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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

Muros y miedos

Muros y miedos

Por Plauto Cardoso (*)


Es sintomático que la obra humana que puede observarse desde la luna sea una muralla. Una muralla que no evitó conflictos o invasiones. Es probable que hayan muerto más chinos en su construcción que como víctimas de las invasiones que realmente hubo. ¿Quién gana con los muros erigidos a los que ningún caso hacen nuestras aves?

Teniendo absoluta certeza y fe de que ningún prejuicio sobrevive a un café con el otro, los invito a matear juntos mensualmente con esta columna.

Cuando fui a vivir a un lugar más exótico que yo, tal como un chico de 18 años sudamericano podía concebir a inicios de los años ‘90, en un Kibutz al norte de Israel y a pocos kilómetros de la frontera con el Líbano, dejé atrás una madre angustiada, que creía que se despedía de su hijo que se estaba yendo rumbo al fuego cruzado. En verdad, dejaba atrás el 3% de la población mundial que hoy es responsable por más del 10 por ciento de los homicidios mundiales. Los asesinatos en mi Brasil natal superaron el número de muertes en Afganistán, Irak y Siria juntos en 2016. Con apenas ocho por ciento de la población mundial, mi América Latina es responsable por 38 por ciento de los homicidios mundiales.

En Israel estaba seguro. Cruzar el muro me mostró que el “otro” era yo. Mis primeras novias israelitas no tenían siete cabezas. Buscaban lo mismo que las chicas que se habían cruzado en mi camino a miles de kilómetros de allí: ser feliz.

“Los fantasmas que sirvieron en mi infancia reproducían el viejo error de que estamos más seguros en ambientes que reconocemos. Mis ángeles de la guarda tenían la ingenuidad de creer que estaría más protegido sólo por no aventurarme más allá de las fronteras de mi lengua, de mi cultura y de mi territorio. El miedo fue, al final, el maestro que más me hizo desaprender.”

Podrían haber sido esas exactas palabras las mías si no fuesen las del Mozambiqueño Mia Couto describiendo en plenitud lo que también viví.

¿Cómo combatir esto? Quien anda con martillo sólo ve clavos. Quien anda con una tiza en el bolsillo como este autor, ve salas de clases. El combate a la evasión escolar y la inversión en la primera infancia tiene una relación directa con el combate a la violencia urbana, afirma la investigadora brasileña Ilona Szabó, y yo le pongo la firma. Siempre lo hice. Hace pocas semanas empecé dando una charla en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires con las palabras con las que el antropólogo brasileño Darcy Ribeiro les llamó la atención a los gobernadores en los años ‘80 en Brasil, de que si no se construyesen escuelas, en 20 años faltaría dinero para construir presidios.

“Hay en este mundo más miedo de cosas malas, que cosas malas propiamente dichas”, insiste Mia Couto. Volví de mi experiencia de 6 meses en Buenos Aires como alumno del programa de doctorado de la facultad de derecho de la UBA verdaderamente sudamericano. Nada, ningún prejuicio, insiste el coordinador del programa, el prof. Ricardo Rabinovich, sobrevive a un café con el otro. Él, que usa el programa para unir alumnos de más de 40 países en pro de la paz, creó en el seno de la familia de la UBA, un sentimiento que nunca había vivenciado en mis andanzas globales: yo que me enorgullecía de sentirme ciudadano del mundo, por primera vez me sentía sudamericano. Fui brasileño para Buenos en octubre del año pasado. Volví en mayo de este año orgullosamente latinoamericano.

Mi hijo Joaquim, que nacerá en muy poco tiempo, ha pasado sin darse cuenta la mayor parte de su vida en tierras argentinas. Suelo decirles a mis hermanos celeste y blanco, que a él lo vamos a tener en Brasil para evitar un problema por la Copa del Mundo. Nos queremos tanto que hasta nuestra rivalidad es inventada. Ha llegado la hora de que dejemos las cargas pesadas heredadas de España y Portugal y tejamos juntos nuestra propia complicidad. Esta rivalidad nunca fue nuestra de verdad. Las guerras las orquestaron otros.

Querido Alberdi, ya poblamos. Ahora es educar. Conquistar es educar.

 

(*) Plauto Cardoso es profesor de la Fundación Getulio Vargas, Río de Janeiro; estuvo a principios de junio en la ciudad como profesor invitado en la capacitación sobre la “Especialización en Justicia Constitucional” y es parte del Programa de Doctorado en Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA); además de ser maestro en Literatura Inglesa por la Universidad de Sussex, Inglaterra y especializado en lingüística aplicada por la Universidad de Brasilia.


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