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Diario El Argentinomartes 16 de abril de 2024
Opinión

Depredación y descontrol

Depredación y descontrol

La pesca ilegal y descontrolada en el Mar Argentino constituye un grave problema, al que los gobiernos de las últimas décadas no le han encontrado una solución definitiva, más allá de acciones esporádicas contra embarcaciones depredadoras de origen extranjero.


Uno de los últimos operativos que tomó estado público se produjo en febrero de este año, cuando un guardacostas de la Prefectura Nacional interceptó a un buque de bandera surcoreana mientras operaba en la denominada Zona Económica Exclusiva, en cercanías de Comodoro Rivadavia, con unas 130 toneladas de pescado.

Una carga monumental (luego decomisada), que da una idea acabada del descontrol que impera en esa materia, pese a las políticas trazadas por las autoridades argentinas en el marco de la preservación de los recursos ictícolas.

Es pertinente atender las advertencias que lanzan los organismos internacionales acerca de la falta de regulación de la pesca a gran escala en aguas internacionales, en flagrante perjuicio de la fauna marina.

En ese desafío para nada sencillo se encuentra embarcada desde hace tiempo la organización ambientalista Greenpeace. La entidad denunció días atrás, en la ciudad de Buenos Aires, que unos 400 pesqueros de potencias internacionales depredan a diario en aguas argentinas.

La señal de alerta se difundió en el marco de una campaña a escala global que arrancó a principios de este año en el Océano Ártico y que intenta llegar a la Antártida. Una forma de concientizar a los líderes del mundo sobre la urgencia de refrendar un Tratado Global de Océanos, tema que formará parte del debate en la cumbre motorizada por la Organización de las Naciones Unidas para marzo próximo.

Los activistas de Greenpeace advirtieron que este tipo de maniobras clandestinas consiste “en levantar toneladas y toneladas de merluza y de calamar".

Añaden que el problema no sólo se limita a estas especies, sino que toneladas de peces se mueren en las redes y son devueltos al mar, lo cual genera desequilibrios ecológicos.

Es complejo inferir que la necesaria regulación pueda erradicar la piratería que opera de manera significativa en las costas argentinas. Es por ello pertinente dotar de las herramientas necesarias a los efectivos guardacostas, en atención a dar batalla a los infractores, que muchas veces pagan las multas de rigor pero vuelven inexorablemente a los pocos meses, en abierta situación de reincidencia.

No es cuestión de militarizar en extremo el mar que pertenece al país. Pero hay otras formas de expandir conciencia en bien de que (como pregona la organización) hacia 2030 gran parte de los océanos del mundo sean aguas marinas protegidas.

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