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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
Opinión

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¿Debe la iglesia hablar de Vicentín?

¿Debe la iglesia hablar de Vicentín?

Muchas veces he oído decir que la iglesia y/o los ministros no deben meterse en política. Esto responde claramente al concepto de que lo religioso corresponde a un ámbito de la vida personal, íntimo y alejado de la realidad socio política.


Por Waldemar Oscar von Hof (*)

 

La pandemia y el aislamiento social preventivo nos tomó por sorpresa y desde el Ejecutivo se tomaron decisiones que no dieron lugar a terceras opiniones. En estos tiempos también fueron surgiendo otros temas, como el de la deuda externa, la liberación de presos y ahora la temática de Vicentín. En todos se hace difícil opinar sin ser tildado de promotor de la grieta.

Vicentín entró en nuestro escenario de atención a partir de la propuesta del gobierno, perdón, del Poder Ejecutivo, de expropiarla. Tuvimos que hacer un poco de memoria y un esfuerzo intelectual para acordarnos que los Vicentín son los del “aceite Vicentín”. ¡Ah, claro!

La familia Vicentín tiene una larga historia de trabajo y de negocios, surgió a partir del almacén de “Ramos Generales” que ha ido ampliando sus rubros. En los años treinta empezó a funcionar la desmotadora y en los cuarenta la prensa de aceites, y desde allí el crecimiento no ha tenido pausa siendo un eje en el progreso del Norte santafesino.

El manejo dentro de la institución en relación a los obreros no siempre ha sido ejemplar, con algunos abusos. En los años setenta del siglo pasado no se han apartado del “modus operandi” de muchas empresas, realizando una férrea oposición a la organización obrera. Hay en la CONADEP (Ver: Ana Fiol, enredando 27 de abril de 2016 Narrativas La empresa Vicentín y el Terrorismo de Estado) denuncias de desaparición forzosa de delegados.

Debo decir algo en relación a la obtención de créditos de forma no siempre clara. Créditos que muchas veces han quedado como deudas asumidas por el Estado y que terminamos pagando entre todos. También unas palabras en contra de los referentes políticos, partícipes necesarios. Referentes del Estado provincial y del nacional, de directores de las instituciones, que avalaron hechos de corrupción que no son, ni más ni menos, francos robos para la corona.

Callar unas palabras a favor de los empleados sería injusto. Vicentín siempre ha sido una gran tomadora de personal. Sin la masa obrera que ha migrado desde el Norte y desde el extranjero, no hubiera sido posible el emporio. Sin los trabajadores, con sus derechos y con sus reclamos, la empresa no hubiera sido posible.

Los pequeños productores han entregado año a año sus productos a la empresa, algodón, maíz, soja, etcétera. Muchos han vivido y sobrevivido gracias a la empresa. Pero también muchas veces fueron mal pagados. El “comoditi” de precios no siempre estaba del lado de los que tiene que poner la tierra, el trabajo y los insumos y luego esperar un precio que se fija vaya saber dónde y en un tiempo que no siempre está acorde a las necesidades. Los grandes productores que empeñan su capital y luego tiene que esperar la financiación porque también son cautivos de un sistema. Son victimizados y atacados cuando se les incendia los campos o se les cortan los silobolsas para atacar su ideario. En estos actos vandálicos no se perjudica solamente a estos productores sino a todo el país porque lo que se incendia y lo que se echa a perder es el alimento que necesitamos para el día a día.

Como Iglesia buscamos la paz social, que no es una paz inocente e inocua, sino que es una paz basada en la justicia. El profeta Isaías relaciona la paz necesariamente a la justicia. Sus palabras son de un tiempo donde los grandes productores en connivencia con el poder político explotaban a los más pequeños, dejando lugar a la violencia y a la ausencia de paz. No puede haber paz sino hay una mirada de justicia en todo el proceso de relaciones comerciales, institucionales y políticas.

Como ministro reclamo justicia por los desaparecidos y justicia por los obreros. Justicia por los créditos mal habidos y peor aún, mal aplicados, y por los enquistes de corrupción. Justicia por una familia que apostó al trabajo y merece las oportunidades. Es el sistema judicial el que debe actuar y tomar todas las cartas en el asunto. Un sistema Judicial que debe actuar según las leyes impuestas por el sistema legislativo. Un sistema judicial que debe actuar independiente y con sus herramientas. Un sistema judicial que debe llevar adelante una investigación en cada uno de los aspectos que tiene que ver con el buen funcionamiento institucional y democrático.

La historia ha demostrado que la expropiación nunca ha dado los resultados esperados. Necesitamos un estado que regule, una justicia que funcione y empresas que den trabajo y produzcan.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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