensables en Buenos Aires”, cuenta.
Y si bien al principio le costó conseguir trabajo, ahora que es mamá encuentra más beneficios, como la ley que estipula que las mujeres trabajan hasta los seis meses part time una vez terminada su licencia de tres meses. “La adaptación acá es fácil porque no tenés un choque cultural como en otros países; las diferencias son mínimas, como que nosotros decimos zapatillas y ellos championes, o que andan todo el día con el mate, hasta en el supermercado”.
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