La panadería San Pablo incorporó nueva tecnología
La semana pasada renovó todo el mobiliario de su salón de vetas e incorporó una máquina laminadora para la elaboración de facturas de manteca y hojaldre, convirtiéndose en la Pyme panificadora con tecnología de punta en la ciudad.
Juan Lizzi es panadero de toda la vida, su maestro fue Jesús “gallego” Fauce quien le enseñó el oficio, además de considerarlo un padre de la vida. Juan perdió su padre a los 18 años y desde entonces se abrió camino solo en la vida.
En la panadería Alberdi, aprendió a ganarse la vida y comprendió los secretos de unos de los oficios más antiguos del mundo. A la edad de 60 años Juan puede estar más que satisfecho. Cuando joven se abierto paso en la comercialización vendiendo bizcocho en una bicicleta y un canasto en los almacenes de barrio, a lo largo de los años y trabajando duro, consiguió contar con su propio emprendimiento y hoy es dueño de la panadería más automatizada de la ciudad, ubicada en calle Urquiza 776.
La semana pasada incorporó una máquina laminadora y cortadora para la elaboración de factura y todo tipo de masas finas.
“Es una manera de presentarles a los clientes algo bueno y poder abastecer mejor al pueblo de Gualeguaychú. Para esto hicimos una inversión importante en maquinaria y mobiliarios. En el salón de ventas cambiamos todo, hasta las luces, lo único que quedó fue el piso y las paredes. Contamos con vitrinas y heladeras de tecnología de punta que la adquirí en la Expo de panificación que se hace todos los años en Costa Salguero, a la cual fui invitado”.
Al ser consultado por si al incorporar tecnología a la línea de producción de alimentos panificados, provoca que se pierda el toque artesanal en la elaboración, Lizzi dijo que: “Si en algún aspecto si, pero la tecnología uno la busca no para reducir el personal, sino que la incorporamos por una cuestión de comodidad y a su vez nos permite estandarizar el producto. Antes cuando debíamos hacer la factura a mano se cortaba a cuchillo y no toda salía del mismo tamaño, además había desperdicio de masa. Ahora con esta nueva maquina laminadora que trabaja con dos rodillos pequeños que permite estirar el hojaldre sin romper la masa, posibilita que en cada pasada se vaya bajando el milimetraje del grosor de la masa para poder hacer cualquier tipo de especialidad sin tanto desperdicio, porque todos los cortes son iguales y se calibran de acuerdo a los gramos que se quieran sacar las facturas”.
En todo el proceso la única intervención de la mano del panadero es el de colocar la masa en la laminadora, para luego recibir la factura en el otro extremo, con el objetivo de colocarla en la lata, colocar la azúcar y la crema pastelera y luego de un tiempo de leudado colocarla en el horno rotativo alimentado a gas natural.
“En Gualeguaychú hay muchas panaderías y hay que ser competitivo, además estamos en pleno centro y se vende mucha factura”, dijo.
Al automatizar la planta, Lizzi, se asegura que la fábrica funcione durante dos turnos con ocho empleados y con una capacidad de procesar hasta 40 bolsas de harina por día.
El empresario descartó la idea de abrir sucursales, “me gusta tener este local lo mejor posible, para brindar el mejor servicio a mis clientes”.
En la panadería Alberdi, aprendió a ganarse la vida y comprendió los secretos de unos de los oficios más antiguos del mundo. A la edad de 60 años Juan puede estar más que satisfecho. Cuando joven se abierto paso en la comercialización vendiendo bizcocho en una bicicleta y un canasto en los almacenes de barrio, a lo largo de los años y trabajando duro, consiguió contar con su propio emprendimiento y hoy es dueño de la panadería más automatizada de la ciudad, ubicada en calle Urquiza 776.
La semana pasada incorporó una máquina laminadora y cortadora para la elaboración de factura y todo tipo de masas finas.
“Es una manera de presentarles a los clientes algo bueno y poder abastecer mejor al pueblo de Gualeguaychú. Para esto hicimos una inversión importante en maquinaria y mobiliarios. En el salón de ventas cambiamos todo, hasta las luces, lo único que quedó fue el piso y las paredes. Contamos con vitrinas y heladeras de tecnología de punta que la adquirí en la Expo de panificación que se hace todos los años en Costa Salguero, a la cual fui invitado”.
Al ser consultado por si al incorporar tecnología a la línea de producción de alimentos panificados, provoca que se pierda el toque artesanal en la elaboración, Lizzi dijo que: “Si en algún aspecto si, pero la tecnología uno la busca no para reducir el personal, sino que la incorporamos por una cuestión de comodidad y a su vez nos permite estandarizar el producto. Antes cuando debíamos hacer la factura a mano se cortaba a cuchillo y no toda salía del mismo tamaño, además había desperdicio de masa. Ahora con esta nueva maquina laminadora que trabaja con dos rodillos pequeños que permite estirar el hojaldre sin romper la masa, posibilita que en cada pasada se vaya bajando el milimetraje del grosor de la masa para poder hacer cualquier tipo de especialidad sin tanto desperdicio, porque todos los cortes son iguales y se calibran de acuerdo a los gramos que se quieran sacar las facturas”.
En todo el proceso la única intervención de la mano del panadero es el de colocar la masa en la laminadora, para luego recibir la factura en el otro extremo, con el objetivo de colocarla en la lata, colocar la azúcar y la crema pastelera y luego de un tiempo de leudado colocarla en el horno rotativo alimentado a gas natural.
“En Gualeguaychú hay muchas panaderías y hay que ser competitivo, además estamos en pleno centro y se vende mucha factura”, dijo.
Al automatizar la planta, Lizzi, se asegura que la fábrica funcione durante dos turnos con ocho empleados y con una capacidad de procesar hasta 40 bolsas de harina por día.
El empresario descartó la idea de abrir sucursales, “me gusta tener este local lo mejor posible, para brindar el mejor servicio a mis clientes”.
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