Se fundó el primer Centro de Asistencia al Familiar del Suicida
Son varias las entidades que brindan ayuda a quienes padecen algún desequilibrio psicológico.
Son varias las entidades que brindan ayuda a quienes padecen algún desequilibrio psicológico.
Sin embargo, muy pocas asisten al núcleo familiar de esa persona, en especial, cuando decidió quitarse la vida.
"Los casos de depresión son muy comunes. Los adultos mayores, los niños y adolescentes son los que más están en riesgo; no pueden sobreponerse ante la pérdida, no lo quieren hablar y los termina aplastando. Estas personas requieren atención urgente, aún cuando a simple vista parezca que no la necesiten", asegura Diana Altavilla, coordinadora del equipo médico del Centro de Asistencia
al Familiar del Suicida (CAFS), que se fundó con ese objetivo a principios de 1998.
Altavilla recordó que la institución surgió "tras constatar con concolegas que muchas de nuestras consultas eran casos con antecedentes de suicidio en la familia, hecho que se deslizó en
las entrevistas de forma indirecta".
Todos los pacientes tenían sintomatología común tales como trastornos en el cuerpo de tipo indiferenciado semejantes a psicosomáticos, problemas en la piel y trastornos adictivos (que
suelen encubrir historias que necesitan ser silenciadas o negadas), alcoholismo, drogadicción y trabajo compulsivo, entre otros síntomas", enumeró la psicóloga.
Ante este contexto, decidieron crear una entidad que pudiera atender las necesidades de ese grupo humano y que no cuentan con los recursos económicos para costear el tratamiento.
El equipo médico lleva adelante un trabajo asistencial tanto en forma individual como grupal.
Disponen de una línea telefónica donde un psicólogo ofrece orientación y también les proponen una consulta inicial.
Luego, se les sugiere una segunda entrevista, que suele aceptarse.
"Sirve para que la fragmentación que el suicidio provoca en la familia no los divida, sino que puedan hablar de esto escuchándose todos", explicó Altavilla.
Ocurre que las familias afectadas "se cierran, no suelen hablar del tema, no se nombra al suicida, queda excluido de la historia familiar, hasta el extremo de no relatarlo como hecho a las
generaciones siguientes.
"No se cuenta de un abuelo o tío suicida a los nietos pero éstos perciben que hay algo secreto pero que no saben qué es; y este hecho hace a la historia familiar fragmentada y sólo se conserva la sensación de algo que la hace especial como familia", evaluó la mujer en diálogo con NA.
En la Argentina, si bien no existen estadísticas sobre la incidencia del suicidio, según la Asociación de Psiquiatría de Suecia, el 72 por ciento de quienes deciden acabar con su vida tienen antecedentes entre familiares o amigos; por lo tanto, la asistencia al familiar "implica, a su vez, una acción preventiva".
Aunque pocas veces se los tiene en cuenta, los familiares de una persona que decidió suicidarse también necesitan atención.
"El duelo -comenta la psicóloga- es diferente a otros, si no se le encuentra algún sentido (por más que nunca se llegue a conocer la verdad) el duelo se hace más difícil".
Así, la problemática tiene algunos denominadores comunes: el enigma acerca de cuál ha sido el motivo y cuánto se tiene que ver con esa decisión; que el hecho no se olvida aunque hayan
transcurrido meses o años, y suelen padecer dolencias que tienen frecuentemente origen en ese momento, desde trastornos psicosomáticos hasta crisis indiferenciadas que necesitan ser
atendidas.
Fuente: NA
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