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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
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La muerte de D10S sigue ocultando miserias

La muerte de D10S sigue  ocultando miserias

La muerte de Maradona le sigue sirviendo al gobierno y a los buitres en tanto los funcionarios mienten y mienten sin que nada pase.


Jorge Pedro Jurado (*)

(Colaboración)

 

No podemos creer lo que pasó y está pasando en el país.

El gobierno no pudo ser más inútil. Los herederos lucran con la muerte de D10S y nuestros funcionarios mienten.

No quiero abundar en detalles de lo que sucedió desde el deceso de Maradona hasta la inhumación. Solo referirme a conductas, ineptitudes y mezquindades de lo que pasó, lo que pudo haber sucedido y lo que avizoramos.

El Gobierno nacional no pudo siquiera organizar un velatorio, ni hacer un simple cálculo matemático de cuanta gente podía entrar a la Casa de Gobierno en las horas establecidas, la que fue asaltada por barrabravas. La imagen del Presidente con un megáfono pidiendo calma desde el balcón y desde la reja fue un signo de la brutal decadencia de nuestra Nación y su clase dirigente.

El mundo se nos ríe y se burla con razón. Pudo haber muerto gente, pudieron atentar contra la seguridad presidencial.  La Casa Militar no existe, el irrespetuoso delincuente que rompió el busto de don Hipólito Irigoyen es solo una muestra de la barbarie, ya que la civilización no existió.

La mutua ignorancia entre ambos Fernández y cual de sus ofrendas sobre el féretro tenía más preponderancia y fotografías fue un desquicio de bajeza. Era un velorio señores no un show ni la tapa de una revista. Ellos posaron para esto último. Haber tenido que esconder el féretro para evitar que fuera profanado fue una muestra que hemos tocado el fondo más profundo de nuestra decadencia como sociedad y nación.

A nadie se le puede ocurrir en época de pandemia hacer un velatorio en un lugar cerrado para millones de personas y el día siguiente disponer hasta el 20 de diciembre un nuevo distanciamiento preventivo. Nadie desde ahora nos podrá decir nada si deseamos reunirnos, aunque los cuidados deberán ser solo nuestros ya que las autoridades no nos cuidaron nunca.

Fuimos y seguimos siendo la vergüenza del mundo. Juntan millones de personas, pero no hubo ni habrá clases presenciales en 2020. Solo relatos y promesas y lo siguen y seguirán haciendo ahora con la vacuna.

 

Mil perdones

 

Mil perdones debería pedir Fernández a los familiares de los casi 40.000 muertos por el virus, al padre de Solange, de Abigail, a los formoseños que no pueden entrar a su provincia, a los médicos y todo el personal que arriesga su vida cuidando los infectados, y a todos los argentinos que hace 9 meses nos tienen encerrados, pero no lo hará. Es tan miserable como el que más. Hoy deberían estar en la calle sin trabajo los responsables de organizar el evento velatorio, el Jefe de la Casa Militar, la Ministro de Seguridad y otros.

Son tramposos que aprovechan un velorio para nombrar juez en el distrito electoral más importante de la República previendo que no quieren perder las elecciones de 2021 y dieron trámite a polémicos proyectos de leyes como el nombramiento del procurador en contra de lo que dice la Constitución Nacional o el asesinato de nonatos antes de las 14 semanas. O la justicia que tardó 30 años en decidir la causa de corrupción en Yaciretá que se archivó sin que nada pasara o el juez que ahora debe decidir si el exvicepresidente que tiene aún su domicilio en un médano, vuelve a la cárcel por haberse confirmado que es un corrupto.

Los íntimos de D10S ya venden camisetas firmadas a millones de pesos cada una en internet, se pelean por mantener propias sus redes sociales, acusaciones penales y reclamos civiles se avecinan para lucrar con quien les dió pan durante 50 años. Ahora que se acabó el pan, quedan las migajas y por ellas se pelearán a muerte porque tienen valor. 

En tanto no hemos escuchado ni se les ha pedido a los Ministros de Seguridad Frederic a cargo de la seguridad presidencial junto con la Casa Militar, a Berni corriendo al lado de un camión que obstruía la caravana fúnebre porque los “científicos” que prepararon la logística del traslado al cementerio se equivocaron de camino, a Wado de Pedro echando culpas propias a la ciudad, a los legisladores porteños  traicionando a sus votantes aceptando quitas al presupuesto de la CABA, a Ginés González García diciendo que en la mujer embarazada no hay dos seres , solo uno y el otro es un fenómeno. El Ministro de Salud, que dice ser médico, ofendiendo a Hipócrates y Esculapio y al propio Creador del misterio de la reproducción de la vida humana. En síntesis, una bestia.

Y la frutilla del postre se la dejamos a dos personas. Primero al inútil de nuestro canciller Felipe Solá que inventó una conversación entre Biden y Fernández sobre temas que no se hablaron jamás y al propio Fernández diciendo en la Unión Industrial que en su gestión desde que comenzó la pandemia logró que no haya argentinos con hambre y sin atención sanitaria. Claramente nos toma el pelo pues contradice los propios índices. Estos políticos, que jamás pagaron una quincena, no sirven ni los cinco centavos que se daban de limosna dicho muy común cuando a uno lo bautizaban.

Dejemos de escuchar sólo pálidas, que la pobreza, que la desocupación, que el virus, que la falta de clases, que los precios, que la inflación, que el dólar, que no damos más de ver los errores y miserias de este gobierno, su clase política, que la inseguridad, un país que se derrumba como una montaña de ilusiones perdidas. Y lo que faltaba, decide morirse Diego en la más absoluta soledad entre sus laureles y su miseria, sus oropeles y su degradación física. Todo llega. Hasta a él le llegó.

Solo basta ahora que vía el compañero militante Jorge Bergoglio, Argentina proponga iniciar el proceso de canonización y santificación para lograr antes de las elecciones del 2023 que el Vaticano declare a Maradona como Santo. No es para reírse o acaso ustedes no creen que lo puede hacer este gobierno y este Pontífice para tapar la gravísima situación, echando culpas a terceros y pretender perpetuarse en el poder. Lacras, miserables, hipócritas. Que alguien me desmienta, los espero.

(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista y director de El Censor que se publica por la red de Facebook que cada día son más y más.

 

 

 

 

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