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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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Blas de Lezo

Blas de Lezo

El personaje de hoy es un vasco valiente y aguerrido que se hizo famoso en la historia de España porque a través de su vida se fue desprendiendo de partes fundamentales de su persona. Tenga paciencia estimado lector y se enterará.

Nacido en 1689 en Guipúzcoa, hijo de una familia importante y rica, se encontró con un “problemilla” inicial: el mayorazgo. El mayorazgo era una institución muy arraigada que, como Ud. sabe, consistía en heredar al varón mayor todos los bienes del padre. Si esa ley no se hubiera derogado, los descendientes de Urquiza seguirían teniendo una estancia de ciento cincuenta mil hectáreas y los de García de Zúñiga poseerían todo el departamento de Gualeguaychú incluyendo la ciudad. El mayorazgo es una institución muy loable, especialmente para el varón que nació primero ¡jajaja!....Los otros hijos se quedaban en la lona y ese es el caso de Blas. Para buscar fortuna se entregó al servicio del rey haciendo lo que toda su familia hizo desde los siglos: ser marino. Se educó en Francia y no paró hasta ser Almirante de la Armada Española. En esos tiempos había muerto el Rey Carlos II sin dejar descendencia, pero había manifestado su deseo de que el francés Felipe de Anjou se quedara con el trono de España. Francia y España eran aliados, pero Inglaterra se asoció a otro pretendiente, el Archiduque Carlos de Austria, con lo cual logró lo que deseaba: estar en guerra con España y Francia y tener vía libre para invadirle territorios en América.

En 1704 Inglaterra había tomado posesión de Gibraltar y para recuperarla, los aliados libraron una batalla naval frente a Málaga, sanguinaria como pocas, con casi cuatro mil muertos. Nuestro personaje tenía recién 15 años pero ya era Alférez de Bajel.

El bueno de Blas, estaba en pleno combate con una pierna apoyada en el mascarón de proa de su nave y la otra más abajo sobre la cubierta, cuando una bala de cañón le arrancó la pierna izquierda y algunos dedos de la mano. Sin anestesia y en medio de la batalla le sacaron lo que había quedado de la pierna, amputando hasta la rodilla. Sobrevivió y siguió sirviendo a su rey Felipe V que junto con el rey de Francia Luis XIV le enviaron condecoraciones y títulos.

En 1706, con su flamante pata de palo, comanda una pequeña flotilla perteneciente a la Armada Francesa y se luce en la defensa de Barcelona.

Suya fue la famosa estrategia de dejar toneladas de paja húmeda incendiada flotando en el mar, para que el humo impidiera a los enemigos ver el avance de sus barcos.

Lo volvemos a encontrar años después en Tolón, defendiendo a sus aliados franceses de la acometida del príncipe Eugenio de Saboya. Allí tuvo la mala suerte de que una esquirla de cañón le destrozó el ojo izquierdo. Tampoco le importó su suerte tuerta y siguió adelante con su vida militar.

En 1712, se ocupó nuevamente de la Barcelona ocupada por el enemigo, al mando de un gran barco de guerra, el Campanella, de origen genovés. La orden era impedir el ingreso de abastecimiento por mar y nuestro amigo Blas de Leso cumplió celosamente el encargo pero….en una de las escaramuzas, una bala le dio en el hombro izquierdo y le dejó el brazo muerto para el resto de su vida. El brazo le colgaba como un fleco, con lo cual tenemos un héroe de veintitres años tuerto, manco y cojo.

En 1725, con gran prestigio militar, fortuna y reconocimiento real, se instala en el Perú, en plena campaña de “limpieza” de las presencias no españolas en las colonias.

Créase o no, Blas de Lezo conquistó el corazón de una de las más bellas damas de la aristocracia limeña, rica y majestuosa como pocas y…se casó con ella. Josefa Pacheco de Bustos y Solís, veinte años menor que él para más datos, le dio siete hijos. Piense el querido lector en las circunstancias de los engendros y haga volar su imaginación.

En 1729 , nuestro Superman vasco se enfermó de “vómito negro”, una rara enfermedad que asolaba las colonias y había llegado al puerto de Cádiz e inmediaciones. Regresó a España

porque fue dado de baja a su solicitud y allí fue recibido por Felipe V “el animoso”, que ya empezaba a hacer dudar a la corte si era animoso o alterado mental. El pobre rey murió totalmente deteriorado de cuerpo y mente unos años después.

Le ahorro el resto de la vida de Blas de Leso, resumiéndole que, a pesar de sus muchos males, continuó su gloriosa vida militar y tuvo tiempo de hacer buenos negocios ultramarinos que lo hicieron rico. Para despedirlo tenemos que viajar a Cartagena de Indias en Colombia, lugar que nuestro marino defendió como nadie del corsario Vernon, lindo bicho que terminó derrotado y se tuvo que tragar las pretensiosas monedas que había hecho acuñar en Inglaterra adelantándose al triunfo con inscripciones como “el orgulloso español derrotado por Vernon” o “ la toma de Cartagena por los héroes británicos”.

Durante una reunión de los altos mandos españoles en el barco Galicia, destinada a organizar el escarmiento final para los ingleses, otra bala de cañón cayó en medio de la mesa que estalló en filosas astillas, hiriendo gravemente a Blas en el muslo derecho y destrozándole la mano que le quedaba en uso. Tranquilo lector que lo que restaba de Blas de Lezo terminó de morir unos días después en la recuperada ciudad de Cartagena de Indias. Era 1741. Tenía 52 años.

En Madrid hay un monumento al héroe y mi duda siempre fue si el escultor primero lo hizo completo y luego le fue sacando las partes antes de entregar la estatua a la fundición o si ya lo fue modelando semi demolido. Se lo ve digno e imponente, apoyado en su pata de palo, sin una pierna, sin un ojo, sin una mano y sin algunos dedos en la que queda. Hasta la próxima lector. Pipo Fischer

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