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El saqueo

El saqueo

Por Nahuel Maciel EL ARGENTINO


Hay imágenes del país que a veces se diluyen, pero cuya dimensión amerita siempre una reflexión.

 

Por ejemplo, no se puede –por una cuestión de soberanía y pertenencia- recorrer con mercadería o los frutos de la producción el país de manera vincular por sus costas. En otras palabras, si alguien quisiera pasar de la Cuenca del Plata e ingresar al Mar Argentino sin salir de Argentina, se daría cuenta que es una tarea imposible; porque debe sí o sí pasar por la jurisdicción de Montevideo en la República Oriental del Uruguay.

Por supuesto, a los hermanos uruguayos les pasa exactamente lo mismo. ¿Por qué ocurre esto? Porque los puertos no los controla el Estado en favor del pueblo, sino para la explotación a escala sideral que producen las pocas manos privadas. Se las llama “zonas francas”, pero en rigor es un espacio formidable sin controles reales que permiten realizar –todos los días- el mayor lavado de dinero de todos los tiempos, incluida la peor época colonial.

Y lo otro que se debe saber, es que estos “puertos privados” operan como un Estado dentro de otro Estado. Eso ya lo aprendimos con la pastera contaminante UPM Botnia. Hay que tener memoria. en Argentina como en Uruguay no se supo escuchar en su real dimensión al entonces fiscal Enrique Viana que advertía que estas clases de empresas no son multinacionales, sino “anacionales”; porque no tienen Nación de origen ni Patria, salvo la especulación y el saqueo.

Por eso la hidrovía Paraná-Paraguay constituye una de las plataformas más colosal que tiene el saqueo en toda la historia de América del Sur.

Se podría decir que América Latina sangra por el río Paraná y que desguazan la riqueza nacional y de la Cuenca del Plata a través del torniquete que implica el control del canal Magdalena.

Esos saqueadores tienen nombre y apellido. Sus identidades están asociadas a muertes, a pago de sicarios para callar a quienes lo critican; muchos de ellos le abrieron las puertas al narcotráfico a través de sus puertos; y también se caracterizan por alimentar cuentas bancarias en paraísos fiscales que pertenecen a prominentes políticos y jueces que ofrecen su vista ciega para la mayor extracción de los recursos naturales y que nadie controla como es debido. Son empresarios que ubica en lugares clave a jueces (los llevan a ser supremos de una Corte o de un Superior Tribunal, a legisladores, a gobernadores, a intendentes y –claro está- presidentes.

Las empresas portuarias –así lo enseña la historia en los últimos cien años- no es otra cosa que una colosal maquinaria que succiona los recursos del pueblo, arrasando con soberanías y posibilidades de futuro.

Hay que entender que nunca se produjo tanta riqueza como en los últimos cien años. Sin embargo, nunca como en los últimos cien años la pobreza se ha enseñoreado en el territorio. Y esto es porque se han robado -y se sigue robando todo- a la luz del día, frente a las narices de los ciudadanos, con las instituciones de la República arrodilladas o esmeriladas por la corrupción, los sobornos, los peajes, los retornos, las especies y las leyes que se hacen a medida de esas empresas y sus corredores fluviales y marítimos. “En caso de controversia, prevalecerá el texto en inglés”, reza la ley argentina y uruguaya que le dio a UPM Botnia y a la dragadora Jan De Nul las protecciones en materia de inversión extranjera. Tanto el parlamento argentino como el uruguayo dejaron de parlar en castellano y escribieron en inglés, no hay mayor sumisión colonial que dictar esas clases de leyes con esas redacciones. Así de sumisos han sido y son.

La Cuenca del Plata representa un territorio fecundo de 3.170.000 kilómetros cuadrados. Todo vale más que el oro y la vida: sus suelos fértiles y aptos para la agricultura, la ganadería y la forestación; el agua dulce, las fuentes de generación de energía, el agua potable, los sistemas de riego para diversos usos; su riqueza ictícola, pero también su biodiversidad de flora y fauna, a los que se le debe sumar los minerales (la arena, la arcilla, el cobre, el hierro, para nombrar a una ínfima parte) y encima estar en un lugar privilegiado frente al Acuífero Guaraní y ser parte del mayor pulmón del planeta.

Los puertos más conocidos y activos del lado argentino en la hidrovía Paraná-Paraguay son, sin duda, los que están en Rosario y en sus inmediaciones o zona de influencia.

Cálculos conservadores indican que por allí transitan de manera anual dos millones de camiones, además de las formaciones de trenes con sus casi 300 mil vagones. El saqueo se produce por esta sangría, que nadie controla. Casi dos millones de camiones y más de 300 mil vagones de trenes que circulan sin el control responsable por parte del Estado.

Las empresas que hacen uso y abuso de toda esta infraestructura antrópica y natural, son las que le dicen (a través de una declaración jurado al Estado) lo que exportan, pero nunca admiten ser controladas. Así de insólito y de brutal es el saqueo. Ahora la Hidrovía Paraná-Paraguay vuelve a estar en sus manos.

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