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Diario El Argentinojueves 25 de abril de 2024
Opinión

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Solo una “tapita” de gaseosa

Solo una “tapita” de gaseosa

En 1973 Ernst Schumacher un inglés, escribió un libro “Lo pequeño es hermoso” planteando, en los tiempos de la crisis del petróleo, que el mundo debíamos cambiar su paradigma de crecimiento que postulaba una economía y una ley de mercado de una progresión y de crecimiento infinito.


Por Waldemar Oscar von Hof (*)

 

La propuesta del autor es valorar las pequeñas acciones, entre ellas la producción de los propios alimentos buscando la autosuficiencia, como ejemplo.

Hoy en las circunstancias del Covid 19 estamos en una situación similar, de repente el postulado de quedarnos en casa es lo que nos va a salvar de la pandemia. No nos salvan los postulados de crecimiento y progreso infinito a nivel económico, de turismo y de consumo, en detrimento de los sistemas de salud y de la ecología que no encuentran límite. Los pequeños gestos son los que cambian al mundo, es un dicho que se utiliza mucho en las redes tiene esa cualidad de generar ideas, emprendimientos y proyectos muy diversos.

Desde hace muchos años comencé a juntar tapitas de gaseosas. Comencé a hacerlo por la conciencia ecologista adquirida en los años 90, de la mano de mis hijos, que en aquel tiempo cursaban la escuela primaria. Puse en práctica uno de los consejos del momento, juntarlas en un botellón de plástico. La primera sorpresa que tuve fue cuando una amiga me pidió el primer botellón lleno de tapitas. Su hija estaba juntando estas tapitas porque con el grupo de quinto año consiguieron una beca para el viaje de fin de curso, la condición era juntar tapitas para una fundación que ayuda a hospitales.

Pero ¿tiene sentido hacer un gesto tan pequeño, como es el de juntar las tapitas de la vereda, la calle, del parque o alguna playa?

Personalmente creo que tiene sentido comenzar con un gesto tan pequeño. En realidad, me gustaría juntar todo el plástico que veo tirado por ahí. Pero claro no ando con una bolsa de residuos en mis bolsillos todo el día. Una tapita, dos o quince entran en mi bolsillo y algo es algo. La cuestión es que las tapitas tienen mayor posibilidad de deriva que una botella, o una bolsa de plástico grande. En un día de lluvia las tapitas desde la vereda son escurridas a la calle, de esta a la alcantarilla, pasan sin inconveniente por las rejillas y desde nuestros desagües pasan a los arroyos, a los ríos y por lo general al mar. Flotando en esta deriva son muchas veces engullidos por delfines y/o aves como las gaviotas que terminan muriendo con esta ingesta.

No soy especialista en residuos plásticos, pero una ligera mirada a las miles de entradas que hay sobre la temática en las redes da un panorama desalentador. Seguramente todos vemos en nuestro día a día el plástico flotando en las alcantarillas en el río Gualeguaychú o en el Uruguay. La botellita tirada en la playa no es el mal mayor, lo grave son las partículas de plásticos en las que los plásticos se va desintegrando. Terminan en alguna cadena trófica y como elemento no reconocido por el organismo vivo genera reacciones aun no dimensionadas.

Es cierto que el plástico ha generado toda una revolución en la industria y en el bien estar de los seres humanos. Pero la forma de desecharlo es un tema al que nos debemos avocar como humanidad urgentemente. Debemos buscar una política de producción responsable y un eficiente tratamiento de los residuos plásticos. Esto es tarea del estado, ligado directamente a los municipios. Cada Concejo Deliberante es el responsable de encontrar una salida saludable. Otra de las puntas es la que nos toca personalmente a cada uno de los habitantes del mundo. Utilizar menos plásticos, reutilizarlo, reciclarlo y desecharlo responsablemente.

Personalmente yo decidí comenzar juntando las tapitas que se me cruzan en mi diario caminar.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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