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Opinión

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Manos que tocan el alma (A los agentes de la salud)

Manos que tocan el alma  (A los agentes de la salud)

  


Todo agente de la salud, más que tocar el cuerpo de un enfermo, cuando cura, cuando sana, cuando habla, toca su alma.

Lo he visto en el rostro de los familiares que esperan fuera de una terapia. Ansiosos, orantes, solidarios con el desconocido que comparte su espera, esperanzados, miran cada movimiento de la puerta por donde esperan aparezca esa persona de blanco que les de alivio. La mirada serena, la voz clara y la empatía del encargado de la terapia,  no son solo una explicación de la situación, llegan al corazón del familiar que empieza a entender si la vida sigue.

Lo he visto en el enfermero que entra y saluda con ánimo renovado y mientras revisa si todo está bien, responde por décima vez, con paciencia, a la pregunta, ¿el doctor pasa al mediodía a verme?,  o cuando por la noche  todos duermen, quien cuida al enfermo y tiene alguna duda, recurre a pedir ayuda y se queda tranquilo sabiendo que alguien cuida de su familiar.

Lo he visto en quienes limpian o te alcanzan la comida, intentan hacer del lugar donde estás, un lugar limpio, donde puedas recuperar fuerzas y sentirte como en casa.

Lo he visto en la obstetra, cuando en la puerta de la sala de parto, además de tranquilizar a la futura mamá, le dice al papá, como quien quiere dar seguridad a un pequeño, ¡¡¡todo va a estar bien!!!.

Lo que he visto cuando, llega el médico a ver al paciente, y le da la buena noticia:” si todo sigue así, prontito se va a casa”. Y todo cambia, y la espera no se hace larga, y estar un día más internado no cuesta porque pronto volvés al hogar.

Tal vez de tanto repetir rituales, de cumplir horarios, de decir lo que se supone que los demás esperan, quienes trabajan en la salud, puedan olvidar lo importante que se vuelven para toda persona que se sabe enferma y para todos quienes la rodean. En ese ¡GRACIAS POR TODO!, que se dice cuando uno se va de un centro de salud, se  quiere decir mucho más que solo gracias: gracias por el cariño, por el cuidado, por devolverme la salud, por todas las molestias causadas, por la contención; todas sensaciones que tienen que ver con haber sentido en el alma que no estaba solo.

No sé cuánto debe cobrar un agente de la salud, pero estoy seguro que no se compara ningún sueldo con la gratitud recibida. Cuando sientan cansancio, cuando la ingratitud parezca ser el premio, cuando volver al trabajo sea un peso, no se olviden lo necesarios e importantes que son para tantas personas que sienten que alguien cuando cura, cuando sana, cuando habla, le toca el alma y, en cada gesto,  los ayuda a no sentirse solos en ese momento donde uno se sorprende repensando el sentido de la vida y redescubriendo el valor  de los afectos.

Guillermo Régoli

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