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Colaboraciones

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La memoria compartida se cuenta con el corazón: “¡Vivan San Juan y San Pedro!”

La memoria compartida se cuenta con el corazón: “¡Vivan San Juan y San Pedro!”

    


Por Amalia Doello Verme (*)

EL ARGENTINO

 

El barrio Hipódromo, como se llamó originalmente abarca: avenida Parque desde Del Valle a Constitución. Y desde que se construyó la Capilla pasó a llamarse Barrio San José Obrero.

La bendición más hermosa fue la buena gente que conformo un barrio amigable, donde se respiraba respeto que aun hoy perdura en las nuevas generaciones.

Un evento comunitario del viejo barrio lo propiciaba la familia Marín. René y Carola eran las promotoras de la quema de Judas. Llegada la fecha entusiasmaban a grandes, pero especialmente a los chicos quienes nos ocupábamos de juntar pasto y hojas secas para el relleno.

Según la tradición “los fogones” se encendían en honor a San Judas (24 de junio), y San Pablo y San Pedro (29 de junio).

Cuando nace Juan, su padre Zacarías que era mudo recobró la voz, fue tanta la alegría que mando a prender fogatas. Para divertimento se agregó un muñeco al que llamaron Judas.

Las vecinas mantuvieron esta tradición año tras año. Cierro los ojos y veo una enorme ronda de vecinos que, desde la caída del sol, se iban acomodando a una distancia prudencial. ¡El barrio era una fiesta!

En la equina de Pasteur y Constitución, en el amplio terreno baldío, los muchachos, Marines y colaboradores, eran los encargados de colocar los postes y tiros de alambre donde se colgaban “los judas”. Hubo años que había 1 muñeco y otros dos o tres.

Se encendía la fogata que ascendía hacia el judas y los vecinos estallaban en gritos, la algarabía no se hacía esperar.

Los muñecos eran armados con ropas en desuso, se rellenaban con pasto y hojas secas (final del otoño) y si la economía lo permitía se le colocaban entre los rellenos muchos cuetes distribuidos ingeniosamente.

En el fragor del fuego y la pirotecnia Rene y Carola hacían derroche de sus voces privilegiadas alentando a todos a gritar: ¡Vivan San Juan y San Pedro!

Cuando el fuego consumía todo, dolo quedaba el esqueleto de alambre del que fuera Judas, todos volvían al hogar.

Por algunos días quedaba el olor a quemado, como así también los comentarios positivos del evento.

Más allá del rito, de tus creencias religiosas, el punto de mi recuerdo es el hecho de que los vecinos se juntaran un ratito, se vieran, se saludaran rieran y gritaran juntos.

Gracias Rene y Carola y colaboradores por los gratos momentos compartidos…

 

(*) Amalia Doello Verme decidió en esta pandemia traer e la memoria “muchas de las historias vividas, y me pareció que sería bueno compartirlas con los vecinos que fueron protagonistas de estos relatos”, sostiene la autora y agrega: “Mi intención es sacarles una sonrisa y hacerlos viajar en el tiempo para revivir de alguna manera momentos dramáticos y otros humorísticos”.

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