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Opinión

Que todos lo sepan: es mentira la verdad

Que todos lo sepan: es mentira la verdad

Por Fundavida              


 

Formamos las ideas, los principios que rigen nuestra vida, construyéndolos a partir de nuestra propia experiencia, de nuestras percepciones, de nuestra cultura, de la formación y la información que recibimos. Luego, de esa mixtura que se combina en la singularidad de nuestra impronta personal surgen nuestras convicciones, los mandatos inconscientes que guían nuestro derrotero en la vida, las batallas que decidimos encarar a lo largo de nuestra existencia pero también las resignaciones y cobardías que nos hacen renunciar a embarcarnos en muchas de ellas.

Cada tiempo tiene sus desafíos y en el candente crisol en el que éstos fermentan surgen los paradigmas que signarán el siguiente momento de la historia. Más allá de nuestra voluntad y deseo, simplemente porque así deberá ser. Y contrariando la afirmación de Hegel, no necesariamente ocurren primero como tragedia y luego como comedia; a veces la tragedia es el colofón definitivo de la crónica y a partir de allí comienza otra historia.

Las realidades inauguradas con el nuevo milenio no han sido exploradas por ninguna sociedad precedente en la historia registrada: 7.500 millones de seres humanos vivos nunca han existido en el pasado. Lo que está ocurriendo en la pequeña esfera que compartimos con semejante densidad de población, tampoco. Y tampoco se ha visto una sociedad global estructurada alrededor del paradigma que hoy nos organiza en forma excluyente: el dinero.  

Si lo que existe en el planeta alcanza para todos es por ahora un interrogante sin respuesta. Lo que sí sabemos, pero nos negamos a aceptar, es que de la forma que lo estamos usando, definitivamente no.

Pero el dinero ofrece un claro mensaje para todos: es un fin en sí mismo, su tenencia y acrecentamiento tienen un solo código ético: el no-código.  Para él todo es válido, aún contrariando las reglas de la física.    

Todo lo puede incluso hacer de la mentira la verdad

Cualquier cosa sea lo que ocurra, finalmente será natural que así lo sea, la naturaleza no tiene ética ni estética, la naturaleza simplemente es.     

En cada momento será algo diferente y para ella aleatorio.   Si un río corre aguas puras o un caldo contaminado, para la naturaleza solo será un dato y si de hecho ocurre, sólo será una consecuencia de los hechos precedentes que lo signaron.

Los seres humanos en nuestra omnipotencia nos auto convocamos periódicamente a salvar la naturaleza y/o a cuidar la naturaleza y/o a respetar la naturaleza…y así podríamos seguir.   Pero no es a la naturaleza a quien le interesa esto, es a nosotros, que en realidad promovemos preservar determinados equilibrios de las cosas para que faciliten la vida humana.  A la naturaleza le da lo mismo, sea lo que sea ella seguirá sin inmutarse; nosotros eventualmente no.

La agricultura química surgió como consecuencia del ejercicio del mandato impuesto por el paradigma que organiza la sociedad actual: es necesario obtener todo el dinero posible de todas las formas posibles y por sobre todo ahora, ya.

Nuestros científicos, frente a las evidencias, nos alertan que esta forma de producir alimentos nos enferma, envenena y mata; que debemos torcer el rumbo que nos han marcado los que se benefician pecuniariamente con este modo singularmente atroz.

Preocupados, los que toman dinero por envenenarnos envían sus espantapájaros y falsos profetas a convencernos que la mentira es la verdad, por estos días los ingenieros agrónomos de Urdinarrain, la región más envenenada del planeta, convocaron una espada de Monsanto, Fernando Manera, para que venga a decir que el glifosato es inocuo, que Estela Lemes no está envenenada, que los médicos que la tratan son unos charlatanes.

Que sigamos envenenándonos con toda confianza, porque de otro modo ellos dejarán de ganar dinero.

      

           

           


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