Capitanich reprochó la corrupción que se ejerce desde el sector privado
El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, tomó ayer distancia de la condena de la Iglesia a la corrupción, al señalar que los ilícitos no son exclusivos del sector público, por también hay “responsabilidad de las empresas privadas”, que incurren en “múltiples delitos” como “la evasión fiscal” y el “lavado de activos”.
“Cuando hay evasión fiscal hay afectación ética”, afirmó Capitanich, quien señaló que esa situación “no permite al Estado garantizar estrategias de inclusión social o mayor equidad distributiva”.
En su habitual conferencia de prensa matutina en la Casa Rosada, Capitanich se expresó de este modo al ser consultado sobre la condena de la Conferencia Episcopal Argentina al narcotráfico, el odio y la corrupción, al difundir el miércoles su mensaje de Navidad, en el que instó a “construir juntos una Patria más fraterna” (ver Página 11).
El jefe de ministros consideró que “es fundamental poner en sus justos términos lo que se quiere comunicar” y “el documento episcopal hace referencia a la moral pública, la corrupción y a la responsabilidad global de la sociedad y, en ese sentido, de los grupos privados”.
“Siempre se observa que los grupos concentrados intentan transferir la responsabilidad al Estado”, remarcó y sostuvo que “la corrupción privada afecta el desenvolvimiento del desarrollo del país”, apuntó, al negar que el pronunciamiento de los obispos estuviera dirigido directamente contra la Casa Rosada.
“Cuando un medio de comunicación centenario (por el diario La Nación) no paga impuesto, es corrupción. Cuando un grupo de comunicación concentrado (por Clarín) no acata la ley y tiene cuentas desde Nueva Zelanda hasta Estado Unidos y Panamá para encubrir sus activos financieros, es corrupción. Muchas de estas causas no se investigan por encubrimiento judicial”, remarcó. El funcionario agregó, además, que “hay corrupción cuando existe sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, manipulación de los precios de trasferencia y cuando existe evasión fiscal”.
“Uno observa que muchas empresas y grupos financieros fueron denunciados, tal es el caso de las más de cuatro mil cuentas en Suiza, y que muchos jueces se negaron a tomar las causa. Pareciera que hay privilegios judiciales para algunos pocos”, remarcó.
En su habitual conferencia de prensa matutina en la Casa Rosada, Capitanich se expresó de este modo al ser consultado sobre la condena de la Conferencia Episcopal Argentina al narcotráfico, el odio y la corrupción, al difundir el miércoles su mensaje de Navidad, en el que instó a “construir juntos una Patria más fraterna” (ver Página 11).
El jefe de ministros consideró que “es fundamental poner en sus justos términos lo que se quiere comunicar” y “el documento episcopal hace referencia a la moral pública, la corrupción y a la responsabilidad global de la sociedad y, en ese sentido, de los grupos privados”.
“Siempre se observa que los grupos concentrados intentan transferir la responsabilidad al Estado”, remarcó y sostuvo que “la corrupción privada afecta el desenvolvimiento del desarrollo del país”, apuntó, al negar que el pronunciamiento de los obispos estuviera dirigido directamente contra la Casa Rosada.
“Cuando un medio de comunicación centenario (por el diario La Nación) no paga impuesto, es corrupción. Cuando un grupo de comunicación concentrado (por Clarín) no acata la ley y tiene cuentas desde Nueva Zelanda hasta Estado Unidos y Panamá para encubrir sus activos financieros, es corrupción. Muchas de estas causas no se investigan por encubrimiento judicial”, remarcó. El funcionario agregó, además, que “hay corrupción cuando existe sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, manipulación de los precios de trasferencia y cuando existe evasión fiscal”.
“Uno observa que muchas empresas y grupos financieros fueron denunciados, tal es el caso de las más de cuatro mil cuentas en Suiza, y que muchos jueces se negaron a tomar las causa. Pareciera que hay privilegios judiciales para algunos pocos”, remarcó.
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