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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
Opinión

Resentimiento y rencor

Resentimiento y rencor

Por Guillermo Pellegrini


 

El resentimiento es sentir muchas veces dolor, frustración, injusticia o desengaño que vivimos tiempo atrás, provocado por una situación o persona y no lo podemos desterrar de nuestras vidas. Es una pena moral, emocional, negativa y destructiva. Nos angustia, nos enoja, nos daña no nos permite vivir con plenitud y ser felices…” El resentimiento es como tomar uno veneno y esperar que el otro muera”… (Nelson Mandela).

Lo malo es acostumbrarse a ser resentido, vivir con el recuerdo reprimido que suele crecer en odio o sentimiento de venganza; es la antesala del odio.

Es un estado de determinación, control y aparente poder de un sentimiento que lo tenemos como escudo ante situaciones determinadas, aflora con fuerza depredando y lastimando a las personas que lo rodean ya sea por parentesco, amistad, relación causal o laboral, nadie se salva. El rencor es tan fuerte como el perdón y este tan noble y poderoso como el amor. Es una actitud compleja de razón y pasión donde cuando se pierden los estribos, cuando la persona es superada por ese sentimiento negro, estalla y predomina más la pasión que la razón. Si ese estrés compulsivo, traumático del momento es más suave, no tan hiriente, la actitud del recuerdo es manejada por la razón; es un daño que el resentido ejerce en forma controlada, no tan destructivo, sino más bien táctico, prende una luz roja y la otra persona sabe que debe parar, retroceder pues esta frente a un potencial acto de coraje violento y reprimido.

El resentimiento junto al rencor te quitan  el respeto, el verdadero sentido del valor de la vida, lo llenan de odio a quien lo tiene y a los demás que son víctimas ocasionales o permanentes del resentido, de su accionar cuando está encendido por algo que le ocurrió durante el día que le revivió el dolor, el sentimiento reprimido  aparece enseguida  pues vive a flor de piel.

Este sentimiento surge de experiencias negativas que ocurrieron en algún momento de la vida. Ligeramente las podemos recordar como injusticias que hemos padecido, situaciones en la que no hemos podido defendernos ante maltratos emocionales o físicos, que nos llevan a no existir en forma plena en el grupo social; siempre estamos prevenidos, alertas, desconfiando, aunque no haya ocurrido nada, como esperando que surja como un géiser la manifestación endiablada que te hiere despertando el abominable sentimiento de daño, rencor y venganza.

Por lo tanto no existimos plenamente en el grupo social,  nos lleva a que en el deporte o en el trabajo, seamos ignorados, a veces usados no existiendo reconocimiento o mención a nuestros esfuerzos, nos sentimos devaluados.

No sabemos manejarnos , encontrar la oportunidad o fuerza, el coraje que nos permita dejar de ser grises y detener ese permanente sufrimiento que nos impide la relación normal, espontanea en nuestras actividades, nos afecta hasta poder alcanzar también los niveles de amor y pasión. Es un ancla de tristeza, dolor, rencor y angustia que no podemos dejar. Se pierde entre otras cosas el foco por el valor de la vida y la posibilidad de ser felices.  Pensemos también que ocurre si un  político, empresario o sacerdote posee esta enfermedad crónica,  como le afecta diariamente en la equidad de lo que tiene que legislar, producir o impartir en los términos de la pastoral y la fe.

Los sentimientos de envidia y celos son características de la persona resentida que considera que la vida es injusta, no entienden como otros consiguen cosas y son felices. Suelen desear vengarse de la persona que lo lastimó que ella también sufra, si es posible el mismo grado de dolor que él o más.

Nos conviene olvidar para ganar la paz, perdonar y aceptar los hechos, aceptar no significa estar de acuerdo. Hay mucha rabia en el mundo por las injusticias, la rabia no soluciona las diferencias, sino que crea más dolor, rencor y más injusticias.

El resentimiento junto al rencor que poseen algunos políticos provocan divisiones y enfrentamientos. Lugares de donde es difícil volver. Deberían soltar el pasado, vivir en paz interior y así poder cumplir con su deber social, perdonando lo que le hicieron y perdonándose por lo que hizo,  consigue paz espiritual, un mejor entorno y libertad.

 

Ref.: Max Scheler

*Guillermo Pellegrini es Maestro Normal y Lic. en Ciencia Política

 

 

 

 

 


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