Retenciones: Argentina a la cabeza
La Argentina integra el grupo de la decena de países que aplica retenciones a casi todo el universo de productos y materias primas, con alícuotas de los derechos de exportación (DE) más altas que el resto.
Uno de cada tres de los países en desarrollo (PD) y países menos adelantados los utilizan mientras que sólo uno de cada diez de las naciones desarrolladas recurren a ellos.
En este último grupo sólo son tres en la actualidad: Canadá sobre cigarrillos, tabaco y madera blanda, Islandia sobre caballos y Noruega sobre pescados y sus productos.
En general, se aplican a un grupo de productos y no a todo el universo arancelario de un país: Argentina es uno de los pocos países que aplica esos impuestos a casi todo el universo productivo.
Comparte el ranking con Camerún, Ecuador, Gambia, Guinea, Malí, Pakistán, República Dominicana y Turquía.
Pero mientras el rango de alícuotas llega al 100 por ciento en Argentina, el más alto de esos países es Gambia con 10 por ciento.
Así lo consignó la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en un informe que publicó este fin de semana y que recopila distintos informes como el efectuado por la licenciada María Martini y el documento de trabajo de la Organización Mundial del Comercio (OMC), “The Role of Export Taxes in the Field of Primary Commodities” de Roberta Permartini.
Sólo dos países -Mali y Singapur- aplican restricciones a todo el universo de productos.
Los DE, conocidas como retenciones han sido utilizados en Argentina durante décadas.
Sin embargo, la Bolsa de Comercio puso el acento en “este tipo de aranceles aduaneros son instrumentos de política comercial cuyos efectos son distorsivos”.
La desviación ocurre “porque deforman las señales que constituyen los precios” y porque están indicados para “cortos períodos” y no como medidas permanentes.
Se recuerda el caso de la copra (pulpa seca de coco) en Filipinas, con sus consiguientes caída en el bienestar de trabajadores sin capacitación específica y continuas fluctuaciones en los ingresos por exportaciones.
La industria de aceite de palma de Indonesia fue gravada pero no se logró controlar la inflación al igual que el arroz en Tailandia que distorsionaron la distribución del ingreso.
“En general, las consecuencias de mantener derechos de exportación por mayor tiempo que el justificable desde el momento de su implementación -con el objetivo de paliar algún problema o dificultad- son pérdidas de eficiencia, caída en el bienestar y menor crecimiento en el largo plazo”, remacó la Bolsa rosarina.
A lo largo de la historia de los países, los argumentos para su aplicación sobre las materias primas han sido numerosos.
Por ejemplo para generar ingresos fiscales, como ocurre con el azúcar y oro en Fiji, el diamante en Sierra Leona y el complejo soja, petróleo y minerales en Argentina.
El caso argentino se encuadra en la mayoría de los argumentos recopilados por la Organizacion Mundial del Comercio: fomento a las exportaciones con valor agregado y el establecimiento de industrias locales que es el caso de la madera en Camerún, lanas y cuero en Uruguay y granos argentinos.
También se aplican retenciones para lograr la “estabilización de precios internos para determinados productos, desacoplándolos del mercado externo, como los alimenticios, petróleo y derivados, gas natural y minerales en Argentina.
En Bolivia se aplican derechos de exportación para “controlar la inflación” a pollos y aceites.
La garantía de abastecimiento interno de un producto es otro factor que habilita los derechos de exportación como ocurre con el cobre y aluminio en Jordania y carnes y trigo en Argentina.
Si bien no están prohibidos por la OMC, la Unión Europea, el NAFTA, CARICOM y MERCOSUR no permiten aplicar tributos a las exportaciones (ni a la importación) entre sus miembros.
Fuente: NA
Este contenido no está abierto a comentarios