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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
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El antiguo artilugio de mentir

El antiguo artilugio de mentir

Por Waldemar Oscar von Hof (*) Especial para EL ARGENTINO


Cuando tenía alrededor de seis años había mentido una perogrullada a una de mis hermanas. A los pocos días, otra de mis hermanas, esperaba la confirmación de dicha mentira, con firmeza la volví a corroborar. Pero la cosa se puso difícil cuando esta farsa la tuve que revalidar ante mis padres, fue el momento en que me quebré y tuve que confesar la verdad. En mi fuero íntimo me propuse no volver a mentir por la gran tensión y el remordimiento que había sentido.

Silvio Rodríguez, cantor cubano, escribe en una canción: “Me he dado cuenta de que miento, siempre he mentido, siempre he mentido, he escrito tanta inútil cosa, sin descubrirme, sin dar conmigo”. Es evidente que en el ser humano hay una pulsión a la mentira, ya que hasta en los mandamientos esta la orden de no mentir sobre la realidad o sobre el actuar de otra persona. “No des falso testimonio contra tu prójimo” se afirma en Éxodo 20:16.

El Ministro de Propaganda, pero también Ministro de Educación Popular de Hitler, Goebbels, acuñó la frase: “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”, frase también recordada como: “Miente, miente, que algo queda”.

La mentira como una cualidad para hacer creer al pueblo de alguna verdad, o para desviar la atención de la verdadera realidad.

De allí surge la aceptación de la “mentira”, el hecho de falsear la verdad, como una herramienta dentro de la política. Como ejemplo vaya la justificación que tuvo el presidente de los Estados Unidos H. Truman al arrojar la bomba atómica sobre Hiroshima cuando afirmo: “La usamos para acortar la agonía de la guerra para salvar las vidas de miles y miles de jóvenes estadounidenses”. Una justificación que tergiversa la realidad y pone al culpable del otro lado.

Cuenta George Orwell en su libro “1984” que, en el país de Oceanía, Winston Smith, trabaja en el Ministerio de la Verdad, corrigiendo errores de los diarios publicados anteriormente. A partir de estas “correcciones” y las reimpresiones de los antiguos diarios el “Estado”, el “Gran Hermano” siempre quedan bien parados, ya que la historia y por lo tanto las estadísticas de producción y situación ante los enemigos son manipuladas. Orwell pone en evidencia que la relectura de la historia es una herramienta fundamental para develar las verdades y dejar en evidencia a las mentiras.

La mentira, como una herramienta del estamento político, del poder y de los que dicen tener la verdad, es algo que existió y existirá siempre. El tema es que haya una masa crítica que pueda separarse de esta “verdad”, o “mentira hecha verdad”, y tenga la capacidad de diferenciarlas.

Una de las propuestas del rey Salomón, heredero del gran imperio construido a base de una política y una economía expansiva, por el rey David, fue la de recolectar proverbios y sabidurías de entre la gente, para que sean utilizadas para la educación dentro de las familias. Leer y aprender de memoria, como una de las bases, para generar una masa crítica, que pudiera diferenciar la mentira de la verdad.

Veamos algunos de estos proverbios que ya tienen casi tres mil años:

“El que es malvado y perverso anda siempre contando mentiras”. Prov.6:12

“El malvado se enreda en sus propias mentiras, pero el hombre justo sale bien del apuro”. Prov.12:13

“Las riquezas que se obtienen por medio de mentiras son ilusión pasajera de los que buscan la muerte”. Prov. 21:6

“El gobernante que hace caso de mentiras corrompe a todos sus servidores”. Prov.29:12.

Tal vez deberíamos volver a leer, aprender de memoria los proverbios y relacionarlos con la vida cotidiana tratando de salir al encuentro de las verdades para que haya menos mentiras.

 

(*) Waldemar Oscar von Hof es pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata.

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