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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Opinión

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Donar vida en vida

Donar vida en vida

Por Luis Castillo (*)


 

Gualeguaychú es una ciudad que no deja nunca de sorprender a propios y extraños. Cuando no es por sus quijotadas es por sus fiestas, sus creaciones y su ingenio. Madre de sus obras, se la llamó muchas veces y quizás eso tenga mucho de cierto.

 

El Banco de sangre es una institución que forma parte del Hospital Centenario, se creó en el centro de la ciudad ya que en el viejo hospital no era posible su adecuado funcionamiento y se pensó en la opción de convertirlo en un Banco hospitalario externo hasta que finalizaran las obras en el hospital Bicentenario, pero, más allá de los retrasos ocurridos en esa construcción, todo hace suponer que llegó acá para quedarse.

No solamente la visibilización que tuvo a partir de su ubicación geográfica, sino que el hecho de que no estuviera dentro de una institución de salud −lo que a mucha gente puede resultarle poco agradable debido al temor a contagiarse alguna enfermedad−, hizo que comenzara a verse como lo que verdaderamente es: un lugar en donde se va a donar vida. Así como suena. Literalmente.

Apenas se ingresa, un salón con cuadros originales de artistas locales nos anuncia que se trata de un lugar amigable, lo que queda demostrado con la amabilidad con que una administrativa −María Eugenia− recibe a cada uno de quienes ingresan hoy semiocultos detrás de sus tapabocas. Muchos, cada vez más, afortunadamente, ya conocen el lugar y a quienes allí trabajan. Los donantes voluntarios se suman día a día conscientes de la importancia de su generosidad y altruismo. Un Banco de sangre depende, para su razón de ser, de los donantes, y si estos son voluntarios y repiten una y otra vez su donación, la calidad de la sangre que luego llegará a quienes la necesiten será cada vez mejor. Mas segura.

La pandemia que nos atraviesa y la cuarentena dispuesta como respuesta inicial a la misma, ha hecho que en todo el mundo cayeran de manera alarmante las donaciones de sangre y con ello, sus reservas. En Gualeguaychú no. Curiosamente, los donantes no solo se han mantenido, sino que hasta crecieron.

Cuando se supo que en nuestro país los Bancos de sangre comenzaban a tener problemas por la disminución en el número de gente que concurría a donar, desde el Banco de sangre se comenzó una campaña de comunicación instando a que la ciudad no se quedara sin ese vital elemento y, una vez más, la ciudad respondió como se esperaba.

Claudia y Celeste son las encargadas de la entrevista inicial, tarea fundamental a la hora de seleccionar los donantes ya que, lo más importante, es cuidarlos. Si no hay inconvenientes, Zulema o Gabriela procederán a la extracción de sangre en un ambiente en donde la música de fondo está siempre presente y las sonrisas se adivinan detrás de los barbijos.

Todos son conscientes de la importancia enorme de ese gesto en apariencia tan pequeño y lo celebran en silencio. Como se celebra lo que es verdaderamente importante. Al fondo, alejadas de la gente, Argelia y Rosana se encargan de comenzar el procesamiento de la sangre extraída para que luego sea estudiada y transfundida en el Hospital o en las clínicas y sanatorios de la ciudad, ya que el hospital público provee la sangre de dos instituciones de salud privados de la ciudad. En estos lugares, finalmente, la sangre o sus derivados se transfunden y, como se dijo antes, se salvan vidas. De un extremo a otro de esta cadena virtuosa, anónimos guardianes desde sus lugares nos ofrecen lo mejor que tienen, su conocimiento y sus cuidados. Casi nada.

(*) El autor de este artículo  es jefe del servicio de Hemoterapia del Hospital Gualeguaychú

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