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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Sociales

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Viviendo en cuarentena

Viviendo en cuarentena

 Es la decimoquinta jornada de confinamiento en Kuala Lumpur. Los vientos monzones se han instalado en Malasia y la temporada de lluvias ya está aquí.


 

Por Martín Davico

(Colaboración)

 

Cada tarde se descuelgan  chaparrones que duran unos minutos, pero que dejan empapada la ciudad. Las calles quedan limpias y brillantes. Nosotros, encerrados, nos mantenemos fuertes y tratamos de imaginar una vuelta. Por ahora, no nos queda otra que esperar.

Las conversaciones con mis compañeros de cuarentena son libres y dinámicas, parecen sesiones de psicoanálisis llenas de absurdos y conclusiones inesperadas. “Cuando vivía en España aprendí a cuidar el agua”, les cuento, “Alguien me vio lavando los platos y me regañó: ‘¿Tú te crees que al agua la regalan chaval? Primero debes enjabonarlo todo y recién ahí abres el grifo para enjuagar’. Me pareció una reacción exagerada hasta el día en que pagué mi primera factura. Desde entonces, cada vez que alojaba argentinos en mi casa, les advertía que a los platos los lavaba yo”.

Cada noche, en la cochera del edificio, hacemos actividad física para ‘mantenernos en forma’. Nuestros elementos de trabajo son una pelota de fútbol y dos bidones que utilizamos como pesas. Matías, el único que entiende de deportes, actúa como un profesor estricto, de carácter militar. “¡Dejá de robarme tiempo!”, me grita, “¡Dejá de robarme tiempo y ponete a trabajar!”. Hacemos un ejercicio con pelota. Mis piernas flacas, mi pelada, el tranco desgarbado y la barba negra me dan un aire a Juan Sebastián ‘La Brujita’ Verón.  Matías me tira la pelota: “¡Pique corto! ¡Pique corto!”. Intento mover las piernas y mis músculos han perdido la memoria. Tropiezo y caigo al suelo como una bolsa de papas. Vivo la caída como un íntimo desengaño: de La Brujita Verón sólo el aspecto, por lo demás apenas me puedo levantar…

Leo un artículo de Javier Sampedro, un científico español, titulado “Los datos están mal”. Cuenta que según las cifras oficiales el Covid-19 tiene una mortalidad del 7%, “una tasa absurda” y exagerada. Explica: “Estamos infravalorando de forma garrafal el número de infectados. Llevamos semanas sin hacer pruebas a las personas leves y asintomáticas que son parte del león. El virus no mata tanto como creemos, pero se propaga mucho más de lo que decimos”. Dice que en España el número real de infectados es casi diez veces mayor del que se  informa…

Es miércoles 1 de abril y rompo el confinamiento para bajar al supermercado. En el ‘Jaya Grocer’, hay una cola de veinte personas esperando para entrar. En la puerta principal, una máquina dispensa jabón para lavarse las manos. Un empleado le toma la temperatura a los clientes y les entrega guantes de nylon. En el interior, el supermercado parece una cosa diferente: tal vez una farmacia gigante, en donde decenas de cirujanos con guantes y barbijos se abastecen de materiales para una gran operación. La realidad se ha vuelto inverosímil y alucinante, y cada vez más se parece a la ciencia ficción.

 Recorro los pasillos buscando ofertas. Aunque determinar que algo sea ‘caro’ o ‘barato’ depende de cada bolsillo, el precio general de los productos me parece exagerado. Llego a la sección de vinos, un paraíso de botellas que brillan por el reflejo de las luces dicroicas. Un espacio acogedor, con góndolas de roble y una luz cálida. De repente, un súbito recuerdo me lleva a lo que yo llamaba ‘noches de YouTube y vino tinto’; largas veladas en las que en compañía de un buen vino, me aislaba de la vida social y pasaba horas mirando videos: entrevistas a personajes que admiraba, canciones subtituladas que me permitían entender las letras, documentales y biografías , históricos encuentros deportivos, dibujos animados que me transportaban a la infancia…En fin, que eran mis ‘noches de acción y aventuras’, aprendía cosas, y no necesitaba mucho más.

Mientras repaso las botellas con la vista, encuentro vinos argentinos y busco los más baratos: Vino Dadá N2 Finca Las Moras 2018, ideal para un guiso: 16,25 dólares; Vino Trivento Reserva Cabernet-Malbec 2017, atajate esta: 18,75 dólares; Vino Navarro Correa Colección Privada Malbec 2016, este para el puchero: 17,5 dólares…“En Argentina son vinos de medio pelo”, me dice un amigo que sabe algo de vinos. “Multiplicá por 80 pesos y explicame lo qué significa medio pelo”, le digo, “esta noche cae cerveza”.

Nada nuevo bajo el sol y los días transcurren con idéntica monotonía ¡Esta no es la forma como queremos vivir! Algo me hace ruido cuando diferentes personas me mandan al teléfono los mismos memes ¿Existirán fuerzas invisibles que nos arrean como ganado? Hay que admitirlo, las imágenes nos influencian más que las palabras. La hiperinformación atenta contra el pensamiento. ¿Llegará el día en que hagamos cacerolazos pidiendo por la educación de los más chicos? Mientras tanto somos el mismo pez que se muerde la cola. Tal vez lo más valioso que tenemos son los niños, y seguramente nuestra única esperanza.

 

 

 

 

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