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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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Don mercado, el consultor

Don mercado, el consultor

Denostado de mil formas continúa en estado de advertencia. Pocos lo aceptan, pero todos lo escuchan y se interesan en él. Es contradicción pura. El anciano aparece como criminal y como víctima. Culpable por su accionar frontal y agresivo; y, mártir puesto que su andar responde al impulso de la sociedad que le reprocha y reprende.


Por Luis Alberto Dalcol (*)

 

Una vez más contó su historia de vida. Refirió que siempre lo atrajo el proceder de las personas ante la cuestión económica. Principalmente en el movimiento de conjunto. Cómo responden ante problemas que se presentan. Así - asegura - recorrió extensos territorios y por largos períodos.

Sus inicios fueron duros. Nunca olvida la etapa preliminar (y terminal) de las contestaciones recibidas a estímulos básicos. Observó debilidades que obligaron a excluir cualquier sentimiento humanitario. Fue brutal.  Eliminar entusiasmos, emociones, encantos. Para ilustrar recordó la expresión vernácula del Ministro Pugliese: “les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”. No justificó ni comparte esa forma de comportamiento. Sólo optó por este barrido para resultar real, objetivo y creíble. “No invento solo percibo” espetó con enjundia. Hizo un silencio que permitió recordar pensamientos de Smith, Mill, Popper, entre otros, que van en ese sentido.

Luego expresó que no se debía confundir a la persona como es (ser ontológico) y cómo quisiéramos que fuese (ser deontológico). Para resaltar citó la frase: “el interés es el motor de las acciones”. “Así parece …”, remarcó; y contrariado preguntó: “¿acaso no es esto esencialmente humano?  ¿o se espera del hombre conductas divinas?”.

“La persona es solidaria y altruista en situaciones de enfermedad, de socorro; no en asuntos de economía” acotó.

 

Consultoría

 

Derivó hacia su ocupación laboral. Contó que se dedica a la consultoría. Que era consultado asiduamente sobre asuntos mercantiles. Sus principales requirentes administran recursos propios, arriesgan su patrimonio. No suelen solicitar sus servicios funcionarios que manejan caudales ajenos. Ellos prefieren jugar con otras reglas pues toman medidas que afectan pertenencias de todos. Allí talla la política. Enseguida corrigió: “No es que no me consulten; no lo hacen para cuestiones de la función pública. Sí, requieren mis visiones para asuntos particulares, para administrar bienes familiares. Está perfecto - continuó - son contenidos distintos, propósitos disímiles. Una cuestión es lo gubernativo y otra lo privado”.

 

Diferencias

 

“Las diferencias que existen - expresó - sólo se manifiestan cuando, como funcionarios públicos, toman medidas que afectan intereses privados y esperan respuestas distintas a las que ellos darían en situación de particulares”. Allí apuntó otra contradicción. “No es sencillo manejar lo público”, manifestó. “Muchas presiones internas y externas …  hay que tener convicción y explicar. A la gente no hay que subestimarla”.

“Por otra parte la historia condiciona. Si se lesiona la confianza y la credibilidad, cuesta mucho reconstruirla. Incluso excede lo económico, afecta lo cultural, la conducta aprendida; y más cuando se cambian esfuerzos por derechos. Por igual, confunde que se quiera revisar el capitalismo. Yo, Don mercado, declaro ante el mundo que no pude (creo que no se puede). ¿o se pretenderá idear algo nuevo? Too much”.

Reiteró lo dicho otras veces. “No hay que perder esperanzas”. Y agregó: “Hay que empezar con lo básico, definir hacia dónde se quiere ir, libertad o autoridad, sociedad abierta o sociedad cerrada.  Optar por fuera de la libertad no es la vía que aconsejo. Es necesario definir este pilar para construir certeza, para despertar confianza”.

Se marchó por el mismo camino que vino.

 

(*) Luis Alberto Dalcol es contador público nacional.

 

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