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Opinión

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75 años de la pesadilla, un objetivo: que no se repita

75 años de la pesadilla,  un objetivo: que no se repita

Ayer se cumplió un nuevo aniversario de la liberación del mayor horror que registra la historia de la humanidad, durante la etapa final de la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial. Con Auschwitz se recuerdan los 75 años del ingreso de tropas soviéticas, el 27 de enero de 1945, que puso fin a parte de la


Por Roberto García Moritán

 

tragedia del campo de concentración y exterminio situado entre los ríos Vístula y Sola en Alta Silesia, a 43 kilómetros de Cracovia (Polonia), donde se cometieron los peores crímenes y se ejecutó a un millón cien mil personas, el 90% de ellas judías. Ese campo se convirtió en ejemplo de la deshumanización. Naciones Unidas, desde el 2005, recuerda esa fecha como el Día Internacional de la Memoria de las Víctimas del Holocausto.

Del genocidio de los seis millones de judíos por parte del régimen nazi, Auschwitz representó la industrialización de la muerte a escala inédita, como describió el gran pensador Primo Levi, sobreviviente del espanto, al señalar que la vida humana no significaba nada más que un número en un brazo, en espera de las duchas de las cámaras de gas tóxico, los hornos crematorios y las fosas comunes. La UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1979 como uno de los lugares de mayor simbolismo del Holocausto o Shoah, término del hebreo y cuyo significado es catástrofe.

El terrible complejo criminal de Auschwitz estaba compuesto por tres campos principales y 39 subalternos. Birkenau es quizás el más aterrador de todos ellos porque su único propósito era el exterminio en gran escala conforme a la monstruosa solución final acordada en la Conferencia de Wannsee. Para cumplir con esa masacre masiva, contaba con cámaras de gas y hornos crematorios. De los 6.500 miembros de las SS que cumplieron funciones criminales en Auschwitz, solo 750 fueron condenados. Muchos escaparon y otros no tuvieron la condena penal que merecían. En 1960, Adolf Eichmann, responsable directo de la solución final, es capturado en Buenos Aires, juzgado en Jerusalén y declarado culpable de crímenes de genocidio y colgado en mayo de 1962.

Auschwitz fue la puerta del infierno. Sin embargo, el impacto de la liberación del mayor campo de exterminio de la historia, tardó en conocerse. Según registros diplomáticos, en febrero del 45, los británicos preguntaron formalmente a la URSS sobre lo que habían encontrado. Dos meses después, el Kremlin informó, de forma vaga, que las víctimas eran 4 millones de personas de varios países europeos. Esa falta de publicidad inicial de los espeluznantes descubrimientos de Auschwitz fue síntoma de lo que sería la Cortina de Hierro. La guerra fría quizás influyó que el castigo a los responsables no fuera total.

Sería el Estado de Israel el que convertiría el Holocausto en centro de atención mundial con el juicio de Eichmann. La maquinaria nazi tenía una red de aproximadamente 42.500 instalaciones por toda Europa para confinar y matar a las víctimas. Se calcula que casi medio millón de personas participaron en la planificación y ejecución. Entre los métodos utilizados estuvieron la asfixia por gas venenoso, los disparos y fusilamientos, el ahorcamiento, los trabajos forzados, el hambre, los experimentos seudocientíficos, la tortura médica y los golpes.

Cuando el general Eisenhower llegó al campo de concentración de Buchenwald, declaró que allí se encontraba la prueba indiscutible de la brutalidad nazi. En ese momento probablemente no sabría del horror de Auschwitz. Sin embargo, esa declaración ya auguraba el riesgo que el Holocausto pudiera ser negado. La Argentina en el 2007 copatrocinó la resolución de Naciones Unidas de rechazo a la negación del Holocausto. El canciller Jorge Taiana, en esa oportunidad, indicó que se trataba de una pesadilla que merece ser recordada pues ignorar trágicos eventos históricos como este aumenta el riesgo de que se repitan. Que esa recomendación tampoco se olvide.

El autor fue vicecanciller de la Nación

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