Una nutrida caravana protestó contra Botnia
Ayer fue un domingo diferente. La acostumbrada siesta dominguera de los gualeguaychuenses se vio interrumpida por la caravana de autos que se encaminó al puente internacional “General San Martín” para protestar por las emanaciones contaminantes que Botnia despidió el martes pasado.
Tras el episodio de malos olores, la Asamblea Ciudadana Ambiental decidió en su reunión del miércoles realizar una movilización al puente.
La cita fue a las 15 de ayer en Arroyo Verde, ese emblemático lugar que se convirtió en el único observatorio ciudadano de vigilancia ambiental del mundo.
En Arroyo Verde la gente se fue congregando de a poco, y finalmente la barrera levantó su brazo de hierro a las 15:45 para dar paso a los poco más de doscientos vehículos que marcharon al enlace vial que vincula a Gualeguaychú con Fray Bentos.
Llegar al puente es encontrarse con imágenes impactantes para el lugareño acostumbrado a una vida más tranquila, social y natural. Por un lado la imagen de un río agobiado por una carga contaminante que se torna imposible de soportar con la presencia de Botnia. Por otro, un puente vacío, desolado, que es el símbolo de una contaminación de la que casi nadie habla: la que generó la presencia de Botnia y separó a dos pueblos hermanos.
En verdad más que una marcha fue una peregrinación, donde la oración fue decir una vez más “NO a las Papeleras, SI a la vida”.
El solitario puente internacional esperaba junto al río a los ciudadanos que se aproximaron en caravana a su encuentro. Allí les dio la bienvenida y cerca de las 16 esta mole se fue poblando de gente. Familias con sus hijos, abuelos y jóvenes, todos con el mismo espíritu positivo ante esta lucha, que en definitiva es una pelea por la vida misma.
Al otro lado del puente, la imagen es un contraste: los gestos adustos de unos pocos efectivos de la Prefectura Nacional uruguaya custodiaban las sombras de las chimeneas de la pastera. Y la siempre imagen de Botnia, acaso como un símbolo de destrucción y muerte.
Con un espíritu positivo y perseverante, la multitud convocada danzó al ritmo de las canciones ya conocidas de la protesta asambleísta. Unos minutos más tarde se entonó el Himno Nacional Argentino. El reloj marcó las 16:45. Luego se leyó la proclama de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú, que se alzó como una plegaria al cielo pidiendo el desmantelamiento de la planta.
En la jornada de ayer, el río Uruguay, exhausto y agobiado por tanta contaminación, no se sintió solo. Se mostró calmo, manso, porque vio en sus riberas una importante cantidad de gente que sigue peleando sin bajar los brazos con el mismo tesón que hace seis años y con la certeza que cada día es una nueva lucha.
Este 8 de noviembre de 2009 marcará un nuevo hito en la historia de Gualeguaychú, porque sus abuelos, padres e hijos están atentos y son conscientes de las consecuencias que esta pastera puede provocar a las generaciones venideras y a la naturaleza. Ayer, nadie podía explicar cómo tanta belleza natural puede ser destruida por un puñado de billetes. Y al revés, se valoró que esa porción de Patria es un don que se debe cuidar y disfrutar.
Dentro de algunos años, cuando las futuras generaciones lean esta crónica, sabrán que hubo mucha gente que no bajó los brazos y que peleó por preservar un derecho tan valioso como es el de la vida en un ambiente sano. Derecho que no debe ser relegado ni por dinero ni por intereses de cualquier otra índole.
Las comunidades indígenas de América legaron una convicción muy actual para estos tiempos tan modernos. Ellos enseñaron que la tierra no se recibe solamente como una herencia de los ancestros, sino que las actuales generaciones se la piden prestada a sus hijos. No fue otro el espíritu que ayer convocó a los ciudadanos en el Puente para proclamar que sin licencia social no habrá paz social. NO a las papeleras, SI a la vida fue otro hito que protagonizó una comunidad en defensa de su tierra.
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