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Diario El Argentinojueves 18 de abril de 2024
Opinión

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Anda a ver a la hormiga, fíjate en lo que hace, y aprende la lección

Anda a ver a la hormiga, fíjate en  lo que hace, y aprende la lección

A nivel internacional el 1º de mayo celebramos el día del trabajador instituido después de los reclamos en una huelga por las 8 horas de trabajo que ha tenido una brutal represión con policías y trabajadores muertos en Chicago en 1886. Incluso algunos años después en las manifestaciones hubo fuertes represiones por ejemplo acá en Gualeguaychú en 1921.


Por Waldemar Oscar von Hof (*)

Especial para EL ARGENTINO

 

El trabajo es la posibilidad que tiene el ser humano de “transformar” su entorno a partir de la fuerza física (mano de obra) y del capital (dinero). La transformación de un entorno desordenado en uno ordenado, es el concepto de “trabajo” que realiza Dios en el Génesis durante los seis días de la creación. Ordena el gran desorden. Es en este sentido que el concepto es sustancial a la fe cristiana, ya que, en la transformación, mediante el trabajo, somos copartícipes de la creación de Dios. A partir del trabajo continuamos ordenando el mundo. Ayudamos a ordenar el desorden que se ha instalado con la caída, la separación entre los seres humanos y Dios. La violencia, las enfermedades, el hambre y la pobreza son desordenes a la que nos debemos para que el mundo vuelva a ordenarse un poquito cada día.

“Anda a ver a la hormiga, perezoso; fíjate en lo que hace, y aprende la lección: aunque no tiene quien la mande ni quien le diga lo que ha de hacer, asegura su comida en el verano, la almacena durante la cosecha. ¡Basta ya de dormir, perezoso! ¡Basta ya de estar acostado! Mientras tú sueñas y cabeceas, y te cruzas de brazos para dormir mejor, la pobreza vendrá y te atacará como un vagabundo armado”. (Proverbios 6:6-11) Reza un pequeño proverbio, descalificando la haraganería, una sabia enseñanza sobre el trabajo, como una contrapropuesta a la pobreza. El trabajo es la posibilidad de cubrir las necesidades básicas. La ambición del hombre ha llevado que, a partir de la utilización y el abuso de la mano de obra a enriquecerse produce, como contra parte, la pobreza. Mientras algunos acumulan, al resto les falta. Un análisis profundo realizo Carlos Marx, planteando que la mano de obra es tan importante como el capital, cada cual se necesita, cada cual se complementa.

El trabajo es una posibilidad a ser partícipe de la creación y por lo tanto el don que hace que el ser humano se acerque a la categoría de divinidad. Es un derecho y dignifica al ser humano, lo hace plenamente humano.

Admiro como en estos tiempos de crisis hay personas que verdaderamente trabajan muchísimo para llevar el pan a la mesa, el cartonero que acarrea día y noche su carga para que luego un intermediario le pague unas monedas, pero no ceja en la lucha por seguir.

Admiro al personal esencial que en estos momentos difíciles están en sus puestos de trabajo teniendo a veces una paga mínima. El personal de salud que está casi en una situación de “frente” y de “trinchera” saliendo al encuentro de lo que va generando esta pandemia. El personal de seguridad, los empleados del estado y los docentes que se tienen que adecuar y reinventar para salir al encuentro de sus obligaciones.

Admiro a los que buscan trabajos nuevos y se tienen que reinventar para salir adelante. Las madres que, por no poder salir de sus casas, por atender a sus hijos, comenzaron a armar panaderías, pizzerías, salas de costuras, pastelería e incluso fábricas de pastas. Padres que en el fondo de su casa armaron una herrería, una carpintería o un taller de artesanías.

Es cierto que el que quiere trabajar lo va a hacer, pero no siempre el panorama es tan fácil, tenemos algunas puntas que hacen difícil esta situación.

El trabajo como una actividad esencial del ser humano conlleva derechos, obligaciones, libertades y posibilidades que no siempre se conjugan.

Está la triste realidad que en nuestro país tenemos un alto porcentaje de desocupación, (casi un 20) y ni que hablar de las subocupaciones o los trabajos informales. Es decir que el que sale a buscar el trabajo no siempre lo encuentra. El tema de la capacitación, en un país en que la deserción escolar es muy alta, es un problema. A esto se agregan las regulaciones, tenemos leyes que fueron ejemplo a nivel mundial, pero que, en su aplicación, por un estado ausente e instituciones intermedias, que deben aportar a la ordenación, no funcionan.

El juego de la oferta y de la demanda termina siendo un juego que queda librado al azar y a la buena de Dios.

Es entonces donde un día, como el del 1º de mayo, continúa siendo una fecha de reclamo y de demanda y no de celebración y de festejos.

Como pastor y como iglesia celebro que podamos saludar a los trabajadores, pero también me sumo al reclamo de un derecho al trabajo y un derecho a la posibilidad de no angustiarse, como lo dice Jesús.

 “Fíjense en las aves: no siembran ni cosechan, ni tienen granero ni troje; sin embargo, Dios les da de comer. ¡Cuánto más valen ustedes que las aves!  Y en todo caso, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?  Pues si no pueden hacer ni aun lo más pequeño, ¿por qué se preocupan por las demás cosas? En el Evangelio de San Lucas capítulo 12 22-26.

Aprender de las hormigas, vivir como las aves, pero también reclamar una regulación clara, para que el desorden se transforme en un nuevo orden, por medio del trabajo.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Rio de la Plata.

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