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Gobierno y sindicatos: se renuevan las tensiones en una relación exitosa

Gobierno y sindicatos: se renuevan las tensiones en una relación exitosa

Especial de NA, por Nicolás Tereschuk


Algunas tensiones y disputas de poder entre la CGT y la gestión de Cristina Kirchner aparecen en primer plano a pocos días de que la Presidenta inicie su segundo mandato, aunque cuando se analizan los resultados de lo que ha sido una relación estrecha entre Gobierno y sindicatos en los últimos años, el margen de las diferencias entre "políticos" y "gremialistas" debería reducirse.
¿Será posible que las disputas habituales al interior del peronismo para dejar en claro "quién manda" y con qué márgenes y estilos lo hará, hagan olvidar los importantes mojones que fue dejando durante los últimos años la relación entre el Gobierno y los sindicatos?
Las modificaciones que pueda producir en la economía la "sintonía fina" planteada por Cristina en el marco de la crisis financiera internacional ¿harán reaccionar a la CGT del mismo modo que si el actual gobierno no hubiera tenido participación en los avances logrados por los trabajadores sindicalizados en los últimos años?
Del otro lado, ¿podría el Gobierno plantear un cambio de rol absoluto para los sindicatos en el próximo período de gobierno, con respecto a lo que han sido los últimos ocho años?
Así, analizar "la película" de la relación Gobierno-Sindicatos y ampliar el foco para ver qué ocurre en otros países con ese vínculo aparece como una tarea esclarecedora y necesaria.
El politólogo Sebastián Etchemendy, director de la Maestría en Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella, analizó la vigencia del diálogo social -del que participan gremios, Estado y empresas- en los últimos años en la Argentina, en un reciente libro publicado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Algunas de sus conclusiones no dejan de llamar a la reflexión, como el hecho de que "la recuperación del Diálogo Social desde el año 2003 ubica a la Argentina a la vanguardia de America Latina y de los países emergentes en cuanto a la amplitud del tripartismo, efectividad e incidencia en la vida diaria de una amplia masa de trabajadores".
Para empezar la comparación, por ejemplo, el estudio hace notar que Brasil y Chile carecen de un consejo de Salario Mínimo a nivel nacional como el que funciona en la Argentina.
De los países de la región, sólo Uruguay realiza Negociaciones Colectivas por nivel de actividad o sectorial al igual que la Argentina (en Brasil las negociaciones son a nivel municipal, en tanto que en México, Perú y Chile, los convenios son apenas por empresa).
Esto se ve reflejado en la cobertura de las negociaciones colectivas: mientras que en la Argentina cubren al 55 % de los trabajadores asalariados privados, en México supera apenas el 10 por ciento y en Chile alcanza casi el 6 %.
La cantidad de Acuerdos y Convenios Colectivos entre 2002 y 2009 aumentaron en la Argentina más del 539 % -para no tomar el peor año de la crisis, el aumento fue de 350 % desde 2003- mientras que en Brasil lo hicieron alrededor del 106 %, en México el 39 % y en Chile un 26 %.
La cobertura de los convenios colectivos, abarcando al 55 % de los trabajadores privados es superior que en Gran Bretaña (35 %), Canadá (32 %), Japón (16 %) y Estados Unidos (13 %) -claro que no llega a los niveles que muestran Francia (95 %) o Italia (80 %).
Si se toman países emergentes no latinoamericanos, la Argentina también supera en esa materia a la República Checa, Polonia, Bulgaria, Hungría, Corea del Sur y Lituania.
Para comprender algo más lo ocurrido en los últimos años y la centralidad que comenzaron a tomar los sindicatos, en una dinámica en la que el Estado tuvo un rol principal, si en 2004 poco más de un millón de trabajadores del sector privado estaban abarcados por un convenio colectivo de trabajo firmado, en 2009 los beneficios alcanzaban a 4 millones.
Yendo a la cuestión salarial, el trabajo de Etchemendy señala que los asalariados privados registrados aumentaron su ingreso real -descontando la inflación- un 50 por ciento desde 2003 y en el marco de una reducción del trabajo en negro del 49,7 % en 2003 al 32,6 % en 2010.
Un dato importante, y que debería ser mejor analizado por las centrales empresarias es el hecho de que esas mejoras no se dieron en un marco de conflictividad permanente por parte de los gremios.
Así, pueden apreciarse dos etapas muy claras: entre 2003 y 2006 las medidas de fuerza sindicales casi se triplicaron, pero desde aquél año, en el que fueron más de mil, se redujeron en forma sostenida hasta llegar a las poco más de 600.
"En el año 2010, en una etapa expansiva y en el marco de un funcionamiento amplio de la Negociación Colectiva, el conflicto sindical en Argentina fue mucho más bajo que en el año 2000, en un período recesivo y sin Negociación Colectiva", destaca el autor.
En "El Diálogo Social y las Relaciones Laborales en Argentina 2003-2010", también se analizan el funcionamiento del Consejo del Salario Mínimo, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario y la Paritaria Nacional Docente, entre otros ámbitos de funcionamiento de una dinámica que se fue probando como exitoso en la relación Gobierno - sindicatos.
Etchemendy destaca así que "el diálogo social fue un instrumento para lograr una redistribución más justa del ingreso y para establecer pisos mínimos que apuntaron a evitar grandes desigualdades" entre los trabajadores.
"No hay Diálogo Social entre autoridades y actores económicos sin un Estado que organice y respalde el proceso de concertación", señala el autor.
De igual modo "la recuperación y consolidación del poder sindical es condición necesaria par el resurgimiento del Diálogo Social y el tripartismo; sindicatos en una situación de debilidad es igual a la ausencia de Diálogo Social significativo, como muestran la experiencia argentina y latinoamericana de los años 90".
Ese fino equilibrio entre un Estado que posiciona a los gremios a un nuevo protagonismo y el poder propio que tomen las organizaciones sindicales, será motivo de reacomodamientos y tensiones en los próximos tiempos. No sería positivo, en todo caso, olvidar cuál ha sido el contexto y los logros de esa relación en los períodos de gobierno anteriores.


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