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Mujeres que hacen cosas... Siempre cantando, siempre disfrutando al cantar

Mujeres que hacen cosas... Siempre cantando,  siempre disfrutando al cantar

  Cuando sube al escenario, sabemos que algo bueno va a pasar. Es que Natacha Piquet canta desde siempre, y en público, desde los cinco años, como recordó.




“Estaba nerviosa, solita en el medio del patio de la Escuela Rocamora. Me dieron ganas de toser. Me recuperé y canté y a partir de ahí, creo que no hubo acto en la primaria y secundaria en los que no tuviera algo que ver. Inventando coreografías, actuando, cantando, haciendo voz en off, lo que viniera”.
Y Natacha cantaba con su talento natural, hasta que a los ocho años, “me escuchó Javier Fazzio y a partir de ahí hasta los 15 no paré. Fue muy importante porque me enseñó la verdadera respiración, a conocer mi voz, me marcó el camino. A los 15 quería hacer otra cosa, porque iba de un coro a otro. Y comencé con Las voces del tiempo, cantando sola.
Claro que a esta altura, ella era artífice de rondas, serenatas, porque además de animarse siempre a cantar, buscaba nuevas voces, otras letras, otros estilos.
“Mis amigas escuchaban Luis Miguel y yo Sumo. Escuchaba la música de mis hermanos mayores, Serú Girán, Sui Géneris, Vox Dei, Arco Iris, Aquelarre. La primera canción que canté con la guitarra fue Mariposas de madera, de Miguel Abuelo, que me enseñó mi hermana”, contó, todavía sorprendida.
¿Y cuándo aparece la blusera?
“Creo que siempre estuvo. Salía naturalmente, porque también había algo característico que es la voz grave. Entonces la gente te dice que podés hacer radio o cantar blues”.
“Era chiquita, gordita, cara rota y con voz grave”, se definió, para ponerse seria al referirse a su lucha con la obesidad.
“Antes no se llamaba bullying pero tengo recuerdos muy feos. Con la cuestión artística le puse el pecho a las balas. La opción era guardarse y no llamar la atención o resaltar mucho más haciendo lo que me apasionaba”.
Al ser independiente, debés esperar una contratación o montar el propio espectáculo, le dijimos, y Natacha compartió “digo que soy un puzzle de mí misma. Porque me armo, me desarmo...”
Pero no se te ocurre ponerte a vender cosas...
“Ahora estoy empezando a pensarlo”, dijo sin aclarar si lo hacía en serio o no. La he peleado mucho y con cuarenta años, tengo que mirar. No tenemos un presente fácil.”
Aún así, ella sigue atada a todo lo artístico, y dentro de las tantas cosas que hace por gusto se dedica a la fotografía, pero sin considerarse fotógrafa, como dijo. “Sin faltarle el respeto a los fotógrafos”.
Así pudimos verla en el cierre de campaña de Gabriela Michetti, cuando estuvo en Gualeguaychú.
“Hice la cobertura y como cronista para CN23, cubrí las PASO vía satélite en Corrientes, Jujuy, entrevisté a Milagro Sala...”
Y ahora, es parte del equipo que se hizo la primera serie de dibujos animados sobre pueblos originarios de Entre Ríos. “Para Las aventuras de Calá. compuse y canté”.
¿Como llegaste a Las aventuras de Calá?
“Cantando. Estuve en Paraná, en el teatro, invitada por el Gaucho Bataraz. Abrí el espectaculo con chicos de Gualeguaychú y para el cierre me acompañó una cuerda de candombe. Uno de ellos, Pablo, es de Basavilbaso y el director de esta producción es de allí. Fue a escucharlo y me escuchó. Al terminar, él y la responsable de la historia y los diálogos me lo propusieron y acepté. Me tocaron los Chaná, y me hizo muy feliz estudiar acerca de ellos”.
“La propuesta fue ideal: debía componer y me encantó, era crear, fluir desde ese lado. Pero me encontré con que los chaná no usaban instrumentos musicales. ¿Y cómo hacíamos un dibujo animado sin instrumentos? preguntó, sabiendo la respuesta.
“Lo resolvimos con ramitas, agua, viento, gotas, animales...”
“Cuando pude hablar con Blas Jaime (el último Chaná parlante) me empapé de muchas cosas, como que los chaná no podían cantar para no ser descubiertos. Sólo cantaban las mujeres, y lo hacían muy bajito, balbuceaban canciones de cuna”.
“Calá se hizo a capela, con algunos sonidos acuosos, estuve mucho tiempo buscando y al final, creo que salió bien”.
Para conocer de qué habla Natacha, se puede buscar en you tube el tráiler y los primeros ocho capítulos.
“Esta serie recorre las escuelas y los chicos aprenden de los pueblos originarios de manera didáctica, entretenida y realista. No es lo mismo leer en un manual que ver a un chaná con su mamá, su papá, pescando, haciendo la canoa....”, dijo satisfecha con la idea y con ser parte de ella.
Pero como Natacha no para, sino que siempre está generando algo, hoy está poniendo en práctica lo aprendido en La Plata, cuando estudió la licenciatura musical, cuando estuvo junto a varios profesores y de la experiencia que le dejó recorrer el país durante tres años con el programa Alma gaucha, “cantando en todos lados, representando a Gualeguaychú”.
“Tengo un grupo al que enseño... no sé si decirle canto. Más bien es a expresarse, aprendiendo a soltar ciertas cuestiones, a pararse de otra manera, a jugar con instrumentos, con la voz. La idea es poder experimentar desde la expresión musical”. Hoy está haciendo esto, compone canciones, conduce eventos, hace locuciones, pero ya es hora de volver a escucharla. Entonces se lo preguntamos.
“Estamos preparando con Claudia una velada en el Instituto Magnasco. Será algo que las dos queremos, y que creemos que va a gustar. Será el primero de octubre”.
Ya le pondrán nombre y horario. Por ahora, todo lo que Natacha anticipó es que al comenzar el mes próximo “las hermanas Piquet estaremos juntas en el Magnasco, Pintura y Música. Nos acompaña Carlos De Santis”.
Así de breve fue el adelanto. Casi un telegrama.
Pero hay pasta y de la buena en los tres, de manera que lo mejor será esperar y estar atentos para no perdernos esa noche de sábado.

 

Por Silvina Esnaola

EL ARGENTINO


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