AMIA: murió el ex presidente de Irán, acusado de su voladura
El ex presidente iraní Akbar Hashemi Rafsanjani, uno de los acusados por el atentado a la AMIA en 1994, murió ayer a los 82 años de edad tras una crisis cardíaca.
Según anunciaron las agencias de prensa ISNA y Fars, el ex mandatario persa, quien ejercía la presidencia durante el ataque a la mutual judía el 18 de julio de 1994, había sido internado de urgencia en un hospital del norte Teherán, donde finalmente falleció.
Rafsanjani se encontraba entre los nueve funcionarios que tenían pedidos de captura de Interpol por su presunta colaboración en el atentado terrorista que finalizó con la vida de 85 personas.
El ex mandatario iraní había sido un cercano colaborador del imán Ruholá Jomeini, fundador de la República islámica de Irán en 1979 y ocupó diferentes cargos antes de convertirse en presidente del país en 1989, cargo que ejerció hasta 1997.
Un ataque de corazón se llevó ayer al ex presidente, quien fue casi todo en la República Islámica de Irán desde su fundación. Su figura como hombre de consenso, religioso y pragmático, hizo que muchos lo quisieran ignorando los renglones oscuros. Un notable grupo lo lloró frente al Hospital de los Mártires, en el distrito teheraní de Tajrish, donde expiró y a donde se desplazó para despedirlo el presidente iraní Hasan Rohani, uno de los más afectados por su pérdida.
El veterano ayatolá de formación, escritor y político, de 82 años, había sido admitido el fin de semana pasado en sede hospitalaria. “A pesar de los esfuerzos de los doctores murió”, reconoció Reza Solemani, portavoz del Consejo de Discernimiento, un importante órgano de deliberación. La cadena estatal Irinn anunció la muerte de Rafsanyani por la tarde destacando que se fue “tras toda una vida de lucha y constantes esfuerzos en línea con el cumplimiento de los objetivos del Islam y de su revolución”.
Todas las cadenas nacionales colocaron un crespón negro en sus pantallas. Se declararon tres días de luto oficial por quien ha sido calificado de “pilar de la Revolución”. Eso a pesar de que los medios están bajo control del Líder Supremo, Ali Jamenei, uno de sus mayores críticos junto a los principistas -próximos a la línea dura- desde que se puso del lado de los reformistas en las elecciones de 2009, ganadas por el ultraconservador Ahmadineyad y seguidas de una ola de sangrientos disturbios.
Rafsanjani se encontraba entre los nueve funcionarios que tenían pedidos de captura de Interpol por su presunta colaboración en el atentado terrorista que finalizó con la vida de 85 personas.
El ex mandatario iraní había sido un cercano colaborador del imán Ruholá Jomeini, fundador de la República islámica de Irán en 1979 y ocupó diferentes cargos antes de convertirse en presidente del país en 1989, cargo que ejerció hasta 1997.
Un ataque de corazón se llevó ayer al ex presidente, quien fue casi todo en la República Islámica de Irán desde su fundación. Su figura como hombre de consenso, religioso y pragmático, hizo que muchos lo quisieran ignorando los renglones oscuros. Un notable grupo lo lloró frente al Hospital de los Mártires, en el distrito teheraní de Tajrish, donde expiró y a donde se desplazó para despedirlo el presidente iraní Hasan Rohani, uno de los más afectados por su pérdida.
El veterano ayatolá de formación, escritor y político, de 82 años, había sido admitido el fin de semana pasado en sede hospitalaria. “A pesar de los esfuerzos de los doctores murió”, reconoció Reza Solemani, portavoz del Consejo de Discernimiento, un importante órgano de deliberación. La cadena estatal Irinn anunció la muerte de Rafsanyani por la tarde destacando que se fue “tras toda una vida de lucha y constantes esfuerzos en línea con el cumplimiento de los objetivos del Islam y de su revolución”.
Todas las cadenas nacionales colocaron un crespón negro en sus pantallas. Se declararon tres días de luto oficial por quien ha sido calificado de “pilar de la Revolución”. Eso a pesar de que los medios están bajo control del Líder Supremo, Ali Jamenei, uno de sus mayores críticos junto a los principistas -próximos a la línea dura- desde que se puso del lado de los reformistas en las elecciones de 2009, ganadas por el ultraconservador Ahmadineyad y seguidas de una ola de sangrientos disturbios.
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