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Diario El Argentinojueves 28 de marzo de 2024
Opinión

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La educación y el ambiente

La educación y el ambiente

Por Verónica Ramos (*)


Todos realizamos las compras. Se trata de una situación de la vida cotidiana que algunas personas disfrutan y otras prefieren resolver lo más rápido posible. Sin embargo, para unos y otros corresponde la misma responsabilidad a la hora de tomar conciencia sobre el correcto uso de las bolsas de plástico, que son tan útiles para hacerlo.

Podemos detallar varias instancias para contribuir con su utilización racional y sustentable. En primer lugar, es importante llenarlas hasta el tope, para aprovechar toda su capacidad al momento de la compra. Luego, se pueden reusar en varias oportunidades dentro de los hogares, por ejemplo, para guardar mudas de ropa o transportar otros elementos.

Pero el reuso más importante de las bolsas plásticas en el hogar es para realizar una correcta separación domiciliaria: la bolsa negra para los residuos húmedos y la verde para los reciclables. Son claves para ayudarnos en esta tarea. Incluso las propias bolsas plásticas se reciclan. Al final de su vida útil, se convierten en un recurso más para fabricar nuevos productos, como mobiliarios para plazas o escuelas, caños de riego, bolsas de consorcio, entre muchas otras posibilidades. Así, evitamos que este recurso para la economía circular esté dispuesto en rellenos sanitarios, o mal dispuesto por su uso incorrecto en el medio ambiente.

Lamentablemente, la realidad indica que es más sencillo prohibir que educar. Sin embargo, el camino fácil por lo general no es el más conveniente. Desde que se restringieron las bolsas plásticas en la Ciudad de Buenos Aires, aumentó la generación de residuos porque las personas separan menos. Entonces hoy nos encontramos con una industria plástica recicladora que tiene una capacidad ociosa, pero, a la vez, con una oportunidad para separar y reciclar más.

Se proponen sustitutos para las bolsas plásticas, sin embargo, debemos estudiar y evaluar si son ambientalmente convenientes. Por caso, las de papel de comercio, en comparación, pesan nueve veces más que las plásticas. Esto significa que el volumen que ocupan es sustancialmente mayor y, por lo tanto, incrementan los costos de transporte y las emisiones de gases con efecto invernadero.

Por otra parte, el avance tecnológico en las materias primas y los procesos de producción permitieron una reducción del 66% del peso de las bolsas plásticas de supermercado, con la misma prestación de calidad y carga. De hecho, estudios de Análisis de Ciclo de Vida realizados por entidades independientes, como los ministerios de ambiente de Inglaterra y Dinamarca, demuestran que las bolsas plásticas son las que tienen menor impacto ambiental comparadas con las de papel, biodegradables o tejidas de algodón.

La presencia de bolsas o cualquier otro plástico en el ambiente es consecuencia de una mala conducta de uso y descarte, que se debe modificar incorporando hábitos responsables en favor del medio ambiente. En el Día Internacional Sin Bolsas de Plástico, Ecoplas quiere promover su consumo responsable y reciclado para una economía circular. Por eso, en lugar de prohibir su utilización, es interesante pensar la alternativa superadora de la educación. No es tan difícil si nos comprometemos todos a reducir, reusar, reciclar y recuperar: las 4 R son clave para gestionar este valioso recurso de la economía circular.

 

(*) Verónica Ramos es directora ejecutiva de la asociación civil Ecoplas, una entidad técnica profesional especializada en plásticos y ambiente. Fuente: Télam.

 

 

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