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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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Mujeres que hacen cosas...

Paola Fernández: Le encontró la vuelta al chocolate

Paola Fernández: Le encontró la vuelta al chocolate

Silvina Esnaola

EL ARGENTINO

Hace dieciocho años que dejó su Federal de siempre para instalarse aquí, donde construyó una familia junto a Claudio y con el tiempo, la empresa que funciona a la par y de la que son parte sus tres hijos.

Paola Fernández es el alma mater de ese universo de chocolate que es hoy el kiosco que está en la costanera, sobre San Lorenzo, entre Doello Jurado y Tres de Caballería.

-¿Cómo lograste armar este emprendimiento familiar?

“Arrancamos por la necesidad de ampliar la oferta de nuestro kiosco, que mi marido tiene hace 25 años, porque la actividad viene en baja. En verano, se trabajaba bien dos meses, ahora te diría que enero casi no se siente, en febrero la actividad remonta un poco y se acabó. Y dependemos del tiempo, que no llueva el fin de semana...”

“Tuvimos que buscar qué hacer para cambiar de a poco el rubro. Y como vendíamos huevos de Pascua de marca, se nos ocurrió hacerlos cuando la gente empezó a pedir “algo más barato”. Y esto, sin tener idea de cómo se trabaja el chocolate”, contó.

“El primer año hice ciento veinte huevos ¡y estaba feliz! En la última Semana Santa

-“estamos trabajando bien hace cuatro años”, aclaró- se vendieron más de cuatro mil, desde los más chiquitos y baratos hasta los más sofisticados, porque también hacemos huevos personalizados” detalló, agregando con orgullo que este año, varios de éstos llegaron a Canadá, Chile y Brasil.

Siguiendo su relato, sabemos que como en el primer intento “la venta fue fuerte”, le propuso a Claudio (su marido) dedicarse de lleno. Y entonces comenzaron a sumarse los bombones, las formas, los chocomensajes y también, en la medida en que fueron interesándose, se incorporaron Lautaro (19), Ana Paula (16) y Nicolás (14), haciendo cada uno lo que mejor sabe hacer.

“A mí me vas a encontrar en la cocina; Claudio va y viene, buscando negocios donde venderlos, las entregas (ya veremos que también hay un reparto), Lautaro diseña y hace lo que le pidas, ya sea un logo, una torre, un palo de hockey... A Ana Paula le gusta preparar la masa de los alfajores y las pastas para los postres. Y Nicolás prefiere la atención al público”, precisó.

Como en el relato aparecieron los alfajores y los postres, Paola contó que hace un año estudia con Mónica Orbegozo para hacer tortas elaboradas y mesas dulces.

“Es decir, que el kiosco quedó chiquito, porque cada vez hacemos más chocolatería, ganándole lugar”.

Y dicho esto dio un dato para tener en cuenta: en su mayoría, la clientela es gente de Buenos Aires. Que ha probado y vuelve por estos productos para consumo propio o para regalarlos “porque los embalamos de manera que llegan en perfectas condiciones, además de tener un precio más conveniente”.

Para Paola fue importante destacar que el equipo chocolatero/repostero hace todo. En el caso de las tortas, desde el bizcochuelo hasta la cobertura. Lo mismo para los alfajores y bombones. “Somos cinco”, remarcó

En cuanto a cuál es el fuerte en toda esta variedad que ofrecen, dijo que no lo hay, porque “cuando uno afloja, hay otro” y porque trabajan chocolate sin azúcar para diabéticos, sin TACC para celíacos y el común, con o sin frutas secas.

“También tenemos los desayunos y picadas” agregó, poniéndonos al tanto de estas dos posibilidades más, que su esposo se encarga de llevar a destino.

Como se ve, la familia está todo el tiempo girando en torno de este emprendimiento a base de esfuerzo, porque como dijo, “abrimos a las 11 y cerramos a las dos o tres de la mañana del día siguiente”.

Esta amplitud horaria en la atención también es parte del crecimiento al que han aportado los encargues de comercios para regalar a sus clientes con el logo propio, así como las diversas figuras en chocolate que elaboran, como las guitarras que llegaron a manos de Abel Pintos.

Y pese a su necesidad de expandirse para producir más y así liberarse de los alquileres de la casa o el local, cuando en algún momento revisan con Claudio lo que han logrado hacer, el saldo para Paola es positivo “al cien por ciento”.

“Vine de Federal haciendo dedo, con mi hijo mayor y 20 pesos en el bolsillo. Me había divorciado y necesitaba trabajar. Apunté a Gualeguaychú por el turismo, que para mí significaba una oportunidad”, contó.

Como sólo ella sabe llegó a nuestra ciudad en aquel enero terrible en el país, luego de la crisis de diciembre de 2001.

En el balneario tuvo su primer trabajo en la atención de un puesto de artesanías que le confió Jorge Galguera y también un lugar donde dormir con su bebé. El baño. Con esto y la ayuda de la familia Esmoris para comer, siguió presentándole batalla al destino.

“No me olvido de eso”, dijo con firmeza, para agregar “me ayudó mucha gente cuando vine acá”.

Y esto lo agradece en forma constante, además de inculcar la solidaridad a sus hijos.

En Gualeguaychú Paola encontró una oportunidad para enamorarse, para formar una familia, para trabajar...

Y también, como decimos, le encontró la vuelta al chocolate.

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