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Despoblar, arrasar y contaminar

Despoblar, arrasar y contaminar

Por Nahuel Maciel

EL ARGENTINO

El presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, está siendo señalado a escala planetaria como uno de los mayores responsables del criminal incendio que afecta a el Amazonas.

Uno de los territorios mundiales donde existe la mayor diversidad de especies (“paraíso natural o ecológico”, al decir de los expertos) se encuentra envuelto en llamas por causas no aclaradas de manera formal, pero provocadas claramente por la deforestación que genera la agricultura intensiva para sembrar soja; la sequía generada por el cambio climático y las ambiciones de empresas forestales, agropecuarias, mineras (extractivistas) que han generado uno de los desastres de mayor magnitud en el planeta.

¿Qué es el Amazonas, además de un inmenso manchón verde que lo convierte en el pulmón del mundo? Es un territorio que representa casi el 25 por ciento de toda Sudamérica y es compartido por ocho países: Brasil (que ostenta el 60 por ciento de la Amazonia), Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela.

Pero es algo más que eso: es una de las mayores reservas de agua dulce del planeta, aunque se estima que poco más del 20 por ciento de su territorio ya ha sido diezmado por la sed de dinero de empresas capitalistas, que gozan de la impunidad que les ha dado los distintos gobiernos y en especial el fascista de Bolsonaro.

Los productores agropecuarios y forestales se siguen burlando de las advertencias que ha dado, por ejemplo, la Unesco, cuando señala que el planeta puede ingresar en un déficit hídrico dentro de una década, si es que antes no cambia el actual modelo de producción y consumo; y pueda activar políticas de preservación que impliquen la no aplicación de agrotóxicos y el desaliento del desmonte nativo.

Prohibir la aplicación de agrotóxicos y desalentar el desmonte nativo, son justamente dos lineamientos de la política del gobierno entrerriano (y nacional), que hoy bien podrían mirarse en el espejo de la Amazonia o escuchar las advertencias de organismos como la Unesco.

Para el actual sistema nada impide arrasar con una de las maravillas naturales del mundo y encima para ello cuenta con la barbarie de una gestión de gobierno como la de Bolsonaro.

El Amazonas es el río más caudaloso y largo del mundo: nace en los Andes peruanos y desemboca en el océano Atlántico, luego de serpentear poco más de siete mil kilómetros de distancia. Su ciclo hidrológico alimenta diversos acuíferos conectados tanto de aguas superficiales como subterráneas, y es considerada una de las reservas de agua dulce más vitales e importantes del mundo. Pero, vaya paradoja: en la mayoría de sus tramos ya se observa una contaminación por agrotóxicos y otros venenos (como el mercurio, usado en la minería) cuya remediación ni siquiera se encuentra contemplada en ningún plan de gobierno.

Despoblar, arrasar, contaminar es el ciclo más evidente de esta catástrofe. El mismo ciclo que se observa en el campo entrerriano, donde se despobló, se arrasó el monte nativo y se contaminó su territorio. No es un paralelismo ocioso, sino evidente.

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