Francisco destacó que la vida consagrada es un don para la Iglesia
El papa Francisco recibió ayer en la Sala Clementina del Vaticano a los participantes del Congreso Internacional para Vicarios Episcopales y Delegados para la Vida Consagrada, a quienes les recordó que “la vida consagrada es un don para la Iglesia; nace, crece y está orientada a toda la Iglesia”.
El congreso es organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y se desarrolla desde hoy hasta el domingo, en el Auditorio de la Universidad Pontificia Antoniana, de la capital italiana.
El Pontífice agradeció a los obispos la importancia que le dan a la vida consagrada, pidió una atención especial a las monjas contemplativas e invitó a reflexionar sobre tres aspectos: la vida consagrada en la Iglesia particular, la creación de nuevos institutos de vida consagrada y las relaciones mutuas.
Francisco animó a los participantes a que “manifiesten una preocupación especial” en la promoción de “los diferentes carismas, tanto antiguos como nuevos”, a estar cerca de los consagrados con “ternura y amor” y a enseñar al “Pueblo de Dios el valor de la vida consagrada”.
Asimismo, recordó que la “justa autonomía y la exención no se pueden confundir con el aislamiento y la independencia”.
“Hoy más que nunca es necesario vivir la autonomía y la exención adecuada, en los Institutos que las tengan, en estrecha relación con la inserción, de tal forma que la libertad carismática y la católicidad de la vida consagrada se expresan también en el contexto de la Iglesia particular”, precisó, e indicó que los pastores están llamados a respetar, sin manipular, “la pluridimensionalidad que constituye la Iglesia y a través de la cual la Iglesia se manifiesta”.
El Papa puntualizó que los consagrados, por su parte, deben recordar que no son “un patrimonio cerrado” sino “una faceta integrada en el cuerpo de la Iglesia, atraída hacia el centro, que es Cristo”.
En otro tramo de su discurso, Francisco aseveró que siendo responsabilidad del obispo diocesano discernir y reconocer la autenticidad de los dones carismáticos y erigir en la diócesis institutos de vida consagrada, eso no puede hacerse “sin un sereno y adecuado discernimiento” que “tenga en cuenta la originalidad del carisma, de su dimensión profética, de su inserción en la vida de la Iglesia particular, de la comunión afectiva y efectiva con esta y con la Iglesia universal, del compromiso para la evangelización, también en su dimensión social”.
Tras sugerir que deben verificar que el fundador o la fundadora muestren “madurez eclesial”, con “una vida que no contradiga la acción del Espíritu Santo suscitador de los carismas”, y que tales carismas puedan armonizarse adecuadamente “en la comunión eclesial”, les recordó la obligación de consultar siempre previamente a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.
El Santo Padre se refirió también a las relaciones entre los pastores y los consagrados, que será tema del congreso, al advertir que “no existen relaciones mutuas allí donde algunos mandan y otros se someten, por miedo o por conveniencia”.
“Hay sin embargo relaciones mutuas donde se cultiva el diálogo, la escucha respetuosa, la hospitalidad recíproca, el encuentro y el conocimiento, la búsqueda compartida de la verdad, el deseo de fraterna colaboración por el bien de la Iglesia, que es ‘casa de comunión’”, diferenció, y explicó: “Todo esto es responsabilidad tanto de los pastores como de los consagrados”.
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