Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Opinión

Amas de casa, el trabajo invisible

Amas de casa, el trabajo invisible

Estuvieron y están siempre ahí: puertas adentro, sosteniendo el círculo de los días, la rutina que gira y gira y que, como la Tierra, no puede detenerse sin que con ella se detengan el mundo, la vida.

Son la voluntad verdadera de lo cotidiano. Encienden las mañanas y apagan cada una de las noches en una imperceptible marcha que lleva finalmente al escenario de la sociedad a las nuevas generaciones: jóvenes alimentados, educados, cuidados y necesariamente amados para asumir el turno de la construcción de la materia y el pensamiento.

Son las que en la división de tareas se quedaron en la retaguardia, mientras sus maridos entregaron sus brazos a la producción de bienes, a la generación de riquezas de las que les quedaba una ínfima porción. Poco de esas riquezas hubieran sido posibles si detrás de los trabajadores no hubieran estado sus mujeres apuntalando cada pequeño universo.

Y pese a tan vasta e imprescindible tarea sin descanso, han sido casi invisibles. No sólo a los ojos de la sociedad, sino hasta de sus pares y seres cercanos, ocultas bajo el peso de un sistema adverso de valorización del esfuerzo y de una cultura machista, que tan bien expresaron las publicidades de productos para el hogar.

Sin retribución ni reconocimiento, han soportado el rigor de la dependencia económica hasta el final y el ninguneo a su tarea. Y mientras multitudes femeninas avanzan por más conquistas y se empiezan a repartir responsabilidades domésticas, son incluso desconsideradas por su rol puertas adentro.

Amas de casa es la definición de fantasía que las presenta y que acaso las diluye detrás de un acto de amor y de vocación que supuestamente les da sentido y recompensa. Mejor descriptas son como trabajadoras del hogar, pues esa es su condición.

“El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes”, dice el artículo 14 bis de la Constitucional Nacional. Recién a mediados de la década pasada se puso finalmente en práctica la ley de moratoria jubilatoria para ciudadanos con ningún aporte o pocos aportes, que se hizo conocida como “jubilación del ama de casa”, porque se acogieron a ella una inmensa mayoría de mujeres de esta condición.

Se jubilaron así unos tres millones de mujeres, dato que revela la precariedad de protección social en la que se encontraban y se encuentran multitudes de ellas.

En estos días trascendió que la moratoria que vence el próximo mes de julio no sería renovada por el Gobierno nacional y sería reemplazada por la Prestación Universal del Adulto Mayor (Puam), creada en 2016 y que otorga a quien sea beneficiario el equivalente al 80 por ciento de la jubilación mínima.

La justicia social no es un subsidio ni una dádiva; mucho menos un gasto. Las amas de casa, y las mujeres y los hombres que ha padecido y padecen condiciones precarias de trabajo, representan una elocuente deuda de la sociedad.

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar