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La Duquesa de Montiel

La Duquesa de Montiel

(*)Por Jorge Jurado  (Colaboración) Esta semana nos referiremos a la historia de una familia tradicional argentina los Unzué y dentro de ella a la duquesa entrerriana doña Juana Díaz y Urrutia Unzué. Juana era hija de don Javier Díaz y doña Juana Urrutia.


 

La niña había nacido en San Fernando allá por 1914 y luego sus padres se trasladaron pues don Javier consiguió trabajo como puestero de la estancia El Potrero propiedad de los Unzué. Cuando su madre falleció la niña fue adoptada por el matrimonio Unzué-Dorrego, pero ella quiso conservar su apellido paterno y se convirtió en Juana Díaz Unzué.

 

El destino de esta joven no fue el mismo de cualquiera de las nacidas en su época ni tampoco las de futuras generaciones. De sus padres adoptivos recibió una educación de alto nivel, incluso ya adolescente comenzó a relacionarse con familias de la más alta alcurnia de Buenos Aires y del exterior y a viajar constantemente a Europa, cosa infrecuente para esos años.

 

Fue así que en uno de ellos, la joven Juana conoció a Philippe Anne Louis Marie Dieudonné Jean D’ Albert de Luynes, que detentaba el título nobiliario de 11° Duque de Luynes. Philippe había nacido en Francia en el año 1905 y luego de un breve noviazgo ambos contrajeron matrimonio el 5 de julio de 1934 en una fastuosa ceremonia según relatan los biógrafos y notas de la época. Entre ambos tuvieron 8 hijos. Fue así entonces que nuestra paisanita de El Potrero, la niña de las cuchillas de Montiel, se convirtió en la Duquesa de Luynes.

 

Yendo a la obra de los Unzué en favor de la comunidad en nuestro país, la misma fue directamente proporcional a la fortuna amasada en la actividad agrícola y ganadera y Juana fue una activa participante en las mismas. En nuestra ciudad, tras cruzar el puente, todos conocemos un parque de aproximadamente 100 hectáreas que lleva el nombre de esta familia: el Parque Unzué. Este nombre se origina porque esas tierras fueron donadas al municipio de Gualeguaychú por los herederos de don Saturnino Enrique Unzué, nacido allá por 1828 y fallecido en 1886.

 

La donación fue realizada en 1920 a la Municipalidad a la sazón a cargo del intendente don Bernardo Peyret, quien se propuso embellecer esas tierras tal las condiciones impuestas en la donación. Pero la misma corría peligro de ser revocada debido a que pasaban los años y no se cumplía el cargo impuesto por los donantes. Por tal razón el intendente Peyret y un grupo de vecinos comenzaron a apurar los trabajos en el predio para evitar que la comunidad perdiera ese terreno recibido en donación.

 

Debemos recordar a nuestros lectores que cruzar el río y llegar al parque en esos años no era nada fácil, salvo en canoa u otra embarcación, hasta que en 1930 se construyó el puente, sin el cual la donación del actual parque se hubiese complicado.

 

Ya con el puente se comenzaron a realizar obras como por ejemplo la instalación de agua corriente, baños públicos, zonas de recreación, clubes, dando vida a nuestro parque, que hoy es una de las bellezas de la ciudad, de sus habitantes y los miles de turistas que nos visitan año tras año.

 

Posteriormente, durante la intendencia de don Pedro Jurado (1935-1939) que sucedió en el cargo a don Bernardo Peyret se diagramaron jardines y se plantaron los numerosísimos árboles que hoy ya son añosos y muy altos, es un hermoso lugar, donde se pueden practicar deportes, contemplar la laguna llena de aves, paseos, y lugares de esparcimiento.

 

Volviendo a la familia Unzué, Don Saturnino fue un poderoso hacendado y sus hijos Ángeles, María, Concepción y Saturnino José heredaron tierras en la zona norte de nuestra ciudad denominada “El Potrero” y fue por eso que desearon que esas tierras donadas a Gualeguaychú llevasen el nombre de su padre.

 

Según uno puede leer en diarios y libros relacionados con la familia casos similares se produjeron en todos los lugares de la república en donde los Unzué tenían tierras. No solamente acrecentaban su fortuna sino que se multiplicaban los donativos por doquier.

 

En efecto, así como la familia se desprendió con fines públicos de los terrenos del parque Unzué, también hizo lo mismo con parte de su increíble fortuna en la provincia de Buenos Aires y otras provincias, concretadas en forma de asilos, hospitales, iglesias y escuelas.

 

Los Unzué, provenían del país vasco y figuran entre los españoles que vinieron en las primeras corrientes inmigratorias. El primero en llegar en 1778 fue don Francisco de Unzué y Echeverría, capitán, regidor del Cabildo de Buenos Aires, y próspero comerciante.

 

Don Francisco se casó con doña Micaela Reynoso y Cuello y tuvieron cuatro hijos; entre ellos Saturnino, padre de Saturnino Enrique que da nombre al parque, y abuelo de Saturnino José quien efectuó la donación del mismo.

 

En el libro “Los Estancieros, desde la época colonial hasta nuestros días” (2010), la historiadora María Sáenz Quesada sitúa a dicha familia como verdaderos dueños de la tierra llegando a acumular casi 500.000 hectáreas.

 

Saturnino Enrique cuando Urquiza organizó el ejército Grande en 1851 para enfrentar a Rosas, lo ayudó con recursos y se afirma que, a cambio de esto, el estanciero recibió en pago alrededor de 50.000 hectáreas en la provincia de Buenos Aires.

 

También por su aporte a la campaña del desierto encabezada por Julio Argentino Roca y como retribución, el gobierno donó a Saturnino 10.000 hectáreas en el oeste de la provincia de Buenos Aires.

 

Por otro lado, la casa familiar de los Unzué en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires fue sede de importantes reuniones en búsqueda de la unidad nacional firmándose allí el cese de la guerra entre Buenos Aires y la Confederación Argentina.

 

Saturnino Enrique fue también diputado nacional en el período 1880-1884.

 

Sus hermanos Santos y Mariano y su hijo Saturnino José también fueron grandes estancieros y lograron acrecentar la fortuna de la familia.

 

Cuenta Sáenz Quesada que los estancieros ocuparon un lugar protagónico en la sociedad criolla que encaró la primera parte de la modernidad del país.Ese grupo social expresaba los intereses del sector económico más avanzado de su tiempo, la ganadería. Fue actor principal en la tarea de insertar al país en el mercado mundial a partir de su mayor ventaja comparativa que era la tenencia de la tierra y la producción agrícola y ganadera.

 

Los Unzué, así encarnaron como nadie el prestigio y el poder de los terratenientes. El mismo no sólo se reflejaba en los campos y su actividad o sus inversiones de todo tipo, sino sobre todo en la arquitectura de sus residencias de estilo mayormente francés.

 

Es conocido al respecto el Palacio Unzué, residencia de descanso de Mariano Unzué, hermano de Saturnino Enrique, que ocupaba casi tres manzanas de superficie en pleno centro de Buenos Aires.

 

A medida que la renta del campo se volvió más escasa producto de impactos de orden mundial, los dueños de grandes extensiones de tierra fueron perdiendo poder y dejaron de constituir un grupo hegemónico con capacidad para dirigir los destinos del país. Hoy incluso vemos que Argentina es aún dependiente de sus exportaciones agrícolas aunque sabemos que dentro del producto bruto mundial el porcentaje de las mismas es bajo. Según los economistas estamos asistiendo a la necesidad de tener que exportar tecnología y conocimiento que es lo que el mundo demanda aunque de por si los alimentos, y los recursos energéticos como comodities siguen revistiendo gran importancia por el ingreso de dólares y retenciones a las exportaciones.

 

Por las diversas crisis que atravesó el mundo y nuestro país no fue ajeno, los grandes tenedores de tierras fueron enfrentados por los pequeños y medianos productores y su rol fue puesto en el banquillo de la opinión pública. Así tomaron fuerza organizaciones de pequeños y medianos productores que adoptaron una postura de enfrentamiento hacia los grandes tenedores de tierras.

 

Muchos de sus miembros, antes millonarios, perdieron sus fortunas, de tal forma que debieron en muchos casos rematarlos e incluso tratar de incursionar en otro tipo de actividad.

 

Al respecto, en el caso de los Unzué ilustra esta pérdida de poder el hecho de que el palacio ícono de la familia fue expropiado por deudas fiscales en 1937.
En nuestra provincia, en tanto, la familia también fue obligada a vender parte de la gran extensión de campos que poseían sobre el río Uruguay, en la zona de “El Potrero”.

 

Cuentan los historiadores qué en la campaña para la presidencia del año 1946, Perón le pidió al Consejo Agrario Nacional, que preparara una medida para movilizar al electorado de Entre Ríos.

 

Así, en ese año, en una gran concentración de agricultores, se anunció la expropiación de campos ubicados en “El Potrero”.

 

Entre las obras de caridad realizadas por la familia de la Duquesa Juana podemos citar la imponente residencia del matrimonio convertida luego en residencia presidencial y demolida en 1956.

 

La célebre estancia "La Armonía" propiedad de Josefina Unzué en Mar del Plata; el Asilo Saturnino Unzué que uno puede ver cuando ingresa a Mar del Plata por la Avenida Constitución y la actual sede del Jockey Club donde vivía Concepción Unzué.

 

Cómo no mencionar también el Hospital Saturnino E. Unzué construido en 1908 y la Escuela Agrícola Salesiana Concepción Gutiérrez de Unzué erigida en 1925, construidas en memoria de sus padres por María Unzué mecenas del asilo "San José" fundado por su padre. También donaron la Basílica de Santa Rosa de Lima, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

 

Y, por supuesto, otro establecimiento similar, la estancia "San Jacinto" en Mercedes, a cargo del matrimonio Unzué Dorrego, padres adoptivos de nuestra duquesa, cuyo palacio continúa aún hoy deslumbrando por su arquitectura y entorno paisajístico. Casi un Versalles.

 

Y así llegamos a recrear brevemente la historia de una poderosa familia argentina y una de sus herederas, doña Juana María Díaz Unzué, que siendo hija de un puestero de estancia llegaría a convertirse en la 11º duquesa de Luynes. Las propiedades del matrimonio Unzué en "El Potrero"fueron vendidas en 2007 por los descendientes de doña Juana Díaz Unzué, nuestra Duquesa de Montiel o mejor dicho de Luynes. Ella falleció en 1993, por esas casualidades en el mismo año que su esposo el 11° Duque de Luynes.Increíble historia de esta dama y su familia.Hasta pronto queridos lectores. 

 

(*) El autor de este artículo es abogado, periodista, escritor de varios libros: “Poesías desde el alma”, “Don Pedro”, “Mi río, mis poesías, mis recuerdos”. Conductor del programa de radio “Tres por Semana “en la FM 91.3 de la Ciudad de Buenos Aires, columnista de LT41 de Gualeguaychú en el programa “La radio está en el aire “ y Director de El Censor Online, periódico que se publica todos los domingos en el grupo de Facebook denominado “ El Censor Online”.

 

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