La memoria compartida se cuenta con el corazón: “El hombre que llegó a la Luna”

No creo que haya habido otro evento que silenciara al menos a mi pueblo que el anuncio de que en el espacio exterior un cohete tripulado por tres hombres pisaría la luna.

Había comenzado “la era espacial”.

Los titulares decían: “Rusia pionera en viajes espaciales”. “EEUU pioneros en mandar al espacio naves tripuladas”.

Lejos estábamos de entender por qué estos países competían por dominar el espacio habiendo tanto por hacer en la Tierra.

Los adultos eran opinólogos cuyas hipótesis ponían los pelos de gallina…

Hablando del miedo, una tarde encontraron a mi prima llorando desconsolada y cuando lograron calmarla le preguntaron por qué lloraba; y ella respondió que tenía miedo de que la Luna se cayera aquí en Gualeguaychú y nos moriríamos todos... y rogó ¡que se fueran a Uruguay! Increíble, pero real.

El chimento se expandió entre los primos y allegados y hubo varios que adherían a la moción, pero se quedaron calladitos.

Otra versión de los opinólogos era que, al bajar el cohete en la Luna, la oscuridad sería total.

Esto provocó que la compra de velas aumentara significativamente, pero por lo menos en mi casa se hizo un acopio importante.

Volviendo precisamente al día en el que estaba anunciando el alunizaje, el silencio se hizo notar.

Al lado de mi casa vivía la familia Izasmendi y que por suerte ya tenían “tele”. Una de las tres hermanas, Mabel se acercó y me propuso ver el evento en la tele.

Le pedí permiso a mi mama y la respuesta se demoró porque ella quería que estuviéramos todos juntos, pero finalmente accedió.

Sentadas y calladas frente a la tele, pudimos ver la “hazaña” de esos astronautas Aldrin, Collins y Amstrong.

Pasaron los días y la luna no se cayó…

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.