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Diario El Argentinolunes 22 de abril de 2024
La Mujer

Aprendió a sanar con el poder de las plantas

Aprendió a sanar con el poder de las plantas

Guadalupe Simón

Aprendió a sanar con el poder de las plantas

Silvina Esnaola

EL ARGENTINO

Es médica recibida en la UBA, con un posgrado en medicina natural y fitomedicina (uso de plantas medicinales) y atiende pacientes de todas las edades: desde lactantes hasta personas mayores, aunque la franja más importante se ubica entre los 30 y 50 años y casi en exclusividad, la integran mujeres.

“Atiendo como médica tradicional, con pedido de estudios para establecer el diagnóstico, pero el tratamiento está orientado a la alimentación (base de los naturistas) y cuando se requiere medicación indico preparaciones a base de plantas medicinales, que se elaboran en farmacias especializadas u homeopáticas; recetas magistrales, como las de antes”, dijo Guadalupe Simón.

-¿Por qué elegís la medicación natural, basada en hierbas, y no la de laboratorios?

“Hay dos motivos, como dos líneas en mi vida. En la Facultad siempre quise hacer prevención. Cuando me preguntaban por mi especialización, decía que quería hacer una medicina que diera la chance al paciente de no enfermarse y no que venga a la consulta para tratar su enfermedad. También veía que había mucho exceso de medicación, que quitaba el síntoma pero no la enfermedad de raíz, que no sólo tiene base biológica sino también emocional. El paciente es un todo. Cuando viene a la consulta, no deja su emoción afuera. Quería una medicina integral, holística y esto lo reúne la medicina natural, que trata al paciente como un todo y de hecho, preguntamos y escuchamos durante una hora, hora y media”.

“Cuando me enteré que existía este posgrado me cerró de todos lados. Porque la medicación y la alimentación natural no curan un síntoma, sino que con ellas se trata la base. Somos lo que comemos y si queremos un cuerpo sano, nuestro alimento debe serlo. Muchas veces, mejorando esto, se mejora todo; no te sentenciás a depender de una medicación que además, se indica por poco tiempo, como máximo seis meses”. “Después, el paciente se mantiene con la alimentación. Esta medicina es preventiva y te da mucha calidad de vida”.

“El segundo eje lo adquirí cuando recién me recibí y empecé a trabajar en una salita en la Villa 31, como médica generalista. En la Villa hay poblaciones de peruanos, paraguayos y bolivianos, que son culturas ancestrales que usan mucho las plantas medicinales. Yo no tenía idea de plantas, porque en la Facultad vemos plantas en Toxicología y lo hacemos como potencial tóxico y no medicinal”.

“Veía que venían al consultorio y cuando recetaba un medicamento me miraban como bicho raro. Entendí que esta gente consumía plantas y no quería decírmelo. Empecé a estudiar y a hacer cursos de plantas medicinales. Entonces les daba amoxicilina para la faringitis y les preguntaba ¿tienen llantén?” (Aquí aclaramos que esta planta tiene acción antiséptica, expectorante, antibiótica, cicatrizante, antiinflamatoria, calmante, depurativa, saciante, antihemorrágica, emoliente y astringente) y se les trasformaba la cara. Empezaban a contarme. Comprendí que si combinaba la medicación tradicional y la de una planta, los pacientes adherían mejor al tratamiento. Con el tiempo, comenzaron a traerme plantas y así empecé a formarme con ellos y a estudiar y descubrí todo el poder que tienen. Si no fuera por ellos, no habría descubierto ni enamorado de esto. También, que el saber popular tiene un poder en el paciente y no tenemos que desprestigiarlo. Me pareció interesante, como médica y científica, agregar este saber popular, porque como decimos: el paciente es un todo”.

esto, Guadalupe agregó “trato de usar plantas silvestres nativas, porque considero que si nos crecen al lado, es por algo. No uso plantas de otras partes del mundo, porque está bueno aprovechar el recurso que nos da la tierra, que a veces la tenés y descubrís cortando el pasto. Y cosecharla, lavarla, hacerte el té, implica otra relación con el tratamiento y eso también hace que mejores”.

remedios naturales enfrentan el descreimiento..., le dijimos y Guadalupe respondió “cuando uno receta un medicamento (tradicional) lo puede hacer porque hizo una carrera de por lo menos ocho años, y está de la mano de quien lo vende que también hizo una carrera científica y tienen el soporte de los laboratorios. Entonces científicamente está muy bien sostenido. Con las plantas medicinales se puede trabajar científicamente o no. Como nadie necesita un título para recetar una planta medicinal, es un arma de doble filo, como ir a google. En mi caso, lo hago científicamente porque me gusta la ciencia, me gusta estudiar y voy a lo seguro”.

“Está en nosotros ver a quién escuchamos -continuó- como médica me ha pasado que siento que hay gente que me desprestigia hasta que empieza a escucharme. Y tengo un montón de fundamento científico si me querés escuchar. Ocurre que no estoy auspiciada por veinte laboratorios, porque no les da rédito trabajar con plantas.

Hay todo un monstruo grande que sostiene todo eso y que lo hace aparecer más importante, por todo el dinero que eso da. Pero no es así, necesariamente”.

“La medicina tradicional tiene cosas excelentes sobre todo en una guardia: en una emergencia tenés que usar la medicación. Después, para tu casa, hay formas más naturales y más concientes, porque esta medicina implica que el paciente se haga cargo de lo que tiene y comience a resolverlo, tanto a nivel emocional como biológico. A veces elige la medicina tradicional porque no quiere hacerse cargo. Entonces pide la pastillita...”

- Te encanta lo que hacés....

“Sí. No es un trabajo para mí. (De hecho, atiende los domingos, hace domicilios, estudia y compatibiliza su profesión con su familia: Manuel, médico tradicional y sus hijos Antú y Yarí). ¿Cómo compatibilizás?, le preguntamos y la escuchamos decir “Estoy muy atenta a las sensaciones. No me esfuerzo con una agenda súper cargada. Estoy atenta a cómo me siento. Con Manuel queremos criar a nuestros hijos, así que nos turnamos. También cuidamos mucho el estar juntos. Y así nos vamos dando los tiempos. Es muy armónico, no lo organizamos, se da en ese respeto con nosotros mismos y con el otro, y termina fluyendo...”


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