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Diario El Argentinomartes 16 de abril de 2024
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Hay que defender a la “Ñ”

Hay que defender a la “Ñ”

Fue y es castigada por la tecnología y debemos defenderla.


El idioma castellano según se sostiene es la segunda o quizá la tercera lengua materna más hablada del mundo luego del mandarín y el inglés. La utilizan más de seiscientos millones de personas y sus orígenes se remontan al siglo IX. Iberos, romanos, cartagineses, árabes e indígenas americanos lo hablan. Es producto de los aportes de numerosas culturas.

 

Jorge Pedro Jurado (*)

(Colaboración)

 

El castellano ha transitado -y continúa transitando- procesos de transformación que cada día lo diferencian más de su lengua madre, el latín.  Para comprender el castellano que se habla hoy, es necesario saber qué pasó en cada etapa.

Los romanos desembarcaron en España en el año 218 a.C. y en los tres siglos subsiguientes, consumaron la conquista de toda la península, a la que llamaron Hispania. La mayoría de los pueblos que la habitaban al ser sometidos por el imperio, terminaron por adoptar el latín y la forma de vida y religión de los romanos.

Lo mismo hicieron los romanos en los otros territorios que ocuparon en el resto de Europa, y de esa imposición surgieron las lenguas que actualmente se conocen como lenguas romances: el castellano, portugués, francés, catalán, gallego y el italiano, entre otras. Todas derivan del latín.

Solo dos idiomas resistieron la hegemonía del latín: el griego, debido a que Roma respetaba su cultura; y el euskera, debido a que el territorio vasco fue el único que los romanos no lograron conquistar.

Al igual que otras lenguas, el idioma castellano tiene letras que la identifican en todas partes pero una sola asume el protagonismo. Está en el lugar decimoquinto del abecedario y es la única con partida de nacimiento absolutamente española. Nos referimos a la letra ñ que encontramos en otras lenguas.

El español y el gallego optaron por la ñ (España) pero cada lengua románica adoptó su propia solución gráfica para el sonido. Así el italiano y el francés se quedaron con la gn (Espagne, Spagna), el portugués con la nh (Espanha) y el catalán con la ny (Espanya).

 

La historia del castellano comienza en la Edad Media, cuando un monje escribió las primeras palabras en un idioma diferente al latín en los márgenes de un libro manuscrito anterior a la invención de la imprenta.

Fechado en el año 964, dichas palabras fueron:

Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo sieculos. Facanos Deus Omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua facegaudioso segamus. Amen".

Pero como ocurre muchas veces con documentos de tantos años, nuevos descubrimientos pusieron en duda que sean los testigos más antiguos de una lengua romance  diferente al latín.

Esto ocurrió en 2010 cuando varios especialistas le otorgaron autenticidad a otros escritos hallados en la provincia de Burgos.

A todo esto en las Glosas escritas por ese monje no hay rastros de la letra eñe. Pero hay una pista: la palabra “duenno”, que los copistas utilizaban para representar un sonido nasal como explica la Academia española, que apareció con las lenguas romances, como el castellano, el francés y el italiano.

Además de la doble ene, los monjes copistas, que prácticamente los únicos que escribían documentos y libros en la Edad Media, expresaban este sonido con otros fonemas como “gn”.

La historia de la letra eñe cobró relevancia cuando el rey Alfonso el Sabio dictó las primeras normas del castellano, que incluían el uso de la eñe.

En 1492 mientras Colón llegaba a América y España despertaba como imperio, se publicaba en Salamanca la primera gramática del castellano que incluía a la eñe.

Esta letra coronada por una vírgula o tilde, en efecto, es la única con partida de nacimiento ciento por ciento española. Esto no significa que sea exclusiva del castellano, porque está presente en el euskera, el gallego y el asturiano.

Tal vez sorprende que también pueda leerse en otros idiomas más allá de la Península Ibérica. En América se la halla en lenguas como el zapoteco mexicano y en el quechua, aimara, mapuche y el guaraní. La explicación es sencilla: los conquistadores introdujeron la eñe en los idiomas indígenas.

En otras regiones con influencia española, como Filipinas o Guinea la eñe también aparece, así como en los lenguajes tártaro (lengua de Crimea); en el de Senegal y el tetun (Timor Oriental).

La eñe está presente en unas 15.700 palabras del idioma castellano y, aunque cueste creerlo, es la letra inicial de 350 vocablos como ñato, ñoqui, ñandú o ñu.

Ahora, si hay un ámbito donde le ha costado imponerse este es la informática.

¿Por qué ese rechazo a esta letra tan icónica?

 

Se dice que el problema es que el inglés es la lengua dominante y no tiene ni esa letra ni ese fonema, y todo lo que no tenga el inglés parece extraño en el mundo.

 

Si bien en 1993 el gobierno español consiguió salvar la ñ apelando al Tratado de Maastricht, que es uno de los convenios fundacionales de la Unión Europea y que admite excepciones de carácter cultural, aun no podemos usar direcciones de correo electrónico que contengan esa letra.

 

Recordemos que en los viejos teclados uno debía apelar a la posibilidad que brindaba la tecla Alt combinada con otras teclas. Manteniendo presionada la tecla Alt y tipeando la combinación “Alt+164” aparecía la añorada letra ñ.

 

Estimados lectores, esperemos haya resultado interesante esta nota ya que no es lo mismo escribir o decir Mariño que Marino, ni peña que pena.

 

(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista, columnista de radio y director del periódico digital Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita en la red social de Facebook.

 

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