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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Opinión

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El presidente comete tres errores de economía básica 

El presidente comete tres errores de economía básica 

El Presidente cree que los productores producen en pesos pero los insumos son a precio dólar.


La suspensión de las exportaciones de maíz muestra los conceptos equivocados en que se basan las decisiones de política Antes que cierre el 2020, el Ministerio de Agricultura de la Nación anunció que suspenderá las exportaciones de maíz hasta el mes de marzo con el fin de abastecer el mercado interno.

 

Por Iván Carrino

 

La medida, un claro ataque contra la libertad de comerciar, parte de tres errores conceptuales básicos que el propio presidente hizo evidentes a la hora de defenderla en una reciente entrevista radial.

El primer error básico es creer que la suspensión de las exportaciones efectivamente abaratará el precio del maíz. Pensar esto es tener en cuenta solamente el corto plazo, momento en el cual quienes estaban por vender maíz al exterior, tuvieron que liquidar el producto en el mercado interno, aumentando la oferta.

Ahora bien, ¿qué va a pasar cuando los productores aprendan? Pues que, dada la menor rentabilidad recibida, pensarán dos veces si quieren producir este bien. En este contexto, tal vez se dediquen a la producción de otros cultivos no sometidos a la regulación oficial, o directamente prefieran utilizar los recursos que iban a emplear en la producción de maíz y mandarlos a una cuenta en los Estados Unidos.

El resultado final, entonces será una menor producción de maíz. Este razonamiento no es solo un bello desarrollo teórico. Este mismo fue el resultado de la prohibición de exportación de carnes que Néstor Kirchner impulsó en el año 2006. El stock de cabezas de ganado cayó en 12 millones, lo que finalmente hizo que la carne fuera, incluso descontando la inflación, más cara que antes de la medida.

El segundo error básico es creer que los costos de producción definen los precios de los bienes de consumo. El presidente explicó por radio que, si bien sube la demanda de alimentos en el mundo, “los productores argentinos producen en pesos argentinos y hace dos años que no tienen aumentos de tarifas de luz, de gas y fue muy bajo el aumento de combustibles”. Lo que intenta comunicar Fernández es que más allá de los cambios en la demanda global, como los costos de los productores argentinos no solo están en pesos, sino que en muchos casos están congelados, los precios para los argentinos no deberían subir.

El error aquí es creer que los costos determinan los precios. Veamos, está claro que si la demanda quiere pagar por una tonelada de maíz 10 dólares y ese precio no cubre el costo de ningún productor, entonces nadie tendrá nada de maíz. Pero esto no quiere decir que los precios estén determinados por los costos.

 

Lo que pasa en los mercados es que la demanda muestra la disposición a pagar, y ante esa disposición, una, veinte, o cientos o miles de empresas ingresan a vender con diferentes estructuras de costos.

Ahora bien, si mis costos son de U$D 10 y tengo compradores que ofrecen pagar U$D 20, ¿Por qué voy a vender a menos de U$D 20? A lo sumo, esta brecha entre precio y costo generará un incentivo para que más productores ingresen al mercado a costos más altos que 10 para seguir sacando beneficio. Los precios definen hasta qué nivel de costos incurrir para producir algo, creer que es al revés (y que son los precios de los insumos los que determinan el precio del producto) es un error básico de comprensión económica.

El último error es sugerir que los precios de algunos productos que se ofrecen en Argentina no deberían ser similares a los del resto del mundo. Ligado con el comentario previo, el presidente Fernández se preguntó retóricamente “¿Por qué los argentinos pagan el kilo de asado como lo paga un chino, un francés o un alemán?… no entiendo por qué quieren cobrarle al argentino al mismo precio que paga el mundo”.

Aquí parece que el jefe de Estado no conoce el concepto de bien transable. En economía se dice que un bien es transable si se puede comerciar internacionalmente. Un ejemplo de un bien transable es el kilo de maíz o el papel higiénico, mientras que un bien no transable es el servicio de peluquería, ya que el peluquero no puede viajar a Miami a las 2 de la tarde y volver a cortar el pelo a Buenos Aires a las 3 y media.

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