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Opinión

Marito Tubia, un cantorcito del pueblo

Marito Tubia, un cantorcito del pueblo

Nacido en el potrero, Marito Tubia es un cantautor que le canta y le escribe al mate amargo, al rancho, al fogón y al caballo. En diálogo con EL ARGENTINO, Tubia hizo un breve repaso de su vida junto a la música, sus aspiraciones y el legado que el folclore le ha dejado.


Sus inicios fueron "domando" la guitarra...

Marito Tubia contó cómo fue su encuentro con este instrumento: “Cantaba siempre, desde chico. Tenía muchos libros con letras de canciones. Mi papá falleció cuando yo tenía 7 años, entonces era muy cercano a mi madre y le cantaba por las noches. Un día, ella me regaló una guitarra, pero yo nunca pensé en ser cantor, en ese momento a mí el instrumento me pareció inútil.

A unas cuadras de mi casa, había dos hombres Cacho y el Negro Peralta, y ellos tenían discos de José Larralde, y este cantante tocaba un tipo de milonga que a mí me encantaba,-dijo mientras tomaba la guitarra y la hacía sonar al ritmo de aquella música que en ese entonces había escuchado- y a mí llegaba a emocionarme. Eso me llevó a que fuera sacándole sonidos a mi guitarra y lograra tocar aquella milonga. De a poco fui domando el instrumento”.

¿Cómo llegaste a la radio?

Llegué por un muchacho del dúo Tacomonti, que me escuchó tocar en un bar donde cantaban y me ofreció ir a la radio. No me animé a ir, así que grabé un casette y ese casette llegó a Radio Nacional.

La radio tiene magia para el que está lejos. Comencé en el año 1993 en Radio Nacional cuando Néstor Cuesta era director, en un programa llamado “De Entre Ríos al País”. Me llevaron a cantar ahí y desde entonces nunca dejé de hacerlo. La gente me dio el carnet de cantor.

¿Cómo escribís tus canciones?

Las rimas son cosas que me nacen de ver o de sentir. A mi mamá yo la veía en sus últimos años pasear por el patio y ahí me salía:

Ahí anda la vieja mama,

Con su bastón por el patio,

Con un tranquito cansino

Llevando a cuesta sus años.

Es un ñandubay añejo

De aquel pago potreriano.

Roque Falero, un músico del barrio ya fallecido que amaba a Entre Ríos, me dijo: ‘vos que cantás chacarera y samba, cantale a tu gente, a tu tierra, a tus abuelos’ y yo le hice caso. A mí me identifican como el chamarritero porque le canto a los pájaros, al río. Siempre fui bueno para pintar un paisaje, un paisano, un caballo.

¿Cómo es tu relación con la música?

Me levanto a la mañana y canto y es como que uno reza cantando. La música para mí es muy necesaria, yo si no canto siento que me falta algo. Nunca aspiré a grandes festivales, mi escenario es donde haya paisanos con ganas de escucharme. Yo me considero un cantorcito del pueblo:

Yo soy pájaro de Entre Ríos

Que nació para cantar

Sin pretensión de alcanzar

Altura con su volido.

Hasta acá creo que van mis aspiraciones con la música. Yo ‘volando bajo’ puedo estar con mi familia y cuidar lazos que no he perdido porque tengo tiempo para dedicarle. Yo estoy muy contento con lo mío.

¿Qué te ha dejado la música?

Tuve la suerte de conocer el norte con la música, los lugares como Valderrama.

Desde el año 1993 hasta ahora plata no hice, pero sí muchos amigos, y he ganado el cariño de la gente que me reconoce por lo que sé hacer, que es la música.

De vez en cuando me contratan los payadores para que yo les haga la música mientras ellos recitan. Ese es un trabajo que me fue acompañando con una moneda también. Lo que se compra con la guitarra tiene otro sabor.


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