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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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El expediente judicial N° 7814, caratulado “Yabrán, Alfredo Enrique Nallib, su suicidio”

El expediente judicial N° 7814, caratulado “Yabrán, Alfredo Enrique Nallib, su suicidio”

EL ARGENTINO es el primer medio periodístico en acceder al expediente judicial que registró todos los hechos vinculados con la muerte de Alfredo Yabrán. Por primera vez, en estos 21 años que se cumplirán mañana lunes 20 de mayo, se revela uno de los secretos que con mayor celo estuvo custodiado por la Justicia: se trata del expediente N° 7.814.  


Por Nahuel Maciel
(Colaboración en la investigación Ángeles Barcia)

El 19 de mayo de 1998, Alfredo Enrique Nallib Yabrán se sentó frente a su escritorio del casco de la estancia San Ignacio y escribió su última carta, dirigida al “Sr. Juez”, explicando los motivos y el contexto por el cual decidió quitarse la vida y que lo concretó al día siguiente en el marco de un allanamiento ordenado por la Justicia y que tenía como objetivo su captura.
Exactamente a 21 años de ese acontecimiento y por primera vez en la historia, un medio periodístico accedió al expediente judicial 7814, caratulado “Yabrán, Alfredo Enrique Nallib, su suicidio” y que llevó adelante el entonces Juzgado de Instrucción N° 2 de Gualeguaychú, a cargo de la jueza Graciela H. Pross Laporte e iniciado el 20 de mayo de 1998.
Se trata de tres cuerpos: el primero que llega a la foja 201; el segundo que termina en la foja 400 y el tercero que lo hace en la foja 521.
El acceso al expediente judicial, el primero que realiza un medio periodístico, se realizó luego de un pedido a la Justicia de acceso a la información y en el entendimiento de que ningún derecho es absoluto, se ofrecieron las precauciones para no lesionar el derecho a la intimidad que le asiste a toda familia.
Así lo entendió el juez de Garantías y Transición N° 1, Tobías Podestá y el abogado de la familia Yabrán fue notificado de la resolución de acceso con fines periodísticos y al mismo tiempo se asumía el compromiso de no reproducir bajo ninguna forma (ni siquiera por retrato hablado) las imágenes o fotografías que pudieran herir los sentimientos de la familia del protagonista de esta historia.
Las actuaciones en Gualeguaychú se iniciaron a raíz de un exhorto del Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 3 del Departamento Judicial de Dolores, en la causa N° 56.456, caratulada “Cabezas José Luis víctima de privación ilegal de la libertad calificada y homicidio doblemente calificado en General Madariaga”, donde requería que se dispusiera de nueve allanamientos a los fines de proceder a la detención de Alfredo Enrique Nallib Yabrán.

Primer Cuerpo: El inicio de las actuaciones

El expediente se inicia con un acta que fue realizada de manera manuscrita, con lapicero tipo birome y de tinta azul a las 13:30 del 20 de mayo de 1998 y está firmada por el titular de la Jefatura Departamental de Policía de Gualeguaychú, comisario inspector Hernán Degrugiller, integrante de la comisión policial que tuvo a su cargo el allanamiento a la estancia San Ignacio, perteneciente a la firma Yabito SA, y ubicada en la zona de Rincón del Gená por la Ruta Provincial N° 39 y a 17 kilómetros de Villa Mantero.
El procedimiento quedó narrado del siguiente modo: “Una vez allí, encontrándose el comisario Miguel Cosso, personal a sus órdenes, juntamente con el jefe departamental Uruguay, comisario mayor Alloatty, sub jefe comisario inspector Jorge Cabrera, División Investigaciones, comisario principal (Carlos) Alberto Seves, personas que oficiaban de testigos civiles junto con la persona encargada de la casa, al intentar abrir una puerta cerrada con llave, desde el interior de dicha habitación se escucha un disparo de fuego. Abierta la habitación se puede ver en el interior del baño de la suite, un cuerpo sin vida que yace sobre el piso boca abajo, y el encargado de la casa (reconoce) que era Alfredo (Yabrán). De inmediato se efectúa el cierre del baño, con la correspondiente custodia y se informa al Juzgado”.
A Foja 2 y fechado en “Villa San Antonio, 20 de mayo de 1998” (Villa, por Aldea) se deja constancia: “Vista la comunicación efectuada por el señor jefe de policía departamental local, comisario mayor Degrugiller, a la que me remito dada la urgencia del caso de cuyo contenido he sido impuesto vía telefónica, disponiendo constituirme en casco de estancia San Ignacio”. Luego da inmediata intervención al médico forense a los efectos que proceda al levantamiento del cadáver y práctica de autopsia y lo firma la jueza Pross Laporte, la secretaria María Angélica Pivas y el fiscal Guillermo Biré.
A la foja siguiente y con el objeto de “informar” se deja constancia a la jueza “las personas que tienen conocimiento directo del hecho y en circunstancias que éstos daban cumplimiento al mandamiento librado por ese Juzgado y donde se ordenaba el allanamiento del establecimiento San Ignacio”.
“Luego de realizar la primera requisa del puesto donde habita el encargado del establecimiento, el señor Gervasoni Roberto Alonso, con la presencia de los testigos de actuación, señores: Rodríguez, Gustavo Adolfo y Apt Rubén Darío, se procede en el lugar y se revisan dos edificaciones allí existentes, arrojando resultado negativo”.
“Prosiguiendo con el cumplimiento del mandamiento, se traslada la comisión policial al casco de la estancia propiamente dicho, lugar donde se es atendido por el señor Aristimunio Leonardo Andrés y su esposa Biordo, Andrea Fabiana, ambos mayores y empleados administrativos, quienes se les hace conocer el mandamiento a cumplir y autorizado a ello, se procede a la requisa total de la finca, estando presentes las personas ya nombradas más el móvil 461 de la Departamental Uruguay, a cargo del oficial principal Chamot, Héctor Mario, agente chofer Metzler Fabián y agente Murillo Roberto; el móvil 440 también de la misma departamental y a cargo del comisario principal Seves Carlos, subinspector Berbabuede José y chofer agente Orman Humberto. Así mismo, el móvil de la división investigaciones de la Departamental Gualeguaychú a cargo del comisario Cosso Miguel Amancio, oficial principal Vergara Pedro, y el ya nombrado encargado del establecimiento al igual que los testigos de actuación, haciéndoseles saber el cometido al nombrado Aristimunio; están presentes en el acto también el señor jefe de la Jefatura Departamental Uruguay comisario mayor Ramón Adolfo Alloatti; subjefe de la misma, comisario inspector Jorge Cabrera; y llegando luego al lugar el comisario mayor Degrugiller Hernán, el subcomisario José Faes, agente Rodríguez Lorenzo y chofer agente Gómez Alejandro. También en el lugar estaba presente el oficial principal Darío Ferreras y el cabo Luis Alberto Biré de la Departamental Gualeguaychú y que llegaron al lugar en el móvil de la departamental Uruguay, siendo los mencionados, los primeros funcionarios policiales en llegar al casco de la estancia, mientras que los restantes integrantes de la comisión, habían cubierto otros sectores de la estancia en prevención de probables fugas” y lo firma el subcomisario José María Faes.

Foja 4: los testigos civiles Rodríguez y Apt

Ese 20 de mayo de 1998 la jueza Pross Laporte constituye despacho en el casco de la estancia San Ignacio y comparece ante su presencia una persona que debe prestar declaración testimonial, y manifiesta llamarse Gustavo Adolfo Rodríguez, argentino, soltero, de 28 años de edad, peón rural afectado a la empresa Yabito SA; “desde hace más de un mes, concretamente desde el 1° de abril del corriente año”, domiciliado en Pueblo General Belgrano.
Rodríguez sostiene: “A mí, después del mediodía, me trajeron de testigo, me pidieron que los acompañara hasta acá adentro, me dijeron que estaban buscando a ese hombre, a Yabrán, yo a él no lo conozco” y luego da cuenta que “también venía como testigo un compañero de trabajo al que conozco por Rubén, él está conmigo trabajando como peón rural en esta estancia”.
“Que como a la una y media de la tarde llegamos acá al casco, que los policías que eran varios oficiales, dos de ellos se encargaron de tomarnos los datos como testigos para entrar a acá. Entramos por la puerta de la habitación donde ahora estoy declarando, donde hay un pool y desde acá tomamos por la derecha por un pasillo”.
“El oficial a cargo nos dijo que nosotros teníamos que acompañarlos a ellos a medida que hacíamos el procedimiento. Pasamos la puerta del pasillo que da al otro living, junto con el otro testigo y policías eran como unos cuatro”.
“Había una puerta que no la podían abrir, cuando abren la puerta la policía (…) creo que con otra llave de otra habitación abrieron y cuando abren se siente un disparo”.
“Yo salgo para afuera, yo pensé que era una tabla que había caído cuando abrieron la puerta en ese momento dijeron que era Yabrán ese hombre, esto lo dicen los policías, que ellos me lo muestran y me dicen reconózcalo que entrara y vi a la persona tirada en el suelo boca abajo con una mancha de sangre en el piso. La cara apoyada en el piso. Debajo de él hay un arma. Vi por el refilón que supongo es una escopeta del 12. Se estaba derramando sangre en el lugar, en la parte de la cabeza, o sea de la cara, si bien la cara está boca abajo. La sangre le salía por la cara, le cubría la cara, aclaro que la cara no lo puedo ver yo lo veo desde arriba el pelo medio canoso, con bastantes canas. Que la persona que estaba en el piso en la forma que he declarado estaba solo. Que cuando se siente el tiro es cuando abren la puerta. Cuando estaban empujando la puerta para ingresar ahí se siente el disparo”. 
“Que yo vi que cuando estaban empujando la puerta, escucho el ruido, que yo no sabía que este hombre, Yabrán, estaba acá. Yo nunca lo había visto. Yo solo escucho radio y escuchaba que estaban en la búsqueda de Yabrán. Sé por comentarios que Yabrán es el dueño de esta estancia”.
“Que cuando ingresamos al casco con la policía nos recibe el encargado. Él estaba acompañado con su esposa, cuyo nombre no sé. Yo sentí un grito, el muchacho, el encargado se abrazó a la señora, los dos lloraban en la puerta del lugar. El grito que dio era del llanto del encargado. Los oficiales me pidieron que me quedara en el lugar, en el otro living y que no saliera del lugar. Allí estuvimos hasta que llegaron ustedes. Que cuando las policías llegan al lugar y me piden como testigo, me dicen junto con el otro testigo, que vinieron a hacer un allanamiento y que los acompañáramos hasta acá dentro porque venían a buscar a este hombre de apellido Yabrán”.
Luego agrega que “nosotros teníamos una orden por parte de acá, del encargado de no venir para este lugar. Cuando digo nosotros me refiero a mí y a mis compañeros, que esta orden me la dieron como hace unos cinco o seis días, o sea aproximadamente una semana atrás a la fecha. Que yo en esos días no vi ingresar a nadie”.

A Foja 5 declara a las 17:20 de ese 20 de mayo el segundo testigo, que manifiesta llamarse Rubén Darío Apt, argentino, soltero, de 31 años, peón rural, instruido, domiciliado en Villa Mantero.
Apt expresó que “llega la policía a la otra parte de la estancia, viene a ser la entrada principal. Nos dicen que es un allanamiento para buscar a Yabrán, si podía salir de testigos les dije que sí. Luego me pidieron lo mismo a Rodríguez y junto a nosotros también vino el encargado de nombre Roberto Gervasoni. Vinimos hasta acá en un auto de la policía. Llegamos a acá y serían aproximadamente las 2 de la tarde, y ahí se empezó el allanamiento por esta habitación entramos”.
“Es la primera vez que entro acá y la policía junto con nosotros como testigos comenzaron a mirar y nos dirigimos a la derecha, o sea entramos por la puerta de esta habitación donde hay un pool y nos dirigimos a la derecha y ahí encontramos una puerta cerrada con llave”.
“Esto lo vi yo porque estaba parado al lado del policía que la tanteo y después con otra llave que encontraron la probaron y cuando se movió la llave que abrió se sintió el disparo”.
“Ahí entramos con la policía y estaba tirado en el suelo un hombre canoso boca abajo, la cara no la vi. Si vi que salía sangre. Cuando la puerta se abre se siente el disparo. Antes de eso no había entrado nadie. Que nadie lo tocó. Vi la punta del caño de un arma, pero no sé si es un rifle o una escopeta, sí que es un arma larga”.
“Que no escuché ningún grito. Que antes de entrar por la ventana, golpearon la misma, estaba cerrada, esto fue aun cuando no habían abierto la puerta. Un policía golpeó la puerta y lo llamó a Yabrán, a esto lo vi. No recuerdo si lo llamó a Yabrán por el nombre o por el sobrenombre. Yo sé que el nombre es Alfredo y el sobrenombre no lo sé. Que yo a Yabrán no lo conozco. Que cuando golpea la ventana no contesta nadie. La ventana por la que llaman es la primera saliendo por la puerta trasera, está igual que las otras, cerradas con sus persianas bajas, los vidrios también cerrados”.
“Que cuando la policía pide la llave de esa puerta al encargado, él le contesta que no la tenía. Que en el momento que vemos el cuerpo en el suelo, el encargado corrió enseguida y ahí él dijo ´Qué hiciste hermano´. Nada más. No dijo ningún nombre. Se puso el encargado mal y junto con la señora que estaba acá se abrazaron a llorar. Que cuando digo que el encargado Gervasoni viene con nosotros me refiero al encargado del campo y el que estaba en esta habitación con su señora cuando llegamos era el encargado de acá, del parque; o sea, el de este casco que el nombre no sé y es el que dijo ´qué hiciste hermano´, que Gervasoni también entró con nosotros acompañándonos en el allanamiento, que nosotros para este lado no veníamos, teníamos la orden de no hacerlo. Y esa orden era de Gervasoni, desde hace más o menos unos veinte días. Que no vio ingresar ningún automóvil extraño estos últimos días”. 

Foja 8: Acta de reconocimiento del cadáver

A las 19 horas del 20 de mayo de 1998, y en presencia de los testigos civiles hábiles Danilo Ariel Eckert (argentino, casado, con instrucción, peón rural, y con domicilio en Villa San Antonio); y Claudia Mabel Benítez (argentina, soltera, de 25 años, ama de casa y con domicilio en Villa Mantero); el oficial principal Pedro Miguel Vergara, funcionario policial actuante da comienzo al reconocimiento del cadáver.
Quienes lo reconocen son Miguel Oscar Yabrán, argentino, de estado civil casado, dice tener 47 años de edad, de profesión comerciante, y con domicilio en Larroque; también se hace presente la señora Angélica Yabrán, jubilada y con domicilio en Larroque.
Primero pasa Miguel Oscar y reconoce que “es Alfredo”; requerido por el apellido, dijo: “Yabrán”; agregando a continuación “Alfredo Enrique Nallib Yabrán, mi hermano”.
Seguidamente se procede de igual forma con Angélica Yabrán, quien previo observar al cadáver manifestó “es Alfredo, mi hermano”.
Este acto de reconocimiento finalizó a las 19:29, de acuerdo al acta que obra en el expediente judicial.

La carta

Yabrán dejó una carta dirigida al “Señor Juez”, fechada el 19 de mayo de 1998, es decir, un día antes de su suicidio, donde explica los motivos de su determinación.
La carta, textualmente, dice:

Señor Juez
Ante esta formidable campaña de condena pública dirigida por el gran director Domingo F. Cavallo en sociedad con todos los inescrupulosos políticos comprometidos en hacerlo a Duhalde dueño de la verdad y del país, quiero expresarle mi decisión de quitarme la vida ante la imposibilidad de seguir sufriendo y haciendo sufrir a todos mis seres queridos.
Esta patraña montada, quién sabe con qué diabólico fin y sin garantías jurídicas que permitan soñar que al final la verdad triunfe!!
Siempre creí en la Justicia, di todas las respuestas y pongo de testigos a quienes me convocaron que nunca pedí ninguna protección y/o favor.
A partir del caso “Cabezas” comencé a recibir distintos tipos de extorsiones de parte de muchos intervinientes en el caso (camaristas, Investigadores, políticos, abogados y gente que no da la cara, pero sí datos precisos) que me convencieron de que a pesar de la honorabilidad del juez José L. Macchi, en la Provincia de Buenos Aires NO HAY JUSTICIA.
Lo denuncié y ni siquiera lo tuvieron en cuenta, lo pulverizaron en la prensa!!
Como no aguanto ser el payaso de este circo montado por “DUHALDE Y SUS BOYS” es que JURO mi inocencia, expongo el caso por si se quiere limpiar el país de estos personajes y me someto a la Justicia Divina.

Firmado por Yabrán, Alfredo Enrique Nallib, fechado el 19 de mayo de 1998.


Además, en el Suplemento Especial de 16 páginas en la edición papel también se registra la autopsia, la actuación de los médicos forenses; la declaración testimonial de los empleados de la estancia San Ignacio, la de Héctor Colella (nombrado por Yabrán como su sucesor), y los procedimientos que permitieron el secuestro de armas, dos sobres y un teléfono, los pedidos de pericias y la declaración de los demás policías que participaron del procedimiento ese 20 de mayo de 1998.

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