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Democracia según los colores
Es difícil entender la decisión del Gobierno nacional de abstenerse en la votación sobre la resolución de la OEA condenando las detenciones arbitrarias de políticos opositores en Nicaragua. La abstención fundamentada en la “no intromisión en los asuntos internos” rompe una apreciada postura de la Argentina en defensa de los derechos humanos.
No hace falta ir muy lejos para recordar la Carta Democrática Interamericana aprobada en la Asamblea General de la OEA en septiembre 2001 o el Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR del 24 de julio de 1998 a la cual se sumaron los Estados asociados de Chile y Bolivia. Esos documentos reflejaban la convicción de construir una región basada en el respeto a los derechos humanos y principios democráticos para construir un modelo de convivencia social en oposición a otras regiones.
El Gobierno de Néstor Kirchner y sus Ministros de Relaciones Exteriores, Rafael Bielsa y Jorge Taiana, después, hicieron de la democracia un valor fundamental en la política exterior. El MERCOSUR suspendió a Paraguay en 2012 y a Venezuela en 2017 por considerar que habían incumplido con los compromisos del Protocolo de Ushuaia.
El Gobierno argentino también se manifestó en contra de los hechos que condujeron a la destitución del Presidente de Bolivia, Evo Morales, en noviembre de 2019. El gobierno del presidente Fernández tuvo una participación activa desconociendo al Gobierno de Jeanine Añez y reclamando el rápido llamado de elecciones. También vale la pena recordar que el presidente Fernández se retiró de la reunión del MERCOSUR en el momento en el cual debía hacer uso de la palabra Jeanine Añez invitada como representante de un Estado asociado por la Presidencia de Brasil.
Esta abstención también se da en el marco de la reciente llamada del Secretario de Estado, Anthony Blinken, al Canciller Felipe Solá para solicitar su intermediación ante el Gobierno de Daniel Ortega. La Cancillería argentina se preocupó de divulgar esta solicitud para resaltar la importancia que el Gobierno de los Estados Unidos concedía al país en los asuntos latinoamericanos. En este contexto, es oportuno tener presente que el G-7 más Australia, Corea, Sudáfrica e India acaba de finalizar una reunión donde se destaca la creación de una Alianza en Defensa de la Democracia para hacer frente a los desafíos de los regímenes autoritarios.
El gobierno de Nicaragua no deja de tener simpatizantes en la Argentina. Ortega es el líder del Frente Sandinista de Liberación que rememora las luchas contra las dictaduras militares de la década del 70; gobernó elegido en elecciones libres entre 1985/1990 y volvió en 2006, 2011 y 2017. El FSLN también enfrentó los intentos de desestabilización de los “contras” financiados por los Estados Unidos con la venta de armamentos a Irán. El dictador Somoza falleció en un atentado en Asunción en 1980 realizado por un comando del ERP.
La democracia y los derechos humanos son conceptos absolutos que no cambian de acuerdo a las circunstancias. Podrá haber variaciones sutiles de interpretación pero escudarse en la retórica de décadas pasadas que servían para avalar las rupturas constitucionales resulta hoy incomprensible. En el oficialismo podrán existir simpatías por el pasado del FSLN pero las violaciones a los derechos humanos no son de derecha o izquierda. Las abstenciones según el color del partido van marcando un definido alineamiento internacional que quiebra la posición tradicional del país desde 1983.