05-02-2019

Inolvidable Rubén Peralta

Ha partido uno de los últimos exponentes de una generación que se enalteció en el cultivo del conocimiento, la educación y la sociabilidad. Disfrutaba compartir conversaciones en las que tejía y destejía sus recuerdos con la serenidad de quien puede evocarlos con la  conciencia limpia. Gran lector de las letras universales, sentía orgullo de haber podido  alternar con figuras que en su tiempo conformaron una especie de aristocracia cultural en nuestra ciudad. 
Aristocracia no de pompa sino austera y creativa. No será posible incluir todos esos nombres pero bastará mencionar a Julio Irazusta, Patricio Gannon, Pebete Daneri y Antonio Romero Frávega para calibrar el nivel de aquellos encuentros entre intelectuales, escritores y poetas. Con su humor contagioso revivía anécdotas de las situaciones desopilantes que ocurrieron en esa verdadera catedral del humor que fue el Copetín al Paso. El prodigio de su memoria   - intacta hasta sus últimos días - le permitía reconstruir la fisonomía de cada cuadra de nuestras calles céntricas en ambas veredas, no sólo con sus casas de familia sino también con el nombre de cada comercio, el de sus propietarios y hasta de los empleados. Asombraba su conocimiento sobre el cine italiano de pos guerra, de los años dorados de Hollywood y de las grandes representaciones teatrales en la Buenos Aires de la década del 40 en adelante, a las que había asistido puntualmente. 
Solía recrear los elencos completos de los ciclos del radioteatro argentino, en especial de Las dos Carátulas. Lo suyo no era sólo memoria: era cultura. Le apasionaba el  tango y puesto a hablar sobre el tema, desplegaba la amplitud de su conocimiento. Parecía saberlo todo sobre la vida y la obra de los poetas, los compositores y los intérpretes, incluyendo las letras y hasta las fechas y lugares donde fueron estrenados los éxitos más resonantes. Cada día, luego de leer los diarios, nos recomendaba los artículos más sustanciosos y desmenuzaba los editoriales con una agudeza de análisis hoy infrecuente en lectores más jóvenes. Imposible no quedarse un ratito más junto al maestro que mágicamente convertía en aula su mesa de café. Eso nos pasaba a sus habituales contertulios, a los muchos amigos que se detenían a saludarlo y hasta  a algunos forasteros que luego de permanecer un rato en el lugar, se acercaban para compartir un momento amable con ese ser carismático y cordial.
En mi última visita, al despedirme, aludí al cariño con que lo acompañaban y asistían sus hijos y nietos y él me susurró al oído: ése es mi tesoro. Nada de lo humano le era ajeno. Cuando alguien ponderaba su vitalidad, solía contestar con su chanza preferida: no crea, a mí se me ha puesto que voy a morir joven. Y efectivamente, falleció siendo joven, a sus ochenta y ocho años.
Entre las muchas cosas que nos dijimos en un largo tiempo de amistad y confidencias, a él le había gustado una anécdota que alguna vez le recordé: cuando falleció Morocho Bértora, Pebete Daneri pronunció unas palabras póstumas en las que destacó los méritos personales, profesionales y políticos de su tradicional adversario partidario. Y finalizó con algo original e inesperado. En cuanto lo escuchó, Rubén me pidió  – con deliciosa ironía -  que llegado el caso, yo le dedicara a él esas mismas palabras. Hoy se ha dado esa circunstancia y muy a mi pesar, cumplo con su deseo: “que te vaya bien, querido amigo; y cuando puedas, volvé”.  
 Mario Fischer

Recordatorio Concepción Martínez
05/02/2017 - 05/02/2019
Querida madrecita, hoy 5 de febrero se cumplen 2 años que no estás entre nosotros físicamente, pero sí en nuestros corazones. 
Por este motivo se oficiará una Misa en tu memoria, en la Parroquia Santa Teresita, hoy martes 5 a las 20 hs. Se invita a familiares y amistades.  Tus hijos.