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La “encíclica verde” del Papa Francisco: un llamado contra los poderes económicos

La “encíclica verde” del Papa Francisco: un llamado contra los poderes económicos

En Laudato si, Bergoglio critica el modelo capitalista consumista y responsabiliza a los poderes económicos y los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos.


“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, advierte el Papa Francisco en su encíclica Laudato si (Alabado seas), sobre “el cuidado de la casa común”, difundida el jueves en el Vaticano.
El texto (la versión completa se encuentra en www.vatican.va) está contenido en 192 páginas para su versión en español, y presenta un análisis profundo acerca de la situación ambiental que vive el mundo. Pero no se detiene en un diagnóstico, sino que realiza una crítica al modelo capitalista consumista, responsabiliza a los poderes económicos y a los países desarrollados de gran parte de los desastres ecológicos, pero vinculando al mismo tiempo el tema central del cuidado del ambiente y de la naturaleza con la defensa de la vida y la dignidad de las personas, la pobreza y la exclusión en el mundo.
Se trata de la primera encíclica exclusiva escrita por el Papa Francisco, porque la escritura de la anterior (Lumen fidei realizada en 2013) había sido redactada en forma conjunta con su antecesor Benedicto XVI.
En la presentación del documento se destacó el concepto de “ecología integral, que incorpora claramente las dimensiones humanas y sociales” presentes en el pronunciamiento papal y sostuvo que “no hay dos crisis separadas, la ambiental y la social, sino una misma crisis socioambiental y la solución pide abordar el problema de manera integral, incorporando a los excluidos”.
La síntesis del contenido y estructura de la Encíclica ‘Laudato Si’ es la siguiente:
“¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?”. El Santo Padre afirma que: “Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario”, sino que nos conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: “¿Para qué pasamos por este mundo? ¿Para qué vinimos a esta vida? ¿Para qué trabajamos y luchamos? ¿Para qué nos necesita esta tierra?”.
“Si no nos planteamos estas preguntas de fondo –afirma el Pontífice– “no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes”. El título del documento se inspira en la invocación de San Francisco de Asís en el “Cántico de las creaturas”, y recuerda que la tierra, nuestra casa común, “es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”.

No a la cultura del descarte

Pero hoy, constatamos que esta tierra maltratada y saqueada clama y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo, a los descartados por la sociedad. En este sentido, el Papa Francisco invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno a una “conversión ecológica”, según expresión de San Juan Pablo II, es decir, a “cambiar de ruta”, asumiendo la urgencia y la hermosura del desafío que se nos presenta ante el “cuidado de la casa común”. Al mismo tiempo, el Papa Francisco reconoce que “se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta” (n. 19), permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la Encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: “La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”, fomentando la cultura del encuentro y de la solidaridad.

El cuidado de la Creación tarea de todos

El Papa Francisco se dirige, claro está, a los fieles católicos, retomando las palabras de San Juan Pablo II: “Los cristianos, en particular, descubren que su cometido dentro de la creación, así como sus deberes con la naturaleza y el Creador, forman parte de su fe”, pero se propone “especialmente entrar en diálogo con todos sobre nuestra casa común”: el diálogo aparece en todo el texto, y en el capítulo 5 se vuelve instrumento para afrontar y resolver los problemas. Desde el principio el Santo Padre recuerda que también “otras Iglesias y Comunidades cristianas – como también otras religiones –han desarrollado una profunda preocupación y una valiosa reflexión” sobre el tema de la ecología. En varios momentos, el Pontífice agradece a los protagonistas de este esfuerzo– tanto individuos como asociaciones o instituciones –, reconociendo que “la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales ha enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones” e invita a todos a reconocer “la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano”.

Estructura de la Encíclica

La estructura del documento se encuentra trazado y se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación de los mejores conocimientos científicos disponibles hoy (Capítulo 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (Capítulo 2), detectando las raíces del problema (Capítulo 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la Encíclica (Capítulo 4) es la de una “ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales”, inseparablemente vinculadas con la situación ambiental.
En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (Capítulo 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (Capítulo 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en “un Dios creador omnipotente”, y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo “Laudato si’”, que abre y cierra la Encíclica.

Ejes temáticos

El texto está compuesto por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida”.


RECUADRO

Clave de lectura

Los recientes acontecimientos en relación a la publicación de la Encíclica han generado diversas expectativas, sobre todo en relación a los aspectos relacionados con las políticas ambientales actualmente en discusión. Ciertamente, la Encíclica del Papa Francisco podrá y tendrá un impacto sobre las importantes y urgentes decisiones en este ámbito. Pero no se debe dejar en segundo lugar la naturaleza “magisterial, pastoral y espiritual” del documento, cuya amplitud, profundidad y mensaje no pueden reducirse al aspecto de las determinaciones de las políticas ambientales. Por todo ello, es importante ‘situar’ la Encíclica en su propio contexto, es decir, en el de la realidad de la fe, y como nos recuerda el libro del Génesis: Dios creador pone al hombre como custodio de la creación, con la tarea de conservar y renovar la casa común.
A continuación, doce frases inspiradoras para nuevas reflexiones.
1) “La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada”.
2) “Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros”.
3) “Llama la atención la debilidad de la política internacional. El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el fracaso de las cumbres mundiales sobre medio ambiente. Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.
4) “El gemido de la hermana tierra se une al gemido de los abandonados del mundo”.
5) “Es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”.
6) “Hay que eliminar las causas de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.
7) “El enorme consumo de los países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres, sobre todo África, donde el aumento de la temperatura unido a la sequía hace estragos en el rendimiento de los cultivos”.
8) “La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”.
9) “Conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos. ¿Es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones?".
10) “Sabemos que la tecnología basada en combustibles fósiles muy contaminantes –sobre todo el carbón, pero aun el petróleo y, en menor medida, el gas– necesita ser reemplazada progresivamente y sin demora. Mientras no haya un amplio desarrollo de energías renovables, que debería estar ya en marcha, es legítimo optar por lo menos malo o acudir a soluciones transitorias”.
11) “Las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones de la crisis financiera mundial y con mucha lentitud se aprenden las lecciones del deterioro ambiental. En algunos círculos se sostiene que la economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales”.
12) “Dado que todo está relacionado, tampo­co es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para acoger a los seres débi­les que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión hu­mano aunque su llegada sea causa de molestias y dificultades”.


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