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Diario El Argentinomiércoles 17 de abril de 2024
Opinión

Los pequeños pasos hacia el infierno

Los pequeños pasos hacia el infierno

“Supongo que, en Europa, un autor pueda tratar, sin remordimiento, solo de las cuestiones del espíritu –como, de hecho, lo hizo la poesía inglesa del siglo 18-. En América Latina, el poeta está obligado a lidiar con los problemas de la selva y de la ciudad, del sufrimiento y de la injusticia, la miseria y la violencia, en detrimento de los grandes temas metafísicos”.

Marcus Accioly

 

Por Plauto Cardoso (*)

EL ARGENTINO

 

“Tuve la suerte de ser una chica heterosexual aunque por un breve periodo de tiempo, después una chica lesbiana por algunos años y ahora ser un chico heterosexual”. Así nos lo dijo Bernardo, a quien tuve el placer de conocer en un panel multidisciplinar esta semana en la Ciudad Académica de la Facultad Pitágoras en Belo Horizonte, junto a miembros de la Comisión de Psicología, Género y Diversidad Sexual del Consejo Regional de Psicología de Minas Gerais, al cual fui invitado para debatir las consecuencias jurídicas de la equivocada medida cautelar concedida en el caso que los medios brasileños concordaron en llamar “cura gay” y que mencioné la última vez que mateamos juntos aquí.

Le confidencié a Bernardo, aún en el escenario, que después de su relato mi vida empezó a parecerme casi tediosa. Para un escritor, esos cambios de perspectivas solo ocurren en el arduo proceso de creación de personajes. Es difícil encontrar semejante diversidad de vivencias en un mismo personaje, qué decir en una misma persona con menos de 30 años.

Más allá del relato de sus angustias y penas sufridas, Bernardo no se deja encajar en la perspectiva de victimización. Es claramente protagonista de sus pasos. Y lo hace de una manera increíblemente dulce.

Hoy en día chef de cocina, solo contrata ayudantes y cocineros transgénero. La premisa es clara: el trabajo nos inserta, nos dignifica, nos sustenta y nos da identidad. La respuesta que le damos en nuestras lenguas a la pregunta sobre qué hacemos no da lugar a dudas: sou profesor, soy escritor, je suis abogado, I am… el trabajo nos da una identidad social vital.

Mi Brasil natal fue el último país en el mundo que formalmente le puso fin a la esclavitud. Digo formalmente porque dudo si realmente somos merecedores como nación de la afirmación de que erradicamos el trabajo indigno forzado e infligido a cualquier color de piel.

El día 11 de octubre, último día de la libertad de los pueblos originarios americanos, renové mi compromiso profundo con el pleno ejercicio de la ciudadanía. Firmé mi acta de toma de posesión en la Casa jurídica más antigua de las Américas, el Instituto de Abogados Brasileños (IAB), con una réplica de la pluma usada por la Princesa Isabel para firmar, en 1888, la ley que le pondría fin a la esclavitud, la Ley Áurea.

La elección de la famosa pluma no fue un hecho fortuito o meramente estético por la belleza del objeto. Además del hecho de que estaba en la Casa que aconsejó jurídicamente al padre de tal princesa, el Emperador Don Pedro II, hubo una acción política en mi elección, un recuerdo de que debemos continuar intentando eliminar las nefastas consecuencias cosechadas después de años de esclavitud y que perduran en forma de segregación y violenta exclusión de una significativa parte de la población.

Mi simbólico acto de protesta contra los retrocesos en la lucha contra el trabajo esclavo, infantil y adulto, de hermanos sudamericanos y conciudadanos de cualquier color de piel, se volvió aún más relevante, en apenas 5 días, con la desfachatez del Decreto 1129 del Ministerio de Trabajo del 16 de octubre.

El texto logra excluir cerca del 90 por ciento de los actuales procesos y casos investigados por el Ministerio Público de Trabajo en Brasil. Tiene una técnica legislativa tan peculiar que, en un único esfuerzo y sin disimulo, afronta a la Constitución Federal, al Código Penal Brasileño y a la Convención 81 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), asociando, además, trabajo esclavo apenas a la libertad y ya no a la dignidad. Volvimos espantosamente a 1888.

“Brasil, a partir de hoy, deja de ser referencia en el combate a la esclavitud que estaba siendo en la comunidad internacional”, dijo Antônio Rosa, coordinador del Programa de Combate al Trabajo Esclavo de la OIT en el país.

Estas luchas no son solamente de la comunidad LGBT o de trabajadores menos afortunados. Son luchas de todos, como ya bien dijo el dramaturgo y poeta alemán Bertold Brecht en Intermezzo.

Que no vengan y nos lleven porque no hicimos nada. El silencio de los buenos, que aterrorizaba a Martin Luther King, me asombra día y noche.

Debemos de manera definitiva firmar la Ley Áurea.

 

(*) Plauto Cardoso es profesor de Derecho Constitucional y Bioderecho en la Facultad Pitágoras en Belo Horizonte y en el posgrado de la Fundación Getulio Vargas, Río de Janeiro. Estuvo a principios de junio en Gualeguaychú como profesor invitado en la capacitación sobre la “Especialización en Justicia Constitucional” y es parte del Programa de Doctorado en Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA); además de ser magíster en Literatura Inglesa por la Universidad de Sussex, Inglaterra, Master of Laws (LLM) por la Fundación Getulito Vargas/Río y especializado en lingüística aplicada por la Universidad de Brasilia.


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