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Diario El Argentinoviernes 19 de abril de 2024
Colaboraciones

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Miedos más miedos

Miedos más miedos

Los taxistas temen más a la inseguridad que al contagio del Covid.


Hay gente que tiene más miedo a la inseguridad que a contagiarse del coronavirus. De lo primero se pueden morir y de lo segundo pueden zafar.

 

Jorge Pedro Jurado (*)

(Colaboración)

 

Ayer regresando del centro tomé un taxi en la zona de Retiro acá en la Ciudad de Buenos Aires. Ya a bordo del coche de alquiler con las precauciones y protocolos de rigor para esta horrible época de pandemia que no sabemos cuándo termina ni si la segunda ola será peor que la primera, surgieron de mi parte las acostumbradas y respetuosas preguntas que suelo hacer a los choferes, máxime si es de otro país o si posee una edad parecida a la mía y luce educado.

Era un adulto mayor. Anteojos viejos de marco grande, casi apoyados sobre la punta de su nariz, barba de algunos días, cabello desprolijo, jean de años de uso. En síntesis, un verdadero laburante de catorce horas al día.

¿Se vacunó ya? Fue mi primera pregunta para iniciar la charla del viaje de aproximadamente tres cuartos de hora. No, no todavía fue su inmediata respuesta. Cumpliré 74 recién el sábado próximo así que aún me faltan días acotó. Igual le tendré que pedir a alguno de mis hijos que me anote pues eso de la computadora no es lo mío, se sinceró rápidamente.

Bueno  le dije, dicen que es fácil, yo también estoy esperando ansioso le agregué, pues a nuestra edad parece que si nos agarra el bicho no la pasaremos bien fue mi respuesta a boca de jarro.

De pronto, el hombre continuó hablándome: mi pareja debería vacunarse pues ella tiene mucho miedo al coronavirus. Y es más, el gobierno debiera seleccionar las personas no por su edad sino por su grado de miedo. Ella está literalmente aterrada que se lo agarre culminó. Acotó que había enviudado a los 40 años con cuatro hijos ya ahora grandecitos y tenía una pareja de 69 años, pero solo la veía los fines de semana pues ella era casada y no estaba divorciada. Sinceró el hombre que no deseaba un nuevo matrimonio de tiempo completo.

¿Y usted acaso no tiene miedo de contagiarse el virus a su edad, estando tantas horas en la calle en contacto con decenas de personas por día? Le pregunté. Su respuesta fue inmediata. Mi dijo, mire don tengo casi 74 años, gano $ 18.400 de jubilación por mes, por lo que debo salir a trabajar si o si, a pesar de haber aportado casi 40 años como autónomo, le soy sincero tengo más miedo a que me roben y me maten en la calle que a ese virus que anda dando vueltas.

¿Cómo es eso? le dije, Si, me respondió. En estos últimos años me asaltaron varias veces para robarme el poco dinero que llevo encima y el celular. Una vez me clavaron un cuchillo en el costado de mi cuerpo, en otra oportunidad me quisieron ahorcar con la soga que sostiene el plástico que debí poner para tratar de separar a los pasajeros y todo se agrava por el barbijo pues uno ni siquiera puede verle la cara al eventual pasajero. Eso es tener miedo, lo otro, lo del virus no me importa tanto, no me interesa, si me agarra me agarra, pero a lo mejor zafo o nunca me infecto. Pero estar en la calle, le aseguro es muy peligroso. Te tiran las motos encima, te rayan el auto, los colectivos te encierran cuando debo esperar que un pasajero mayor baje, estoy casi obligado a semblantear al eventual viajero para intentar descubrir de antemano si seré víctima o no de un atraco o una muerte. Depende del lugar al que me pida ir le debo mentir diciendo que debo entregar el auto a otro colega y que lamento haberme perdido el viaje y el buen dinero que me hubiera redituado. Es así señor, este trabajo es de mucho riesgo, más riesgo que agarrarse ese bicho.

De pronto tocamos el tema de Maradona, su final anunciado, el desastre de su entorno, la falta de coherencia entre los que debían tomar decisiones y palabras más o menos entre ambos la comparamos con la Argentina. Y si, si algo no hacemos entre todos, será también una muerte anunciada que lamentablemente ya comenzó. Comparamos el equipo técnico de médicos y otros que se suponía debían ser los mejores para ayudar al 10 a salir de su caída libre con los funcionarios argentinos que deben tomar decisiones aquí, ahora, o hace tiempo para evitar seguir sumando pobres, aumentando los precios, gastando más de lo que se recauda en impuestos, fabricando generaciones y generaciones de pobres.  A Maradona le pasó lo mismo que Argentina. De la cima al fracaso. De Maradona vivían decenas de personas de lo que él producía. Del Estado nacional, provincial y municipal viven decenas de personas que dicen hacer política y no reconocen que viven de ella, hijos, nietos, cuñados, amigos con sueldos que se les depositan a fin de mes en tanto la mayoría del pueblo debe ganarse el mango con el sudor de su esfuerzo y sostener a los 19 millones de pobres que posee este bendito país, coincidimos tanto quien esto escribe con el taxista.

A poco de llegar el me dijo, “Señor no le quepa duda, Maradona en 1986 fue lo que Argentina fue a comienzos del siglo pasado” y así terminó, solo, miserable, rodeado de buitres que gozaban de lo poco o mucho que producía. Su entorno trabajaba de supuesto amigo lo mismo que hace la clase política argentina”. Dudé un segundo nada más y le dí la razón, pero le agregué hay culpables, muchos, pero todos somos responsables y poco o nada hacemos.

Sin notarlo, llegamos a mi destino. Le pagué dejándole el cambio y lo único que atiné a decirle fue: Suerte, mi amigo, cuídese y si puede vacúnese y ojo a quien sube al auto.

 

(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista, columnista de radio El Puente de Gualeguay, y director del periódico digital Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita por la red social Facebook.

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