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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Opinión

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Cuando lo más injusto es la propia Justicia

Cuando lo más injusto es la propia Justicia

  Por Nahuel Maciel EL ARGENTINO


 

La Justicia de Entre Ríos tiene una extensa foja de servicios en materia de injusticia, desplante ante la ley (incluso fue sancionada a nivel internacional por fallos vergonzosos), y una vocación de testimonio para reflejar su raquitismo intelectual. De virtudes se está lejos siquiera de hablar; en todo caso es un poder que funciona para amparar a los poderosos.

 

En estas jornadas previas se vivió públicamente un ruinoso debate entre el Superior Tribunal de Justicia (que intenta brindar el servicio), la Asociación de Magistrados (que ni siquiera está dispuesta a adquirir os barbijos que usarán como lo hace cualquier trabajador) e incluso también participó de manera indirecta el Colegio de Abogados de Entre Ríos (entidad temerosa de los jueces si las hay).

La discusión se concentra en cómo debe funcionar el servicio de justicia durante la pandemia por el coronavirus, que expuso miserias propias de un Poder Judicial que está muy lejos de la sociedad a la que debe servir.

Por un lado, están aquellos (los vocales del Superior Tribunal de Justicia y gran parte del Ministerio Público Fiscal), que pretenden que haya presencia en los tribunales a través de jueces, funcionarios y empleados en cada organismo, incluidas las áreas administrativas, tal como funciona el Poder Judicial. Esta postura contempla una reducción por la pandemia, pero no mucho más que eso. Y complementa esta propuesta con el trabajo a distancia.

Por otro lado, están los que pretenden un receso judicial extraordinario, a lo sumo amagan tibiamente con articular una prestación muy mínima, claro está la suspensión de los plazos procesales y administrativos. En otras palabras, casi una parálisis total de la Justicia.

Es oportuno reflejar por los hechos institucionales de los últimos tiempos que parecería que en Entre Ríos el listado de cualidades para ser juez, de la primera a la última exigencia, sería la siguiente (por orden de prioridad):

1) Tener un familiar en el Poder Judicial.

2) En caso de no tener un familiar en el Poder Judicial, conseguir un padrino en el poder político o económico o similar.

3) Tener vocación por los viajes turísticos disfrazados de congresos y seminarios.

4) Tener título de abogado.

5) Conocer de leyes.

 

No trabajar

 

El Superior Tribunal de Justicia recibió una serie de reproches por parte de los magistrados porque –según ellos- no les han garantizado “las condiciones en las que se presta el servicio de justicia en nuestra provincia”.

También denunciaron que en algunas jurisdicciones no se habían recibido las partidas presupuestarias para la adquisición de material de limpieza, ni aportado los elementos que asegurasen una adecuada protección como barbijos, guantes, ni otros elementos de seguridad sanitaria (como lavandina) ni capacitación para la manipulación de los expedientes en papel.

La respuesta de los vocales del Superior Tribunal no se hizo esperar ni un segundo y desmintieron lo reflejado en ese reclamo, y aseguraron que las disposiciones se realizaron en tiempo y forma.

En esa discusión se sumó el Colegio de Abogados, que incluso se dirigió al gobernador Gustavo Bordet para que gestione la apertura plena de la actividad, realidad que finalmente fue autorizada a funcionar a partir de mañana.

La controversia -ya vergonzosa a esta altura de los acontecimientos- siguió por la propuesta del STJ de realizar la labor judicial utilizando la tecnología de la informática. Así se realizaron varias audiencias por videoconferencia, lo que demuestra que la iniciativa del STJ era oportuna cuando se tiene ganas de trabajar.

Por eso la aplicación de esta herramienta dejó al desnudo la poca vocación al trabajo que tienen muchos jueces, a quienes parece que ni siquiera los alienta los abultados sueldos que perciben por tan poco ejemplo laboral.

Desde la Asociación de la Magistratura y la Función Judicial de Entre Ríos se volvió a reprochar a los vocales del Superior Tribunal y le recriminaron que, para aplicar la modalidad de teletrabajo, “no se establecen sistemas para que quienes deban cumplirlo cuenten con las condiciones indispensables a tal fin”.

El Superior Tribunal siguió aportando a esta “novela” y les reprochó a los magistrados que de 300 funcionarios judiciales habilitados para realizar esta modalidad de trabajo –por propia inscripción–, apenas un tercio de ellos se había registrado para tener acceso diario al sistema informático. Nuevamente la vagancia como vocación de servicio de los jueces quedó expuesta en el testimonio del STJ.

En estas horas se conoció un extenso listado de personas condenadas que estaban alojadas en las distintas unidades penales de la provincia y que fueron beneficiadas con la prisión domiciliaria. La decisión de la Justicia inquieta a la Policía, cuya labor ya está desbordada por el contexto de la prevención en tiempos de cuarentena; pero lo más inquietante es que la decisión judicial no contempló en ningún caso la opinión de las víctimas. Pero este será otro capítulo en la ya nefasta historia de la calidad del servicio de Justicia en Entre Ríos. Mientras tanto, sus señorías (porque les encanta ser llamados de esa manera cortesana y monárquica) seguirán señalando con el dedo a los desamparados del sistema; continuarán protegiendo a los poderosos en su impunidad, y harán del Poder Judicial uno de los peores reflejos de la sociedad entrerriana. En este contexto es más que necesario recordarle al gobernador Bordet sus propias propuestas para que de una buena vez haya una reforma integral y profunda del Poder Judicial.

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